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Portada de «Mi vida. Autobiografía» de Joseph Ratzinger

Portada de «Mi vida. Autobiografía» de Joseph RatzingerEncuentro

'Mi vida. Autobiografía': Ratzinger agradece la fe y reflexiona sobre la liturgia y los cambios en la Iglesia

Reedición de las sencillas memorias de Ratzinger publicadas en 1997, pero que llegaban hasta 1977; ahora completadas gracias a Giuliano Vigini y con una primicia de Angelo Scola

En 1997 Encuentro publicó la autobiografía del cardenal Ratzinger —ese mismo año también se editaba en italiano y al año siguiente en el alemán original— con un prólogo de monseñor Angelo Scola, entonces rector de la Pontificia Universidad Lateranense (Roma). Era un librito sencillo de leer y en cuyas páginas el cardenal bávaro, a sus setenta años, hablaba del primer medio siglo de su existencia: desde su niñez hasta que fue nombrado por Pablo VI príncipe de la Iglesia, al mes de haber sido consagrado obispo. En realidad, Ratzinger concluye sin mencionar más que su cargo de arzobispo de Múnich y Frisinga, y elude el rojo cardenalicio —color que apenas vestiría en su posterior periplo romano, a partir de finales de 1981; sus vecinos de Pio Borgo creían que era, sin más, un sacerdote—, si bien explica con detalle los rasgos de su escudo episcopal, que sería el mismo que el de su etapa como sumo pontífice. De esta manera, como decimos, Ratzinger ni siquiera habla de cuando aceptó el birrete cardenalicio —al año de ser creado cardenal, participó en los dos cónclaves de 1978, y en 2005 en el cónclave que lo designó como papa, con un Bergoglio segundo en las votaciones.

Cuando se discute cuál es el mejor libro de Ratzinger —hablamos quizá del hombre más importante que ha tenido la Iglesia católica desde Trento, y puede que en los siguientes dos siglos no haya nadie a la altura de su sombra—, este debería figurar el primero, muy seguido de Informe sobre la fe (con Vittorio Messori), Introducción al cristianismo y los tres volúmenes de Jesús de Nazaret.

Por muchos motivos. Antes que nada, por su estilo. Llano, natural, franco, pero repleto de consideraciones y de color. Ratzinger se muestra aquí no sólo como hombre humilde, sino agradecido. Habla de su vida con agradecimiento por el don de la fe, y mirando hacia el Sur. Hacia Austria y hacia Roma. Hacia la cultura clásica y el cristianismo, con un cariño sereno hacia su tierra tudesca. Esta humildad se trasluce mejor en el modo como relata el contexto y acontecimientos de su vida: desde la Alemania acogotada y crispada por el Tratado de Versalles hasta los confusos años 70, pasando por un terrible III Reich. Por ejemplo, nos dice: «Cuando Hitler fracasó en su intento de ser elegido a la presidencia del Reich, mi padre y mi madre se sintieron algo más tranquilos, pero no eran demasiado entusiastas del presidente electo Hindenburg, porque no veían en él ninguna garantía segura contra el avance de los camisas pardas».

Portada de «Mi vida. Autobiografía» de Joseph Ratzinger

encuentro / 198 págs.

Mi vida. Autobiografía

Joseph Ratzinger. Benedicto XVI

Pero no estamos ante unas memorias al uso, con esbozo del entorno histórico. En Ratzinger siempre hay más. Lo que nos aporta es su vivencia de la fe, y su vivencia de los cambios que han sacudido a la Iglesia, sobre todo tras el Concilio Vaticano II. Ratzinger no habla de sí mismo; habla de Dios. Por eso, las páginas que dedica a la liturgia, a la defensa del misal tradicional, a la cautela acerca de los cambios, y a su defensa de la continuidad, son abundantes. En este sentido, comenta: «yo estaba perplejo ante la prohibición del Misal antiguo, porque algo semejante no había ocurrido jamás en la historia de la liturgia». Algo «cuyas consecuencias solo podían ser trágicas», y que «nos ha producido unos daños extremadamente graves». No se puede entender Summorum Pontificum, sin escuchar antes cuál es la auténtica opinión de Ratzinger sobre el novus y el vetus ordo y sobre la necesidad de paz y concordia eclesial. Este Ratzinger alcanza una hondura pastoral incluso mayor que la de su pontificado, porque es muy cristalino en la expresión, al mismo tiempo que destila una moderación discreta y un denodado estudio teológico y oración personal. No habla, desde luego, a la ligera, y se lo comprende de principio a fin.

Esta mezcla de sencillez y hondura no pasaba desapercibida. Al año siguiente de la primera publicación de estas memorias, la Universidad de Navarra le concedió el doctorado honoris causa, y su palabra y obras se seguían cada vez con mayor atención. Sin duda, Informe sobre la fe (1985) —en cuyas páginas ya se leía algo muy similar, y con ese estilo diáfano y preciso— había situado al bávaro en una posición central; no se podía entender qué pasaba en la Iglesia sin escuchar al hombre que mejor escuchaba. Encuentro reeditó la autobiografía en varias ocasiones, manteniendo el prólogo de Scola y añadiendo alguna introducción más, como en 2006 la del cardenal Rouco Varela, cuando Ratzinger ya era Benedicto XVI.

En esta nueva edición de 2023, desaparecen aquellas introducciones y se añade una entrevista, a modo de epílogo o apéndice, con el propio Scola, el cual diserta sobre el magisterio del papa alemán. Se trata de una conversación grabada un par de semanas después del óbito del pontífice emérito. Otra de las novedades que aporta Encuentro a esta edición de 2023 es la incorporación de un perfil biográfico completo, es decir, todo cuanto aconteció desde 1977 hasta la renuncia de 2013, escrito por Giuliano Vigini y traducido al español por Fernando Montesinos Pons. Vigini tiene el buen gusto y criterio de imitar el tono de la primera mitad, como si mantuviera la voz del papa tudesco.

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