Fundado en 1910
John Banville durante la entrevista con El Debate con motivo de su nuevo libro, 'Los ahogados'

John Banville es autor del prólogo de 'Deseo y destino', ensayo de David RieffThorun Piñeiro

John Banville respalda a David Rieff en su denuncia del wokismo por apuntalar la discriminación por clase

En 'Deseo y destino', David Rieff sitúa la ideología woke como un proyecto contra las clases medias

El escritor John Banville, más conocido en España por su seudónimo Benjamin Black, es uno de los novelistas más exitosos en todo el mundo, aspirante año tras año al Premio Nobel de Literatura y maestro contemporáneo de la novela negra.

David Rieff, por su parte, es uno de los ensayistas más prestigiosos del mundo anglosajón, alabado por sus diagnósticos certeros sobre los males que aquejan a la sociedad actual y que acaba de publicar en España con la editorial Debate el ensayo Deseo y destino. Lo woke, el ocaso de la cultura y la victoria de lo kitsch.

Cubierta de 'Deseo y destino'

Cubierta de 'Deseo y destino'Debate

El título no da lugar a muchas dudas sobre el contenido del ensayo y la hipótesis que sostiene.

En esta obra Rieff realiza una labor de observación: analiza detenidamente el fenómeno woke que se extiende como una pandemia por la sociedad a nivel global, plasma lo que ve, lo analiza y efectúa un diagnóstico.

Rieff analiza lo woke desde una perspectiva cultural. Lo woke apunta, según explica, principalmente al ámbito cultural y sus promotores tienen un objetivo claro: destruir las humanidades y, con ella, la llamada alta cultura para igualar a la sociedad por lo bajo.

Todos los preceptos de lo woke, sus programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), sus agendas sobre raza, género, feminismo, cambio climático, etcétera responden a una nueva moral con implicaciones culturales directas.

De ahí su gravedad y efectividad, lo woke, asevera Rieff, es una «revolución cultural que arrasa en buena parte del mundo rico». Y la referencia al «mundo rico» es muy apropósito, pues defiende en su ensayo el autor que el wokismo es una ideología que, en esencia, busca apuntalar la discriminación por clase social, proteger a las clases altas con mayor poder económico de las clases medias, más que de las bajas, y garantizar el sistema que los sostiene.

Es por ello por lo que lo woke ha arraigado con fuerza en las universidades más prestigiosas y elitistas de Estados Unidos y Reino Unido. Es por ello por lo que las caras más visibles del mundo del cine, las artes, la moda y la comunicación defienden con convencimiento los postulados woke.

Y es por ello, como apunta John Banville en el prólogo, por lo que la victoria de Donald Trump, para sorpresa de una izquierda cegada por su autorreferencialidad y desconexión con la realidad social y cultural, se hizo con la victoria en unos Estados Unidos donde el discurso woke era homogéneo promovido por la administración Joe Biden-Kamala Harris.

Las clases populares, medias y obreras, huérfanas de representación por un Partido Demócrata que ya solo parecía conectar con los muy ricos progresistas, conectó rápidamente con un discurso de Trump centrado en los desfavorecidos por un sistema que parecía monopolizado por lo que en España llamamos «la izquierda caviar».

Señala Banville que «lo que han instaurado estas nuevas devociones» (habla de los postulados del wokismo) «en nuestra era posreligiosa, es el culto de los cultos y el triunfo de lo kitsch, ‘el único tipo de cultura que el libre mercado puede realmente tolerar’».

Tampoco es casual que Banville hable de «era posreligiosa» o que lo woke trata de funcionar como un «culto de los cultos».

El wokismo es hija directa del relativismo y de la secularización de un mundo occidental que ha renunciado a sus tradiciones religiosas, espirituales y culturales.

El antaño occidente cristiano es hoy un mundo en ruinas tras el triunfo del nihilismo, sin referentes morales y que ha renunciado a su propia historia e identidad.

En ese caldo de cultivo lo woke prosperó como una infección bacteriana resistente a los antibióticos.

La cultura woke es la cultura de los ofendidos y esa es la palanca que permite borrar de un plumazo las injusticias de una sociedad sustentada en la separación de clases, se apunta en el ensayo.

Las demandas de mejoras salariales, o las ayudas para familias en riesgo, o para individuos en situación de exclusión dejan de ser urgentes frente a las posibles ofensas de colectivos minoritarios.

El wokismo quiere destacar las divisiones de la sociedad por identidades, y no por clases, y promueve esa balcanización identitaria cada vez mayor. Y, como muestra, la cada vez mayor complejidad de la bandera lgbt, cada vez más complejos, con más colores y compartimentos a medida que se crean nuevas identidades poco antes inexistentes.

Tampoco es casual que los defensores de postulados woke como el medioambientalismo y la revancha por cuestiones raciales hayan asumido el ataque a obras de arte universales (como puede ser la Gioconda) con pintura para denunciar el cambio climático, o la destrucción de estatuas como forma preferente de protesta. La iconoclastia es un rasgo característico central de la cultura woke.

En resumen, contiene el ensayo Deseo y destino de David Rieff una frase que define a la perfección el wokismo: «Lo woke es, en el fondo, una expresión de hipocondría moral y social».

Temas

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas