Imagen del Nosferatu de Murnau (1922) y del Drácula de Coppola basado en la novela de Bram Stoker
¿En qué se diferencia Nosferatu de Drácula?
Nosferatu no es elegante, sino siempre monstruoso. No es el conde Drácula sino el conde Orlock que es lo mismo o lo suficiente para no ser aquel
Para empezar cabe decir que Drácula es el original. Bram Stoker ideó el personaje perfecto de terror, mezcla de monstruo, «ser humano no humano», elegante y repulsivo al mismo tiempo y según las circunstancias.
La del irlandés es la mejor novela del género y uno de las mejores de todos los tiempos. La condición humana y lo fantástico, el amor y el miedo, el más allá, la vida finita y la inmortalidad.
Ahora se estrena en el cine una nueva versión de Nosferatu como se estrenó la primera hace más de un siglo, en 1922. Aquel Nosferatu era un remedo de Drácula. Una versión.
Hay quien dice que el personaje surgió en la mente de Friedrich Wilhelm Murnau, el adaptador, para no tener que pagar los derechos del Drácula original. Así que lo cambió lo suficiente para hacer un Drácula que no fuera Drácula.
Nosferatu no es elegante, sino siempre monstruoso. No es el conde Drácula sino el conde Orlock que es lo mismo o lo suficiente para no ser aquel, pero despojado de todo rasgo de romanticismo.
Nosferatu da miedo y solo miedo. No produce piedad, ni cierta simpatía en determinados momentos, ni identificación por su desgracia. Nosferatu es feo, horrible, y en esa fealdad total, su rasgo principal, también está su carácter esencial, que carece de los matices de su modelo.
En su día fue acusada de plagio por los evidentes paralelismos con la obra original de Stoker, y fue apartada como una suerte de pastiche. A pesar de ello terminó convirtiéndose en un filme de culto por sus imágenes icónicas y ahí continúa, más de un siglo después, con una nueva versión (la versión de la versión desagradable de Drácula) para el cine.