La séptima plaga de Egipto (1823), de John Martin
'El clima': hacedor y destructor de civilizaciones
Un ensayo multidisciplinar a cargo de un especialista en paleoclima y un historiador presenta interesantes conclusiones acerca de la influencia del clima en la historia humana
«El imperio del clima es el primero de todos los imperios». Posiblemente muchos se dirijan ya a cerrar la ventana (de Internet) al leer estas palabras. Pero puede que se lo piensan dos veces si precisamos que esa sentencia la incluyó Montesquieu en su conocida obra El espíritu de las leyes, de 1748. Guste más o menos, Montesquieu es alguien a quien hay que conocer y, si se puede, leer. Si no han pinchado ya en la cruz superior derecha de su pantalla, quédense, pues, y prueben a dejarse sorprender. El libro que presentamos a continuación no es ningún panfleto político: se trata de un profundo análisis sobre el papel que ha jugado el clima en la historia de la humanidad a través de algunos episodios representativos, como por ejemplo los eventos Heinrich en la desaparición de los neandertales, la variación del curso de Nilo en la crisis del Imperio antiguo egipcio o el colapso del poderoso Imperio hitita, uno de los grandes actores políticos del antiguo oriente próximo hasta que se vino abajo en el cambio del siglo XII al XI a.C.

Desperta Ferro (2025). 496 páginas
El dios incomprendido. El desafío del clima en la historia de la humanidad
Pero esto no es nuevo. A lo largo de la historia han sido muchas las voces que han puesto su acento en el clima, y cómo este ha aupado o sentenciado civilizaciones, desde los textos más antiguos, como el Poema de Gilgamesh o La Odisea, el poder del clima ha quedado fuera de toda duda, atemorizando y sobrecogiendo a la humanidad. En La Biblia los ejemplos de climas adversos que hacen postrarse a los hombres son difíciles de contar, destacando los casos paradigmáticos del libro del Génesis con Noé y el diluvio y José y los años de sequía en Egipto. En los textos de autores cristianos tardíos como Paulo Orosio o Salviano de Marsella proliferan los castigos divinos mediante climatología adversa que tiene un claro reflejo en el registro arqueológico. Y las crónicas de época visigoda registran una de las sequías (seguida de hambrunas) más devastadoras de la Europa tardoantigua en la península ibérica poco antes de la llegada de Leovigildo al poder. Pues bien, Francisco J. Jiménez Espejo y José Soto Chica, un geoquímico experto en paleoclima y un historiador especialista en bizantinística, han aunado esfuerzos y sus especialidades para obtener un libro con la riqueza de ambas ramas del saber: El dios incomprendido. El desafío del clima en la historia de la humanidad (Desperta Ferro, 2025).
A través de nueve acercamientos concretos, Jiménez Espejo y Soto Chica presentan una idea muy clara: no seríamos quienes somos sin el clima, y cómo este nos ha tratado. También destaca una idea entre otras muchas: la arbitrariedad del clima. En poco tiempo el comienzo de una glaciación, o el cambio de curso de un río, o la explosión de varios volcanes en distintas partes del mundo paralelamente pueden mandarlo todo al traste. Casos como el de los egipcios del Imperio antiguo (cap. 3), tremendamente dependientes del Nilo y su irrigación, o el de los comanches (cap. 9), que vivían al albur de las migraciones de bisontes americanos, demuestran que nuestra aparente estabilidad civilizacional es sólo eso, apariencia. Lo que realmente ocurre, como dejan claro los autores en el libro, es que no tenemos perspectiva cronológica amplia. Como sociedad, llevamos teniendo registros desde hace, más o menos, 5000 años, pero el último evento Heinrich (período glaciar), el 1, que el más cercano en el tiempo, tuvo lugar hace 17000 años. ¿Cómo ajustar nuestro concepto del tiempo a esta escala? Aun así, estas cronologías sólo se manejan en el primer capítulo. A partir del segundo la cronología se vuelve mucho más manejable, centrándose en la crisis climática del 2200 a.C., que afectaría entre otros al Egipto de los faraones y a las poblaciones de las estepas actualmente rusa y ucraniana (caps. 2-5). Un pequeño salto temporal (en comparación con los períodos glaciares e interglaciares) lleva al lector a uno de los colapsos más misteriosos del mundo antiguo: el del Imperio hitita, en torno al 1100 a.C. (cap. 6). Tal fue la magnitud de dicha caída que los hititas desaparecieron incluso del recuerdo hasta que en el siglo XIX las campañas arqueológicas en Anatolia comenzaron a arrojar luz sobre Hattusa. Otro salto temporal nos lleva al siglo VI d.C., con Justiniano el Grande como emperador y el oscurecimiento del sol (que adquirió, según las crónicas, un tono azulado) por acción de las erupciones volcánicas, así como las terribles sequías sufridas en Hispania y África durante la tardoantigüedad (caps. 7-8). El último salto temporal, así como último estudio de caso, conduce al lector al caso comanche, ya en el siglo XIX, cuando la Gran Sequía acabó para siempre con la forma de vida de estos pueblos de la llanura norteamericana (cap. 9).
Cambios a gran escala y extendidos en el tiempo, cambios pequeños y concentrados geográficamente… Todos ellos tienen consecuencias más o menos perceptibles. Francisco J. Jiménez Espejo y José Soto Chica nos lo muestran en esta reveladora aportación de mayor a menor escala: cómo una glaciación de hace decenas de miles de años empujó a la desaparición de una especie humana fuerte y, a priori, bien adaptada al medio, como eran los neandertales, hasta la Gran Sequía que en apenas dos décadas acabó con un imperio cazador y guerrero como el comanche. El clima, en palabras de Montesquieu, es el primero de los imperios, y a través de nueve estudios de caso magníficamente expuestos podemos ver sus acciones en nuestra historia. Es realmente sobrecogedor pensar que, tras todas las peripecias climáticas experimentadas por la humanidad, sigamos aquí. Casi parece un milagro.