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Luka Doncic el pasado diciembre en Indianápolis contra los Pacers

Luka Doncic el pasado diciembre en Indianápolis contra los PacersGTRES

La mudanza personal y natural de Luka Doncic

Las seis victorias consecutivas de los Mavericks, la mejor de las rachas del equipo tejano desde la llegada del 77, parecen haberle devuelto la ilusión, mientras se acelera la forma, a la estrella eslovena

La mejor racha de victorias de los Mavericks de Doncic coincide con la progresiva puesta a punto de la estrella eslovena, que empieza a dar señales de una nueva aclimatación. Lo de Luka en las últimas semanas, algún mes quizá, es como si hubiera tenido una mudanza. Pero una mudanza al piso de arriba, donde los suelos, las paredes, los marcos y las habitaciones son iguales. 

Seis victorias consecutivas de los de Dallas, el viejo anhelo competitivo del que acaba de convertirse en el jugador de 23 años que más triples-dobles ha logrado en la historia (39, superando al mítico Oscar Robertson) a su llegada a la NBA, un ímpetu incomprendido en los usos de la liga estadounidense, más pendiente del espectáculo que de las victorias.

Exhibiciones individuales

Quizá como efecto de esta particular idiosincrasia, cansado de la sucesión interminable de exhibiciones individuales a las que se veía abocado, la mente y el cuerpo de Doncic dijeron su particular «basta». Diez partidos de ausencia, primero por lesión y luego por protocolos covid, han significado otro récord, esta vez negativo, en la poco menos que insuperable, de momento, carrera de Doncic en Estados Unidos. Una especie de hastío íntimo con reflejos en su físico y en su motivación no demasiado visibles en los números, pero sí en las formas. 

A Doncic se le ha visto dejado en su peso y los medios no lo han hecho notar más porque el talento (y la estirpe, ganada a pulso) del canterano madridista ha suplido esa falla en gran medida, pero sí se ha notado en la transmisión, en la ausencia de alegría ante la ausencia, quizá, de desafíos que parecen renacidos con el amanecer del equipo.

Luka Doncic ante los Warriors el pasado 5 de enero

Luka Doncic ante los Warriors el pasado 5 de eneroGTRES

Esas seis victorias consecutivas y el aumento de las prestaciones individuales y, sobre todo, colectivas de un equipo o el despertar de los Mavericks, que empiezan a levantar polvo como las grandes manadas del Oeste ante el entusiasmo de su vaquero (el equipo de fútbol americano de la ciudad son los Cowboys) favorito. Una suerte de madridización ansiada que parece haber ayudado a levantar el arrojo de Doncic, deseoso de participar en la fiesta que se avecina, y que puede continuar esta noche en  el Madison ante los Knicks, como su líder natural. 

La fiesta y la victoria de la superestrella que sólo quiere ganar más allá de los focos que lo alumbran por los lucimientos personales que no le interesan si no existen los colectivos, el escaparate del que parece haber llegado al fin del disfrute, como el de la juventud de la fama, convertido o devuelto definitivamente a lo que le enseñaron a ser: un gran jugador de baloncesto feliz en busca, en este caso, de un anillo.

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