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Orestes perseguido por las furias

Orestes perseguido por las furiasWilliam-Adolphe Bouguereau (1862)

Orestes, entre la venganza y el tormento de la culpa

La Orestíada que firma Karina Garantivá no es sólo un relato de sangre y venganza, sino cómo resolver, o al menos atenuar, los devastadores efectos del odio

Parafraseando la Movida, corren malos tiempos para la lírica aka Humanidades. Afortunadamente, existen excepciones, llámalo teatro, musicales y ediciones de libros, que convocan cada vez a más público, lo que asegura que no tendrán tan fácil el objetivo de fulminarlas. Buen ejemplo de continuidad de los clásicos es la Orestíada de Esquilo, dirigida por Ernesto Caballero y con dramaturgia de Karina Garantivá (Teatro Urgente), sobre las tablas del Teatro de La Abadía hasta el 4 de mayo.

Cubierta de Orestiada

Guillermo Escolar Editor (2025). 112 páginas

Orestíada

Karina Garantivá/Esquilo

Previamente, de la mano de Guillermo Escolar Editor, llega a las librerías la adaptación de la obra –Orestíada– por Garantivá, que con un interesante ensayo introductorio de Antonio López Fonseca, donde explica con precisión el sentido y cruce de épocas, conforman una espléndida edición. Sí, el teatro también se lee. Leer es interpretar. Al leer representamos dos puestas en escena diferentes: la que creamos en nuestra imaginación y la del escenario. Sanchís Sinistierra decía, «leer un texto teatral consiste en asistir a una representación imaginaria», es decir, «leer teatro es poner en escena: el lector es un director virtual».

Ernesto Caballero vive entre tradición e innovación. Pero, sobre todo, reivindica un teatro de la palabra. Precisamente, esta edición abre con unas palabras de Eloy Sánchez Rosillo: «Sólo palabras tienes, y con ellas has de decir el mundo». El mundo y el gran tema universal: el hombre y su fragilidad, su vulnerabilidad. Plantea la Orestíada una confrontación permanente sin solución aparente. 2.500 años después y sigue de plena actualidad. Echen un vistazo hoy a algún juicio mediático o ese juzgar constantemente en las redes sociales. « ¿Qué debo hacer?» o «cómo podemos dirimir o qué justicia puede resolver, o al menos atenuar, los devastadores efectos del odio, de la venganza, de esas reacciones que anulan la humanidad del otro», se pregunta Caballero.

Esquilo, creador de la tragedia griega, nos habla de las pasiones universales: venganza, odio, amor, la ferocidad del ser humano, las guerras, el rencor: «En esta versión, la voluntad de los dioses se une a la humana, son el reflejo de un deseo de creer y su aparición no acaba de convencer a los mortales... », explica Karina Garavintá a El Debate. Acérquense a esta lectura con la única pretensión de entender, que es uno de los objetivos de la literatura. Olvídense de juzgar, para eso están los jueces.

Si la versión de Esquilo trata sobre el asesinato de Agamenón a manos de Clitemnestra, la venganza de su hijo Orestes y los acontecimientos posteriores, Karina Garantivá, a partir de la trilogía original, la ha reordenado encajando modificaciones. El juicio del final se sustituye por uno más terrenal, «conceptos como verdad y justicia aparecen tratados desde posiciones contemporáneas; vemos a un juez de hoy sometido al escrutinio público, a un Orestes que podría ser cualquier joven obligado a ejercer la violencia en cualquiera de las guerras de hoy y a una Electra que toma un papel político más activo».

Los dramaturgos siguen mirando atrás para encontrar maneras que ayuden a expresar lo que sucede hoy. La actualización de los clásicos, pues, en el punto de mira. Para Caballero es necesaria. Recuerden a Borges, «el pasado es arcilla que el presente labra a su antojo». En esta versión algo ha cambiado: la duda. El remordimiento, «su sangre me persigue», dice Orestes. Hasta qué punto él tiene responsabilidad, se pregunta: «Vemos una reflexión de su papel como hijo durante toda la obra, un intento de huir de su destino junto a la búsqueda de consuelo y perdón tras asesinar a su madre».

Se decide la inclusión de voces actuales. El final dialogado sucede entre dos figuras absolutamente contemporáneas: juez y periodista –hoy abundan los periodistas que aguijonean en sus entrevistas con duros interrogatorios cual fiscales– que enfrentarán sus puntos de vista. En cuanto al lenguaje, si Esquilo escribe una poesía densa con espléndidas metáforas, aquí todo es más breve. Cada acción de análisis variará según el lector. Así, la libertad de vocabulario como la adecuación del registro lingüístico –«antena de radio», «llamada», «video», «televisión», «fusiles»– no quebrantan a la Grecia clásica que nos transmitió tan insuperable sabiduría.

Esta versión de Karina Garantivá no plantea conclusiones, pero sí preguntas. Explora los límites del castigo y la justicia. «Al principio pensaba que la Orestíada trataba de la justicia, pero me he dado cuenta de que es una obra sobre el odio, sobre qué podemos hacer con el odio que nos amenaza como civilización, esa es su vigencia». Sin renunciar a oír las voces sobre el escenario, haga acto de lectura, como el que Juan Mayorga invita en su ensayo Mi padre lee en voz alta: «Leer teatro con otros educa en la responsabilidad. Cada libro –como cada escuela que merezca tal nombre– puede ser un espacio para la crítica y para la utopía».

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