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29 de abril de 2024

Portada de «Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX» de Frank Dikötter

Portada de «Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX» de Frank DikötterAcantilado

Cómo se llega a ser un dictador

Dictadores de Frank Dikötter nos ayuda a comprender cómo se produjo el culto de la personalidad a la autoridad en un mundo lleno de sombras

El debate está servido desde hace unas cuantas décadas: ¿qué es aquello que permite a un dictador seguir gozando de las mieles de un poder omnímodo? Entre los que se han hecho esta pregunta hay quien carga las tintas sobre la seducción sobre unas masas que, engatusadas por un carisma inescrutable, le permiten sostener un sistema habitualmente creado a su imagen y semejanza. También nos encontramos con los que consideran que la explicación solo puede descansar en el constante uso del miedo y la represión.
A veces una reseña es una buena oportunidad para sacar la brocha gruesa, porque la realidad es mucho más compleja. En el fondo, esta es una de las principales cuestiones que atraviesan este ensayo del reconocido historiador holandés Frank Dikötter. Quizá por su ámbito de especialización, el autor parece situarse en una vía del medio. Afincado desde hace año en Hong Kong ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar con detenimiento el complejo siglo XX chino, como ha demostrado sus exitosos - entre otros- La gran hambruna en la China de Mao o La tragedia de la liberación. Una historia de la revolución china (1945-1957) (también traducidos al español por Acantilado).
¿Cómo se llega a ser un dictador? Es la otra pregunta fundamental. Y este era el revelador título original que, por desgracia, no se ha mantenido en esta edición, donde se ha decido dejar un escueto Dictadores. Dikötter recorre para ello la vida y obra de ocho dictadores contemporáneos. Unos son bien conocidos (Mussolini, Hitler, Stalin o Mao), otros lo son bastante menos (Kim Il-sung, François Papa Doc Duvalier, Nicolae Ceaușescu o Mengistu). Podrían ser más y podríamos discutir la selección –Fidel Castro habría enriquecido con seguridad la lista por sus significativas particularidades–. Pero es evidente que el ensayo coge vuelo a partir de estas breve semblanzas. Quizá el lector interesado en este campo de estudio no vea excesivas novedades en el desarrollo de los dictadores clásicos del siglo XX, pero le sorprenderá las aproximaciones a los otros autócratas, que son mucho más desconocidos para todos nosotros.
Portada de «Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX» de Frank Dikötter

acantilado / 382 págs.

Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX

Frank Dikötter

Estas historias son diversas, aunque sus consecuencias fueran similares. La dictadura siempre se conjuga con dolor y sufrimiento. En cada contexto, se perfiló con un estilo concreto, oscurecido por los más diversos acentos ideológicos o la longevidad del experimento. Para Dikötter es evidente que todas las dictaduras han podido perdurar por la utilización del terror en interrelación con el culto a la personalidad del líder. Este proceso es subrayado como el mismo corazón de la tiranía contemporánea. Terror y carisma son el reverso y el anverso de una misma moneda.
Todos estos dictadores crecieron gracias al uso de un discurso demagógico que buscaba redimir la experiencia de amplios grupos de población que se sentían abandonados o humillados. Megalómanos de su propia personalidad, el poder se convirtió en el camino hacia una eternidad deseada. Estos tiranos dispusieron de todos los medios para domeñar a su pueblo. Las estrategias fueron variadas, aunque se afianzaron a través del abuso y la mentira. El problema principal al que se enfrentaron fue que su dominio nunca llegó a ser para siempre. Ni mucho menos. Cualquier respaldo popular obtenido fue una ilusión vana. De una forma u otra, estos dictadores fracasaron en sus intenciones últimas. Algunos murieron durante el desarrollo de su proyecto. Otros no pudieron sobrevivir, ni tan siquiera en la memoria de sus seguidores, tras su fallecimiento. El dictador del siglo XX, en realidad, buscó sembrar la mayor confusión posible para imponer su autoridad y acabar con cualquier rastro de sentido común. En definitiva, la obediencia total, el aislamiento de las personas y la aniquilación de la dignidad humana son el sostén de cualquier programa dictatorial. Este libro está lleno de ejemplos en diferentes épocas, geografías e ideologías.
La mirada de Frank Dikötter no pretende avivar los miedos sobre los múltiples peligros que acechan a nuestras sociedades. Dictadores busca comprender cómo se produjo este culto de la personalidad en un mundo lleno de sombras. En un contexto de crisis para la democracia liberal, esta obra nos invita a alejarnos de la hiperventilación de la discusión acalorado del día a día: estamos muy lejos de aquel tiempo donde el dictador era un protagonista esencial. Como mero testimonio del cambio producido, podríamos colocarnos en los inicios de los setenta del siglo XX. Por aquel entonces Europa tenía más personas viviendo bajo una dictadura que en una democracia. Hemos mejorado bastante. Eso sí, como el propio Dikötter subraya, robar el poder es bastante más fácil de lo que pensamos. Estas páginas nos invitan a estar en perpetua vigilancia sin estridencias.
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