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Vinicius, en el euroderbi del pasado martes

Vinicius, en el euroderbi del pasado martesEuropa Press

Vinicius regresa con el objetivo de volver a marcar la diferencia en el campo

  • El brasileño sabe que Xabi le colocará también por el centro del ataque, rotando con Mbappé, y asimila que ahora tendrá un rol táctico de mayor movilidad

  • Desea que su petición económica de renovación no afecte a su juego y quiere darlo todo en el césped y que el público lo constate

Vinicius se plantea un reto por delante que a lo largo de este año solo ha conseguido en contadas ocasiones: volver a ser determinante en el Real Madrid y que sus situaciones personales no afecten a su rendimiento. ¡Aibooo! ¡Aibooo! Al campo a trabajar. El Real Madrid regresó a los entrenamientos después de tres semanas de vacaciones y el brasileño se ha marcado ese objetivo durante este corto periodo de descanso, tres semanas en las que el litigio de su renovación ha caldeado el ambiente.

Sabe que la afición no está contenta con él. Y debe revertir esa visión. Su apuesta es demostrar en el campo que las diferencias económicas no tienen nada que ver con su aportación al equipo. Son cosas distintas y eso es lo que quiere decir en el césped.

La presentación oficial de Xabi Alonso en el Bernabéu se producirá en quince días, frente a Osasuna. La primera jornada de Liga será también el primer examen de Vinicius después de una temporada mala y de un antagonismo económico que ha afectado a sus prestaciones. Desde que dio dos buenas asistencias de gol a Mbappé en Montjuic no ha vuelto a ser él. En el Mundial de Clubes solo dejó algunas pinceladas de su calidad y ya está. No fue el Vinicius decisivo de los cuatro años anteriores.

Esa es su meta. Volver a ser el futbolista que solventaba los partidos complicados. Lo ha hecho realmente desde que debutó en el club hace siete años. Lopetegui primero y Solari después tuvieron la valentía de alinearle en un conjunto en crisis y el brasileño aprovechó su oportunidad, repleto de clase, velocidad y zancada. Ahora es un volver a empezar, pero con dos Champions en su haber.

Compartir liderazgo con Mbappé

Tres cosas han influido en el bajón de rendimiento de este año: el segundo puesto en el Balón de Oro, el conflicto de su renovación y la irrupción goleadora de Mbappé. Hacer propósito de enmienda, como pretende, incluye compartir el liderazgo del equipo con el francés. Retornar al camino del éxito exige saber aceptar que hay más líderes en el grupo. Tiene que estar mentalmente abierto a una realidad que Kylian ha confirmado con 44 dianas y la conquista de la Bota de Oro como máximo artillero de Europa.

Es una cuestión que ha meditado durante meses y que debe tener asimilada. Ya no es el único líder de la plantilla. Hay otros líderes. Mbappé, Bellingham y Valverde. El parisino es quien le afecta directamente porque juega en la delantera. Debe asumir que el nuevo número diez lleva ese dorsal por algo. Es el referente deportivo del Real Madrid. Debe encajarlo. Y ser la otra arma del esquema. Mbappé necesita al mejor Vinicius a su lado y ese es el triunfo que han de compartir. El brasileño le ha dado pases de gol magníficos y esa es su arma letal, sin descartar que marque más de veinte tantos por temporada, como hace habitualmente. Pero Benzema fue el ariete durante un lustro y ahora es Mbappé.

Recuperar su máxima punta de forma

Hubo un cuarto argumento puramente futbolístico en el descenso de su rendimiento durante la campaña pasada. Perdió la punta de máxima forma física que definió su diferencia con el resto de los mortales. Ya no se iba de todos los rivales con sus regates. Faltaba algo de la velocidad que le permitía escaparse de los enemigos cuando y cómo quería. A lo largo de un lustro hemos visto como los árbitros eran ciegos ante las brutales patadas que sufría para frenar a un extremo imparable. Las entradas eran de roja y ni siquiera se sancionaba, porque con el Reglamento en mano los adversarios se quedarían con nueve. No se aplicaba el reglamento con Vinicius y con el Real Madrid. De aquellos barros vinieron estos lodos de las protestas constantes del delantero y de las expulsiones que sufría, indefenso ante la violencia permitida por los colegiados.

Recordamos estas situaciones inolvidables, con agresiones a Vinicius solapadas por Clos Gómez y su VAR, con denuncias contra el VAR ganadas judicialmente por el Real Madrid, porque las cosas cambiaron este año. El delantero ya no se iba tan fácil de sus enemigos en el césped. Muchos defensores le habían leído la matrícula y no tenían que hacer tantas marrullerías. Las continuaban haciendo, porque este brasileño es demasiado bueno. Pero ya podían camuflarse en triquiñuelas que los árbitros, por supuesto, tampoco castigaban.

Vinicius debe volver a ser letal

Vinicius debe volver a ser brutal en la zancada, la finta y el regate. Como dicen muchos antiguos jugadores madridistas, Vinicius es Vinicius cuando protesta, cuando su clase es tan grande que los contrarios tienen que entrarle 'a matar' para pararle. Los 'viejos' del lugar quieren ese Vinicius protestón, porque significa que ha vuelto a ser imparable. Ese es su objetivo, volver a ser letal. Único. Sí, único al lado de Mbappé. El reto es que los dos sean únicos. La clave del éxito recíproco es que los dos se entiendan y los dos quieran entenderse.

