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Blaise Pascal

Blaise Pascal

La forma en la que la filosofía define a Dios sin decir nada sobre él

Pensadores como Plotino han tratado de acercarse a la divinidad reconociendo el infinito que nos separa

En diferentes artículos de esta serie hemos podido comprobar como la filosofía se ha preocupado por acercarse racionalmente a Dios. En primer lugar, el enfoque parte de la propia argumentación sobre su existencia, pero también se pueden trabajar otros aspectos como las cualidades de ese Ser superior.

Sin embargo, en otros textos también se han expuesto las palabras de pensadores como Pascal, quien reconoce que «si existe un Dios, es infinitamente incomprensible». A este tipo de planteamientos se los conoce como teología negativa y parte de esa premisa que niega la posibilidad de tener un conocimiento racional de la divinidad.

Pese a ello, los filósofos que se pueden enmarcar en esta corriente no rechazan la existencia del Ser supremo. Por el contrario ofrecen un tipo de acercamiento que conjuga el esfuerzo filosófico con el camino de la interioridad. Nos encontramos aquí con la figura de Plotino, un hombre que es fundamental por su papel de bisagra entre el pensamiento de Platón y su influencia en san Agustín.

Plotino, personaje clave en el neoplatonismo del siglo III d.C. revisó las teorías del ateniense y formuló un sistema propio que tiene como pilar fundamental al Uno. De este Uno surgen todas las cosas por emanación, empezando por el equivalente a las famosas ideas platónicas y terminando por lo material.

Pero, más allá de señalar que «antes de la pluralidad debe existir el Uno, del que proviene la pluralidad», ¿qué podemos decir de aquello que es al mismo tiempo «el ser, el bien y la Divinidad»? El propio autor reconoce en las Enéadas, la recopilación que sus discípulos hicieron de sus textos, que, del Uno, «no decimos lo que es, sino que decimos lo que no es».

Para el neoplatónico, «no tenemos de él ni conocimiento ni pensamiento», unas palabras que podrían parecer paradójicas en alguien que no tiene dudas de la existencia de este dios al que llama Uno. Sin embargo, esta idea no supone que no podamos aprehender algo sobre él porque, como explica Plotino, «hablamos de él al hablar de las cosas que le son inferiores» ya que sí podemos decir que «él no es nada de todo esto».

El catedrático emérito Ildefonso Murillo intenta simplificar la cuestión en los Cuadernos salmantinos de filosofía y resume: «Todos los nombres con que se designa al Uno son negativos. El Uno no es ente ni inteligencia o espíritu. El Uno está más allá de lo sensible y de lo inteligible. No sabemos 'cómo' es y 'qué' es. El Uno está más allá de todo».

Pero, al mismo tiempo que decimos que «Dios no es inteligencia, ni belleza, ni ser» asegura que «no habría belleza en el mundo sensible, ni alma, ni inteligencia si previamente no existieran en la potencia de Dios todas esas perfecciones». Y eso ya es decir mucho aunque parezca que no se dice nada.

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