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Imagen promocional de 'Casting Lear', de Andrea Jiménez

Imagen promocional de 'Casting Lear', de Andrea JiménezEuropa Press

Así es ‘Casting Lear’, la «irreverente» performance vencedora de los Premios Max

Los Premios Max han coronado a 'Castin Lear' como lo mejor del teatro español. Pero ¿vale realmente la pena?

Las innovaciones en el teatro contemporáneo, con sus escenografías iconoclastas y sus textos con una pretendida rebeldía que termina haciendo gala de una notable ingenuidad, están casi siempre envueltas en polémica.

Si a ello se le suma un estreno en uno de los teatros más irreverentes de Madrid, como es el Teatro de la Abadía, la polémica está cien por cien asegurada. No obstante, ¿quién dice que no es eso, precisamente, lo que se busca?

Los Premios Max de las Artes Escénicas han alzado como gran vencedora de su gala de 2025 a la obra Casting Lear, producida por Barco Pirata y dirigida por Andrea Jiménez. La obra se volverá a representar del 5 al 15 de febrero de 2026 en el Teatro de La Abadía después de haber pasado ya por su escenario en 2024.

Pero ¿de qué trata esta obra publicitada con una fotografía de Andrea Jiménez vestida de tenista sujetando una raqueta retro de madera en una mano, tres pelotas de tenis en otra y con una corona dorada en la cabeza?

La obra no es, obviamente, una adaptación del clásico de William Shakespeare El Rey Lear. Es, más bien, un espectáculo donde se emplea la obra de Shakespeare como excusa para un montaje demencial en el que, cuanto más caos sin sentido de apariencia moderna, mejor.

La propuesta se define como «performance» e «irreverente». Es decir, poco teatro y mucha autorreferencialidad donde el cliché de la irreverencia vuelve a emplearse como principal reclamo publicitario para público y crítica.

La performance de Casting Lear tiene, en realidad, una mecánica simple. Consiste en hacer desfilar cada noche a un actor diferente que tratará de desempeñar el rol de Lear bajo la batuta de Andrea Jiménez creando, o al menos así se pretende, un espacio de encuentro entre diferentes miembros de una generación de actores.

Con esa excusa, se plantea una reflexión sobre la paternidad, el amor o el perdón. «Mi padre es Lear, pero nunca ha entrado en un teatro. Yo soy Cordelia. Y soy directora de teatro. Como ella, voy a buscar a Lear, voy a atreverme a mirarlo y voy a intentar perdonar. Y lo voy a hacer desde un escenario. Cada noche, un actor distinto, será Lear, será mi padre, será un posible padre, uno que sí quiera sentarse en un teatro a conversar», dice Andrea Jiménez en la explicación de la obra difundida por el Teatro de La Abadía.

«Esta versión-simulacro de Rey Lear aspira a ser una puerta abierta para pensar cómo nos relacionamos con nuestros padres, los biológicos, pero también los metafóricos, incluido el mismo William Shakespeare. Es una autoficción a partir de un clásico o un clásico autoficcionado, y ojalá ninguna de las dos cosas», añade.

Y, sin embargo, lo único en limpio que se saca de Casting Lear es la convicción de qué necesario es hoy, más que nunca, que se recuperen los clásicos, se les cuide y se entreguen como herencia para las próximas generaciones. Sólo así se podrá innovar en teatro de calidad que valga la pena ser recordado.

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