El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez
¿Se está cumpliendo en la España de Sánchez el pronóstico de Harari en ‘Nexus’ sobre el deterioro democrático?
El ensayista e historiador Yuval Noah Harari traza en su exitoso ensayo Nexus (Debate) un diagnóstico sobre cómo las democracias pueden degradar en regímenes autoritarios en manos de líderes populistas
El ensayista, historiador y uno de los intelectuales más influyentes en el mundo occidental, Yuval Noah Harari, suele dar en su obra muestras de una aguda capacidad para dar con el diagnóstico de algunos de los grandes males de nuestra sociedad y sistemas político- económicos.
En su último libro, Nexus (Debate), todo un fenómeno global de ventas, analiza la función de las redes de información en el desarrollo civilizacional de la especie humana desde la Edad de Piedra hasta nuestros días, donde la inteligencia artificial empieza a tomar posiciones en ámbitos reservados a los humanos.
En Nexus, Harari dedica un capítulo a analizar cómo las democracias pueden terminar cayendo en el totalitarismo y convencer a sus partidarios de que esos vicios totalitarios son parte de la democracia.
Advierte, por ejemplo, de «la idea común pero errónea que equipara la democracia solo con las elecciones».
«Las elecciones son una parte fundamental de la caja de herramientas democrática, pero no son la democracia», argumenta. Y añade: «Por sí solas, unas elecciones completamente libres y justas no garantizan la democracia. Porque ‘democracia’ no es lo mismo que ‘dictadura de la mayoría’».
Lo sorprendente de Nexus es que, en el ensayo, Hariri traza una deriva de la democracia al autoritarismo que guarda unas semejanzas que asustan con la deriva liberticida del Gobierno de Sánchez y su hoja de ruta para afianzarse en el poder en España.
Se ve, por ejemplo, cuando Hariri advierte de que los llamados «hombres fuertes» –líderes políticos surgidos en democracia y caracterizados por una fuerte personalidad, el ejercicio del populismo y un desempeño del poder de rasgos autoritarios– atacan los «sistemas de autocorrección» de las democracias. Sistemas de autocorrección que evitan que un líder autoritario degrade a la democracia.
Ese ataque de los hombres fuertes a los sistemas de autocorrección empieza, dice Hariri, «por los tribunales y los medios de comunicación».
«El típico hombre fuerte, o bien priva a los tribunales de sus poderes, o los llena de gente de confianza e intenta acabar con los medios de comunicación independientes mientras construye su propia y omnipresente maquinaria de propaganda», argumenta Hariri.
Leyendo ese pasaje es imposible no remitirnos a la campaña de Sánchez y su gobierno contra los medios de comunicación críticos, a los que desprecia llamándolos «máquinas de fango», les quita naturaleza de prensa tildándolos de «pseudomedios» y los deslegitima englobándolos en la etiqueta de «fachosfera», además de amenazarlos con la intervención.
Lo mismo sucede con la Justicia. El Gobierno ha atacado sistemáticamente a los jueces que investigan los presuntos casos de corrupción que afectan al presidente, miembros de su familia y cargos del gobierno y del PSOE.
El PSOE, empleando los resortes de la Moncloa, ha tratado de controlar a jueces y fiscales, por medio de una legislación que pone a la Justicia bajo tutela del gobierno. «¿De quién depende la Fiscalía?», se preguntaba Sánchez en campaña electoral. Todo un aviso a navegantes.
Hariri describe las consecuencias de esa operación gubernamental de acoso y derribo a los medios libres y a la justicia, consecuencias que ya se pueden ver en países como Venezuela o Nicaragua y que empiezan a vislumbrarse en la España sanchista.
Señala Hariri que «una vez que los tribunales ya no pueden controlar el poder del Gobierno por la vía legal, y una vez que los medios de comunicación repiten como loros obedientes el mensaje del Gobierno, las instituciones o personas que se atrevan a oponerse al Gobierno pueden ser calumniadas y perseguidas como traidores, criminales o agentes externos. Instituciones académicas, ayuntamientos, ONG y empresas privadas pueden ser desmantelados o acabar en manos del Gobierno».
Las burdas campañas de desinformación que se han visto en los últimos días protagonizadas por ministros del gobierno contra la UCO y contra los jueces son una prueba de este proceder, igual que la intromisión del gobierno en ámbitos de la sociedad o la empresa privada, como el caso de la opa del BBVA al Sabadell.
Por último, otra semejanza entre el diagnóstico expuesto por Hariri en Nexus y la realidad del sanchismo es la actitud de los simpatizantes y partidarios políticos del partido en el gobierno, en el caso de España del PSOE.
Simpatizantes que actúan, más que como ciudadanos libres y criterios, como hooligans de un equipo de fútbol o groupies de una banda de rock: «Los partidarios de los hombres fuertes no suelen considerar que este proceso sea antidemocrático. Quedan genuinamente desconcertados cuando se les dice que la victoria electoral no les concede un poder ilimitado. En cambio, consideran antidemocrático cualquier control ejercido sobre el poder de un Gobierno elegido».