Pedro Arrupe fue un sacerdote jesuita español testigo de la explosión de la bomba atómica. Tras el hongo nuclear, Arrupe acogió a unos 200 heridos, a los que curó y acompañó, en su noviciado.
Esta obra es la crónica de primerísima mano, cargada de perspectiva espiritual, de aquel fatídico 6 de agosto.