Detalle de cubierta de 'Ojos de agua'
'Ojos de agua': la primera novela protagonizada por el inspector Leo Caldas
Misterio e introspección de la mano de uno de los personajes más queridos por los amantes de la novela negra contemporánea en España
Con esta obra comenzó Domingo Villar una magnífica serie de novela negra, compuesta por Ojos de agua, La playa de los ahogados y El último barco, protagonizadas por el carismático, a la par que solitario y melancólico, inspector Leo Caldas. Traducidas a bastantes idiomas, han alcanzado un gran éxito por su magnífico nivel expresivo, narrativo y de visión del mundo que solo logran los grandes novelistas, como indica Lorenzo Silva en el prólogo.

Siruela (2025). 270 páginas
Ojos de agua
Silva, como escritor que también se dedica al género policiaco, realiza un hermoso panegírico de la obra de Villar, a la que califica de una «meticulosa orfebrería verbal». Además, nos regala un apunte de contexto sobre la ficción criminal, explicando con detalle la nomenclatura asociada en todo el mundo a la literatura sobre crímenes, así como su nacimiento y llegada a España al final de la dictadura de Franco. Aun así, no falta el recuerdo de sus antecesores del siglo XIX, llegando incluso a La fuerza de la sangre, una de las novelas ejemplares de Cervantes.
Siruela acaba de sacar a la luz esta nueva edición de Ojos de agua, publicada en su Colección Escolar de Literatura, casi veinte años después de su primera edición. Precisamente, la novedad que propone esta colección a la publicación de novelas ya consagradas es el acercamiento de sus temas más profundos a la población estudiantil, ofreciendo un camino a la lectura. Al final de la obra, encontramos una serie de actividades diseñadas por Alicia Benerte y Elena Palomo en las que, desde un punto de vista filosófico, desde Platón y Ortega y Gasset, pasando por Nietzsche, tratarán el tema de la búsqueda de la verdad; idea que cobra especial relevancia en la investigación criminal.
También proponen actividades sobre la vocación y la vida personal, explicando el concepto japonés de «Ikigai», que se traduce como «razón de ser». Por último, trabajan las nociones de muerte, dolor y justicia, haciendo especial hincapié en el silencio, el perdón y la restauración a través del diálogo. Con todo ello, pretenden profundizar en la obra de una forma más reflexiva y dinámica, desarrollando habilidades de análisis literario, pensamiento crítico y apreciación de temas profundos.
Introduciéndonos ya de lleno en la novela, hemos de resaltar el hecho de que Domingo Villar refleje perfectamente y con mucho humor el carácter de las gentes gallegas, algo que saca de quicio al agente Rafa Estévez, excepcional compañero y contrapunto del inspector. Su relación se vuelve un eje central de la historia, mostrando las diferencias entre los dos hombres, pero también sus afinidades. Caldas no es un héroe arquetípico, sino un hombre que lucha consigo mismo y su desconcierto. Por ello, lo mejor de la novela, sin duda alguna, es el propio inspector, un detective diferente, introspectivo y melancólico. La evolución de Caldas, junto a su humanidad lo convierten en un personaje memorable de la literatura.
Al mismo tiempo, fascinan el reflejo de la vida en Galicia, su gastronomía, sus paisajes y su carácter, pues el Vigo que retrata es más que un simple escenario; es un paisaje denso y sugerente, una atmósfera repleta de misterio. La historia nos introduce en la Galicia profunda, terriblemente brumosa, que se convierte en un personaje más. Podemos afirmar que la naturaleza agreste y solitaria se convierte en un retrato de los conflictos internos de Caldas. A través de la mirada del inspector, un hombre introspectivo, melancólico y amante de la música clásica, Villar nos presenta un caso aparentemente sencillo, pero que se sumerge en una red de oscuros secretos.
El ritmo de la novela es pausado, como la propia vida en la costa gallega, pero nunca pierde el suspense. El desarrollo de la trama se entrelaza con las reflexiones personales del inspector, lo que confiere al relato una profundidad filosófica y psicológica que trasciende la mera investigación policial. Como temas principales encontramos el duelo, el abandono, las relaciones familiares rotas, el peso de los secretos del pasado, así como la constante búsqueda de la verdad.
La prosa de Villar es cuidada, lenta y profunda, lo que permite explorar los sentimientos y las motivaciones de los personajes. En resumen, Ojos de agua es, como decía el propio Villar, «un canto de amor a su tierra gallega», una declaración de afecto por la palabra, una novela profundamente emocional; en fin, un excelente ejemplo de cómo el género negro puede fusionarse con la reflexión más profunda.