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19 de abril de 2024

Joan Barreda ayer, durante la undécima etapa del Dakar

Joan Barreda ayer, durante la undécima etapa del DakarEFE

Joan Barreda, el «medio hombre» que humilló al desierto de Arabia

El piloto castellonense terminó el Dakar en quinta posición después de correr desde la quinta etapa con una clavícula rota

Casi convertido en un «medio hombre» finalizó Joan Barreda el Dakar en una quinta posición heroica. El español con mayor número de etapas ganadas en el raid, después de superar en esta edición a Jordi Arcarons, y solo por detrás en la historia de los franceses Peterhansel y Desprès, pilotó su Honda a través del desierto con la clavícula rota desde la quinta etapa.
«El resultado de este Dakar es un quinto puesto con una fractura de clavícula de hace una semana y después de perder 40 minutos en un punto intermedio el primer día. Mantuve la mentalidad y la ambición que tuve durante todo el año, a pesar de las adversidades. No me rendí y llegué hasta el final. En la competencia, las cosas a veces van bien y otras veces no van tan bien. Pero lo importante para mí era poder mostrar todo el trabajo duro que hicimos», destacó el castellonense en un comunicado.
Joan Barreda en la etapa 10

Joan Barreda en la etapa 10EFE

Una lesión que le llevó a conducir con una sola mano en una aventura legendaria. Doce Dakares después, cinco abandonos, ninguna victoria general, pero tercero de la historia en número de postas como ganador, Barreda ha protagonizado una gesta (que no aparecerá en los anales de la carrera) con épicas reminiscencias de viejas glorias españolas allende los mares o allende los desiertos.
Conducir con una mano en moto durante miles de kilómetros entre dunas, piedras, animales sueltos y toda clase de obstáculos para que no se salga el hueso que sustenta el tórax y permite la movilidad de uno de los brazos recuerda inevitablemente al «medio hombre» español que humilló a la todopoderosa flota inglesa hace más de tres siglos.

Tuerto, cojo y manco

Barreda ha humillado al desierto con el mismo coraje y la audacia del teniente general de la Armada, Blas de Lezo, defensor de Cartagena de Indias, tuerto, cojo y manco tras sucesivas batallas, el «pata palo» o «medio hombre», como le llamaban, que abandonó varios fuertes y hundió sus propios barcos para formar un estrecho paso como el de las Termópilas y defender dos posiciones que supusieron una trampa para los barcos ingleses, sin sitio para ejercer su poderío. De Lezo ahondó los fosos de sus defensas y los ingleses perecieron por diez miles, incapaces de alcanzar con sus escalinatas de asalto las murallas españolas.
Joan Barreda durante la séptima etapa

Joan Barreda durante la séptima etapaEFE

Como el almirante Vernon, que mandó un mensaje al rey de Inglaterra comunicándole la victoria sobre los españoles que aún no había conseguido y nunca consiguió, el desierto parecía haber derrotado a Joan Barreda enviando su propio mensaje que el propio piloto de Torreblanca se encargó de contradecir aguantando el dolor durante largas y duras horas y días como si hubiese bajado los fosos de sus propias murallas y hundido sus propios barcos.
«Trabajamos durante siete meses para el Dakar, ahora es el momento de descansar un poco y luego pensaremos en nuevos objetivos, sabiendo que la ambición y la motivación tienen que ser del cien por cien. En este Dakar, cada día que iba en bicicleta tenía sensaciones únicas», ha dicho. En bicicleta, también, y con una clavícula rota.
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