Y decimos que el madridismo quiere que el brasileño vuelva a ser 'protestón' porque cuando eso sucedía es porque era insoportable para los oponentes. Es un arquetipo de lo que el madridismo quiere volver a ver, el Vinicius estelar. Dicho esto, Florentino Pérez espera que el nuevo presidente de la Federación y los nuevos dirigentes arbitrales cambien radicalmente ese estamento y que el VAR sea por fin justo y no un arma política, futbolística y de poder fáctico que ha masacrado al Real Madrid por querer desenmascarar a la mafia de Negreira y sus aliados, muchos de los cuales siguen en el Comité Técnico de Árbitros y en la Federación.

El brasileño empieza una nueva etapa tras un año sin grandes títulos

El número siete lo portaron Kopa, Molowny, Juanito, Raúl, Cristiano y Vinicius. El brasileño ya ha hecho historia con ese dorsal y ahora anhela consolidarse como una leyenda. El muchacho de Río de Janeiro empieza una nueva etapa, al lado de Mbappé y con Alonso como entrenador.

Ancelotti fue como un padre para el suramericano. Le enseñó bastantes cosas del fútbol profesional al más alto nivel y frenó muchas de sus reacciones sanguíneas. Hoy tiene 25 años, ya no es un niño, se encuentra en el ecuador de su carrera y debe atacar una nueva era con un entrenador que le exige más cosas y que no le permite hacer lo que él quiera. Xabi debuta como responsable deportivo del Real Madrid tras un año sin grandes títulos y eso quiere decir que no hay jerarquías ganadas porque pocos futbolistas pueden sacar pecho tras la última campaña. Si no se vence, no hay galones. Y es necesario hacer cambios.

Alonso viene a imponer los cambios que le hicieron triunfar en Alemania. Desea un conjunto que se adapte a sus esquemas móviles de juego. Pretende que Vinicius sea extremo, izquierda y delantero centro. Que rote con Mbappé en ambas posiciones. El nuevo técnico aplica variantes tácticas constantemente, no quiere equipos anclados en un único sistema previsible, y Vinicius tiene que asimilar estos cambios. Incluso a veces jugará por la derecha, como el guipuzcoano le pidió frente al PSG. No lo entendió entonces, acostumbrado a moverse donde él quería. Ahora debe comprender que todo es diferente, que ha llegado un preparador que ejecuta diversas estrategias en ataque y defensa a lo largo de un encuentro. Y los delanteros deben incorporarse a esos movimientos generales del esquema.

Los sistemas están por encima del jugador

Una de las exigencias fundamentales de Xabi Alonso es que Vinicius y Mbappé defiendan cuando se pierda el balón, para intentar recuperarlo. Se acabó el quedarse parado, demasiadas veces en fuera de juego, esperando que los compañeros roben la pelota. No. Ellos son los primeros que deben hurtar el balón.

El argumento principal del cambio que viene a realizar Alonso es que hoy se gana con un fútbol moderno que exige velocidad, potencia, resistencia y un constante movimiento táctico. Este balompié de la tercera década del siglo se define por la victoria de las estrategias y de la disciplina por encima de las individualidades. El Real Madrid quiere eso. Y Vinicius tiene que acoplarse a este fútbol. Esa es la clave. Vinicius tiene que volver a ser fundamental en un Real Madrid de muchas variantes tácticas. Es lo que intenta.

No hay titularidad fija

El brasileño ha comenzado los entrenamientos con ese objetivo. Sabe que la revolución que Alonso dirige implica una disciplina distinta. Implica realmente la importancia de la disciplina por encima del individualismo. Y el entrenador ya ha dejado claro que no hay titulares fijos. Gonzalo ganó la partida a Vini y a Rodrygo en el Mundial de Clubes. El canterano era titular ante el PSG por delante de Vini, que finalmente jugó por la lesión de Trent. Fueron ejemplos de la vuelta de tuerca que Xabi quiere ejecutar.

Vinicius vuelve a empezar, pone el contador a cero, porque Alonso viene a crear otro Real Madrid, moderno, con múltiples virtudes por explotar, buscando otros métodos para ganar ante rivales que suelen encerrarse cuando se miden al Real Madrid. Tiene que jugar bien en otro ecosistema futbolístico, moverse por espacios que no pisaba, intercambiar roles con Mbappé.

Demostrar al aficionado que su compromiso es incuestionable

El brasileño se ha marcado como meta recuperar su esencia, el nivel que le hizo superior, el que le llevó a ser favorito en el Balón de Oro. Y desea demostrar al seguidor madridista, extrañado por las formas rudas de negociar su renovación, que su confrontación por el asunto del contrato es capítulo aparte. Quiere hablar en el césped y subrayar que su compromiso es incuestionable.

No ha dejado de manifestar que le gustaría jugar muchos años en el Real Madrid y escribir más páginas de una historia bonita. Y a su vez precisaba que tiene contrato hasta 2027, recordando ese final. Los seguidores saben que son estrategias para negociar. El club y el madridismo esperan que esos regates no afecten a su rendimiento.

Vinicius desea ser decisivo para el equipo. Ganarse a Xabi Alonso. Ganarse el crédito ante un entrenador que le conoce bien, pero que aún no ha visto en directo sus mejores cualidades. Quiere que su nuevo jefe compruebe que es letal, casi imprescindible. Todos quieren vivirlo, comprobarlo: el Real Madrid, su técnico, sus compañeros y setecientos millones de madridistas reconocidos. Vinicius estrena su octava temporada en la casa blanca con un reto tan enorme como el que vivió hace siete años.

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