Los jugadores del Real Madrid hacen piña: la Champions es el punto de inflexión

La Copa de Europa es el santo y seña del Real Madrid desde que Miguel Muñoz marcó el primer gol en 1955 ante el Servette suizo en el Charmilles Stadium de Génova. Ganar la Liga por trigesimoséptima vez está muy bien, pero el club blanco encuentra sentido a su competitividad en la Champions League, el torneo que hizo grande a la entidad, de la misma manera que la institución dirigida entonces por Bernabéu y liderada por Di Stéfano hizo grande a la Copa de Europa con cinco títulos consecutivos que engendraron una leyenda recíproca.

Ahora, los campeones vigentes, Bellingham y Vinicius, Rüdiger y Valverde, asumen que el partido frente a la Atalanta es el punto de inflexión de la plantilla. Es fundamental vencer o empatar para asegurar la continuidad en la competición.

Tres victorias ante la Atalanta, el Salzburgo y el Stade Brestois, los tres encuentros pendientes de la primera fase, clasificarían al Real Madrid directamente para los octavos de final. Dos triunfos y un empate también podrían ser suficiente. El objetivo es puntuar al menos en Bérgamo, no regresar de vacío, pues una derrota no eliminaría al campeón vigente, pero le mantendría en una tensión excesiva hasta los duelos con el Salzburgo y el Stade Brestois en las dos últimas semanas de enero. Demasiado tiempo de espera. Hay que plasmar la reacción en el Gewiss Stadium de Bérgamo.

Mbappé, Endrick y Asencio buscan su primera Champions. El grupo es una piña para confirmar su evolución en la 'final' de Italia.

El camino bueno de la historia

Cinco derrotas en el primer tercio de la temporada son la causa de esta tensión. Los fiascos en la Liga de Campeones ante el Lille, el Milan y el Liverpool han puesto a la casa blanca en alerta. Los fracasos frente al Barcelona y el Athletic en el campeonato español consolidaron esa situación límite. El regalo de un penalti fallado en Liverpool y de otra pena máxima desperdiciada en Bilbao, además de la dádiva defensiva de los dos goles locales en San Mamés, complicaron una realidad que parecía extraña en un plantel campeón de Europa y de Liga hace seis meses. No era normal lo que estaba sucediendo.

La victoria en Gerona volvió a poner las cosas en su sitio. Florentino Pérez bajó al vestuario en Montilivi para felicitar al entrenador y a los jugadores e inyectarles moral con vistas a Bérgamo. «Este es el camino».

Los pupilos de Ancelotti saben que el partido frente a la Atalanta debe ser su punto de inflexión. Lo analizan entre ellos y en el diálogo pausado con el cuerpo técnico. No pueden cometer más errores en Europa y sobre todo no pueden regalar más cosas. Es imposible hacer más regalos. 'Debemos recuperar el camino bueno de la historia'.

Han dado un paso adelante

La conjunción de reveses sufrida en San Mamés, con el penalti desaprovechado y el regalo de los dos goles vizcaínos, supuso que el grupo mantuviera una cumbre con el entrenador e hiciera una dura autocrítica que dio paso a una inyección de moral aplicada por Carlo para recuperar la confianza de todos. Las cosas ya no podían salir peor. Lesiones e infortunio en dosis dobles.

El preparador italiano adujo que eran los mismos que habían sido campeones de todo en junio. Solo faltaba recuperar la confianza. Creía en ellos. La victoria en Gerona fue un golpe de reafirmación que deben ratificar en Italia. Los futbolistas hablaron y expresaron que todos debían dar un paso adelante para sacar al equipo de la crisis. El 0-3 de Montilivi fue el primer puñetazo sobre el tapete verde del fútbol. Han comenzado a salir del atolladero.

Lo más destacable es el compromiso de todos los futbolistas de Carletto, de los que juegan habitualmente y de los que están molestos porque lo hacen menos. Todos han visto las orejas al lobo y saben que si no sacan esto adelante lo pagarán todos, sin excepciones. Se observó en Gerona. Cada jugador que saltó al campo de Montilivi se dejó la piel y demostró lo mejor de sí mismo, desde Güler a Valverde, pasando por Bellingham, Mbappé, Brahim, Rüdiger, Modric, Tchouamení y Courtois. Todos realizaron un gran partido.

El mensaje que transmitieron los veteranos a los jóvenes es que no miraran para atrás y que rindieran al máximo. Que enseñaran en el césped por qué están en el Real Madrid. Así sucedió. Y ese es el lema de futuro, empezando por Bérgamo: que demuestren en cada encuentro por qué pertenecen al Real Madrid.

Mbappé abrió el camino

Fue Kylian Mbappé quien abrió el sendero del grupo para dar el paso adelante y demostrar toda la personalidad en los momentos más difíciles. Criticado por casi todos, responsable de los dos penaltis fallados, el francés se puso frente al batallón de fusilamiento y dijo que no podía seguir así y que era el momento de dar el cambio total a su juego. Fue él mismo quien manifestó que no podía continuar con este rendimiento y que ya era la hora, su hora, de dar un giro de timón personal, futbolístico y mental.

Lo hizo. Mbappé fue de los mejores en Gerona. Marcó un golazo y pudo anotar más. Su salto adelante lo notó el grupo. El equipo se sintió más confiado porque veía que la estrella empezaba a lucir. Y con él brillaron Güler y Brahim.

Mbappé se suma al barco que encabeza Bellingham. Desde que Ancelotti corrigió su posición y le puso al borde del área ha marcado cinco goles en cinco jornadas consecutivas. Eso no lo hacía nadie en el Real Madrid desde Benzema, hace tres años.

El inglés regresó al puesto ofensivo que le permitió luchar la temporada pasada por el título de máximo goleador de la Liga. Fue un error retrasar su colocación para dar entrada a Mbappé. Se ha subsanado la equivocación. Jude puede jugar arriba y no pisarse la manguera con el francés. Al revés. El británico tiene gol y da goles a Kylian. Bellingham da goles a todos. Y los marca. Es el alma de este Real Madrid. El alma que necesita el equipo en Bérgamo.

Vinicius y Rodrygo se suman a la batalla de Italia. Bellingham conecta muy bien con todo el ataque y especialmente con Vinicius. Bellingham, Mbappé y Vinicius deben dibujar el alma del Real Madrid.