Xabi Alonso, en Montilivi en el Girona - Real Madrid
El Real Madrid considera que la mala situación del equipo se debe más a los jugadores que al entrenador
El club tiene «paciencia, calma», no piensa en cambiar a Xabi, pero pide una reacción, porque no puede ser que cada salida suponga un empate
Valdano muestra su enfado con el Madrid y manda un aviso a Xabi Alonso: «¿Dónde estaría este equipo sin...?»
Es cierto que el colegiado Ricardo de Burgos Bengoetxea es el tercer árbitro que más ha perjudicado históricamente al Real Madrid, después de Enríquez Negreira y Clos Gómez, dato que expresa claramente el 'Negreirato' que el club madrileño ha sufrido durante dos décadas, con dos individuos que colgaron el silbato para continuar perjudicando al club blanco desde cargos directivos importantes en el arbitraje español.
Es verdad que De Burgos, el gran heredero de ambos, no quiso pitar un penalti claro sobre Rodrygo en Gerona que habría supuesto probablemente la victoria madridista y un cambio en el relato de esta semana. Pero ese perjuicio arbitral periódico, que persiste en el tiempo porque los colegiados actuales fueron formados en la era Negreira, no impide pensar que el conjunto blanco tiene un problema de fútbol.
El análisis interno de la entidad lo dice, lo calibra, lo testa y lo encuentra. Y no es un problema de entrenador, que es la diana fácil cuando las cosas no funcionan. Es, como casi siempre, un problema de los jugadores, que son los que están en el campo. Y conocer el problema no significa que sea fácil solventarlo.
Muchos llevan hablando de Xabi Alonso durante un mes como si fuera el culpable de la muerte de Manolete. Son críticas muchas veces alimentadas e interesadas, incluso un recurso periodístico manido, pues lo sencillo es quitar a uno que no juega en vez de a seis que sí juegan diariamente.
Decimos esta realidad porque el técnico está colocando a los futbolistas donde quieren jugar. Y son ellos los que jugando donde piden no funcionan. No es un problema esencialmente de jefatura. Es un problema de profesionales que están entrando constantemente en los onces iniciales cuando no están rindiendo a su mejor nivel.
El club no piensa quitar a Xabi Alonso
La dirección deportiva madridista sabe esta verdad: los futbolistas no están funcionando. Conoce muy bien que el problema no es principalmente de entrenador. Y no piensa echar a Xabi. La cúpula ofrece una lección de paciencia, de mesura y de calma, porque el problema está en la plantilla, en los que visten de corto, que no ofrecen su mejor versión y tampoco están físicamente para lanzar flores.
El diálogo de la dirección deportiva con Alonso es fluido y lo que sí se pide es una reacción pronta. La reflexión es que no puede ser que cada salida suponga un punto. Que cada partido a domicilio signifique un empate. Así no se puede ganar una Liga. Hay que dar un paso adelante.
Lo único que se puede achacar al técnico es que ha cedido totalmente a las peticiones de sus pupilos. En esas largas charlas con sus hombres, reunidos con el jefe en grupos de tres o cuatro, los líderes del cotarro le dijeron que no querían tanto vídeo de los contrarios y se han reducido al máximo. Incluso alguien ha dicho que el último vídeo del rival duró un minuto cuando antes duraban quince.
Xabi Alonso, durante el Girona - Real Madrid
Tampoco se realiza la presión alta con energía, ni durante los noventa minutos. Se muerde arriba alternativamente, por momentos. En Gerona se hizo con el marcador en contra. Todo se hace como anhelan los jugadores. Y no rinden ¿Qué más quieren?
El problema principal es de creación de fútbol y la clave está en el centro del campo. No hay un director de juego y la línea media no ofrece hasta ahora las prestaciones que el Real Madrid exige para aspirar a los títulos. El problema tiene nombre y apellidos: Federico Valverde es el primer problema. Güler y Bellingham se suman a esta ecuación porque son irregulares y no dan el mejor nivel con la continuidad necesaria.
Federico Valverde no está jugando bien. No encuentra su sitio en este esquema. Alonso lo alinea por la derecha, donde ha jugado siempre con Ancelotti y con Zidane, y no rinde. También le sitúa como interior y tampoco funciona. No se ven ni sus antiguas galopadas ni sus disparos a puerta, nada.
A su lado, cerca del uruguayo, Güler y Bellingham tampoco están finos. El entrenador ha decidido colocar a Jude y a Güler arriba, el inglés para disparar a puerta y el turco para dar centros letales a Mbappé. Arda es el mejor pasador para el francés. El británico tiene gol y hay que acercarle al área. El dilema es que Güler es muy joven para llevar la batuta del ataque y flaquea en la faceta defensiva. Es irregular y sufre con la presión de los adversarios a domicilio. Jude tampoco ha encontrado todavía su mejor momento tras la operación del hombro. Se juntan circunstancias anómalas y las cosas no salen. Tchouaméni mantiene el tipo en el medio, pero no es suficiente.
A Xabi le ha mirado un tuerto. Alinea a los teóricos mejores y no están rindiendo con regularidad. Si pone un circo le crecen los enanos. Hay una verdad empírica. Los futbolistas están jugando donde quieren y no ganan los encuentros ligueros a domicilio. Los integrantes del plantel le están fallando al preparador. Parece como si jugaran sin alma.
Los envites frente al Athletic, el Celta y el Manchester City pondrán a prueba la paciencia de la cúpula, que sabe que no hay un único culpable, hay varios, otros. Hay un problema de fútbol que todos, el técnico y el grupo, deben solucionar. Y los árbitros ahondan en la herida. La dirección deportiva madridista exige un salto adelante. De todos.