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El escultor Javier Viver

El escultor Javier ViverLupe de la Vallina

Entrevista a Javier Viver

El autor de la estatua de Jesús más grande del mundo: «Quien pase por la M-50 se llevará un abrazo de Cristo»

Javier Viver, creador de la escultura del Cristo de Boadilla, que será inaugurada en 2030, explica en El Debate el significado teológico del monumento y las técnicas que utiliza para edificarlo

Ya se ha publicado en decenas de medios, pero nunca está de más recordarlo: 37 metros de altura, 60 de envergadura y 17 millones de presupuesto cuyo promotor, la Asociación de Devotos del Corazón de Boadilla del Monte, confía en recaudar a través de la microfinanciación.

Estas son las robustas cifras de la estatua de Cristo que se podrá observar desde la M-50 a partir de junio de 2030.

El encargado de construirlo, el escultor Javier Viver, nacido en 1971 y católico confeso, admite que cuando le presentaron el proyecto le «pareció alucinante».

«Les propuse la idea», observa, «de hacer un monumento para el siglo XXI, algo que hasta cierto punto conectara con la tradición iconográfica del Sagrado Corazón, especialmente tal como se le reveló a Santa Margarita María Alacoque; y que, por otra parte, ofreciera unas características distintas, especialmente pensadas para el siglo XXI y las personas que vivimos en este momento».

–¿Cuáles son las características?

–La primera característica conectaba con el origen de la tradición: para mí es muy importante la experiencia física y sensorial. En el siglo XXI la gente, más que conceptos o dogmas, busca experiencias verdaderas y reales. Así podría tener una a través del arte, unida a la estética religiosa del Corazón de Jesús.

En definitiva, los que están en esa escuela habían tenido esa experiencia. La Virgen María, la primera: estuvo embarazada y sus corazones estuvieron pegados a pocos centímetros. El Corazón de Jesús y el de María están muy cerquita. La Virgen oxigena la sangre del Corazón de Jesús. Eso es una pasada.

–¿Por qué?

–En términos orientales oxigenar la sangre significa darle el Espíritu. Es decir, que la Gracia viene a través de María. Dios lo quiere hacer así. Además de las conexiones místicas, hay una conexión humana: la «corazonada» que se produce entre una madre y su hijo. Hoy sabemos que el niño deja parte de su ADN en la madre.

–Más aún en el caso de Jesucristo.

–Claro. En ese caso, lo vemos en el Evangelio. Decían muy pocas palabras y se entendían. La Virgen es capaz de provocar cambios en los planes de Dios de una forma impresionante. Todo eso empieza en los corazones de María y de Jesús.

–También está San Juan.

–Es el discípulo que recuesta la cabeza en el pecho de Jesús y escucha el latido. Eso figurará en la estatua: todo el monumento tendrá una parte inicial en la que se introduce a la gente en la escuela del Corazón de Jesús.

Después se entra en contacto con el Corazón de Jesús a través de los sonidos, de la luz y del olor. Una experiencia artística total, como en la liturgia católica.

–¿Cuáles han sido sus fuentes de inspiración?

–Han sido, por una parte, los Evangelios, a los que he ido directamente. Pues tampoco he estudiado toda la historia del Sagrado Corazón, la historia canonizada, que es muy reciente. Pero sí he descubierto que, desde los Padres de la Iglesia, el Corazón de Jesús es la fuente y la base.

Los Padres de la Iglesia hablan del Corazón de Jesús traspasado como el origen de la Iglesia, del que brota el agua, que es la Gracia, y la sangre, que es el Sacrificio.

–Une mucho el corazón físico con el espiritual.

–No tienen separación desde mi punto de vista. En Cristo la naturaleza divina y la humana no tienen distinción.

–Para los creyentes, sí. Pero hay que preguntarlo igual.

–Exactamente.

–En lo tocante a las formas. ¿Qué estilo pretende dar a la escultura?

–Es otra de las fuentes de inspiración: la Sábana Santa de Turín. Lo que realmente quiero es quitar la mano del artista, que no esté la expresión de su modelado. Lo que aparezca ha de ser una obra automática: los pintores de iconos lo llamaban akiropoyetos, aquella imagen sin mano, o acción sin mano.

La palabra es utilizada para definir una pintura que veneran como una reliquia que ha sido imprimida de forma que no se norte al artista. Eso se venera desde el origen de la Cristiandad.

–Bien, pero ¿cómo va a impactar al que se acerque al monumento y al que lo contemple desde la carretera?

–Hoy en día tenemos técnicas, a través de la «transformada de Fourier» y de otras técnicas de inteligencia artificial que permiten discriminar la información que hay en la Sábana Santa que no es tridimensional.

De ahí que podamos reconstruir una imagen tridimensional del verdadero rostro que estaba detrás de esa sábana.

–¿Tiene la suficiente definición?

–No, es una especie de cosa sin foco. Mas las técnicas de inteligencia artificial, que utilizan patrones estadísticos con muy alto grado de fiabilidad, se pueden enfocar hasta tener una definición de cómo sería ese rostro.

Es lo que vamos a hacer por primera vez, de tal forma que la imagen que aparezca en ese monumento, en grande, sea una imagen científica, akiropoyetos.

–Insisto: ¿qué percibirán el paseante y el conductor?

–Un coloso que abre sus brazos a toda la Humanidad. Todo el que pase por la M-50 se llevará un abrazo, por lo pronto.

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