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02 de mayo de 2024

Salvador Dalí, fotografiado por Allan Warren

Salvador Dalí, fotografiado por Allan Warren

¿Cómo mantenía Dalí sus bigotes en punta incluso después de su muerte?

Un ego surrealistamente inconmensurable, necesitaba unos bigotes siempre preparados para el espectáculo diario de ser Salvador Dalí

Salvador Dalí (1904-1989), considerado por sí mismo y por la crítica pictórica como uno de los máximos representantes del surrealismo, también es uno de los artistas más conocidos de la historia del Arte, más allá de la Pintura.
Esculturas, joyas, películas, escenarios para el teatro y el cine como aquella pesadilla nihilista de Fresas salvajes del cineasta sueco Ingmar Bergman, reflejan una creatividad infinita para recrear la realidad oscura, aunque verdadera y , como al revés, del surrealismo.
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Excentricidad agotadora

Como no puede ser de otra manera, su arte era la extensión más visible de su excentricidad agotadora y de su manera engolada e histérica de presentarse ante el mundo, como un personaje que le dio mucho dinero.

Las ideas dalianas poseen un tremendo poder germinadorSalvador Dalí

Su popularidad es tal que, en una encuesta de 2010, el bigote de Dalí fue votado como el más famoso de todos los tiempos. Incluso él mismo escribió un libro –surrealista, por supuesto– titulado El bigote de Dalí. Pero, ¿ cómo conseguía mantener enhiesto su bigote exageradamente velazqueño?

Un bigote a la altura

El 4 de mayo de 1955, Dalí fue entrevistado en la BBC. en aquella entrevista reconoció su problema con el inglés: «Mi inglés es muy, muy problemático. Pero esto no es importante porque si alguien logra captar un pequeño pedazo de mis ideas, esto es absolutamente suficiente, porque las ideas dalianas poseen un tremendo poder germinador», dijo para la posteridad con su fuerte e impostado acento.

No me limpiaba los dedos y me ponía un poco en mi bigoteSalvador Dalí

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.Library of Congress

El presentador preguntó directamente por el modo de mantener esa fantasía capilar. Y Dalí respondió que al principio usaba una fruta: dátiles.
«Al finalizar la comida, no me limpiaba los dedos y me ponía un poco en mi bigote y así quedaba toda la tarde. Era muy eficiente», explicó.
Pero con el tiempo, el aceite de dátiles dejó de ser práctico y comenzó a usar otro producto: una pomada húngara; la misma que, a juicio de Dalí, usaba el triste escritor Marcel Proust «con otro humor, más deprimente y melancólico».
El artista explicó que por las noches limpiaba su bigote y que nuevamente, por la mañana, solo necesitaba "tres minutos», «Cada día se vuelve más práctico para mi inspiración», aseguró a la televisión británica.
Tan bien cuidó de él su propietario que, 28 años después, al ser exhumado su cuerpo para una prueba de paternidad, ahí seguía, surrealistamente enhiesto, el bigote inconmensurable de Salvador Dalí.
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