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04 de mayo de 2024

Vinicius, en una celebración de un gol del Real Madrid en Pamplona

Vinicius, en una celebración de un gol del Real Madrid en PamplonaAFP

Osasuna 0-2 Real Madrid

Un gran Vinicius mantiene al Real Madrid en la lucha por la Liga

Valverde marcó el primer gol de los blancos a pase del brasileño, quien no dejó de percutir ante la meta de Osasuna en una demostración de pundonor y calidad que cerró Asensio en el descuento

«Pita El Sadar, ambientazo», dijo el locutor. Esto fue después de que un espectador gritara «Vinicius hijo de puta» durante el minuto de silencio. Instantes después Torró le segó el tobillo a Camavinga. Y El Sadar siguió pitando. No sé sabe muy bien qué es el ambientazo, aunque sí que los jugadores del Madrid se hacen daño. Pocas veces les hacen daño, sino que ellos mismos se hacen daño. Es un suceso antropológico-futbolístico extraordinario. Como la que dicen es la gran parada al disparo de Vinicius del portero Herrera. Vinicius superó al defensor y después a Herrera por debajo de las piernas, quien tuvo suerte al tocarle la pelota el tacón.
Estaba Osasuna muy bien puesto en la salida pensando qué hacer. Y sabiéndolo. Luego se metía por los lados y se embarullaba la jugada en el peligro en el área de Courtois. Los de Ancelotti sacaban piernas como bailarinas de cabaret, y no se paraban los locales. Seguían echando monedas al escenario como orondos clientes de frac y monóculo. De lo bien puestos que estaban los rojillos casi se podían ver las mesitas con las copas de champán y la nube de humo de los puros en el techo.
No miraba el Madrid. Jugaba. A lo largo. Vinicius estaba en su afán con brillantez. Las pequeñas imprecisiones del brasileño salvaban por el momento a los de Pamplona en esas estiradas, muy bien colocados, serenos. Modric planeaba algo. Se movía por todas partes para encontrarlo. Era un director de escena con las gafas colgadas del cuello, mesándose los cabellos, saliendo y entrando de la escena y volviendo a la oscuridad del patio de butacas.

Osasuna movía la batuta

Llegaba Osasuna, encontraba caminos, entradas, las abría en el cierre madridista. Algunos jugadores del Madrid parecían mal situados, mal colocados, en la posesión, pero tras el taconazo penúltimo de Camavinga para Vinicius se vio que no era eso, no era eso, como la República de Ortega. Osasuna movía la batuta y el Madrid se afanaba no en quitársela, sino en desbaratar la tonadilla. Modric se movía con su correr heroico en el medio y bajo campo. Tenía que hacerlo en la incómoda presión adelantada de los locales.
Ceballos esquinado y Rodrygo centrado eran hologramas. No tenían el día de magos, aunque precisamente por lo que son nunca se sabe. Jugar así con nueve era más difícil. La presión local se intensificaba. Era una tortura sacar el balón para un Madrid que no parecía querer jugar en esa parte del campo. La impaciencia por el fracaso de la buena actuación ofensiva local parece que le animó a apretar las tuercas.
Comenzó a observarse un comienzo de violencia mallorquinista. Vinicius era un saco de boxeo. No hizo nada y Moi hizo de Sarah Bernhardt para intentar provocarle. Moncayola le agarró del hombro y luego le hizo una llave en el brazo para impedirle avanzar. Pitó el árbitro y se armó la marimorena incendiada por la indignación impostada de los propios osasunistas, que sumaban otra táctica. Así acabó la primera parte con Ancelotti saliendo al campo a hablar con el árbitro ante el cambio de paradigma permitido.
Vinicius avanza con el balón ante Moreno

Vinicius avanza con el balón ante MorenoAFP

Precisamente Ceballos y Rodrygo organizaron una buena por el lado izquierdo. A punto estuvo el brasileño de marcar en el reinicio. La lanzada de Ceballos y el regate y el tiro curvo de Rodrygo. No se sabe por qué el caño de Modric y la falta de David García se quedó en nada. Fue un empujón de bar. Ceballos empezaba a estilizarse buscando el pase natural. Rodrygo ya entraba. Esto había cambiado la cosa. El Madrid marcó en fuera de juego tras una conducción de Alaba, que tardó en centrar.
No subió al marcador el tanto, pero sí quedó el cuidado de orfebre de Vinicius, tratando la pelota como cristal de Murano. Colores y formas que se veían también cuando Valverde cogía la pelota para alejar el peligro. Valverde a veces corre como si fuera Forrest Gump y Jenny le gritara por detrás: «¡Corre, Forrest, Corre!» y es como si sonara Mr. Tambourine Man. Vinicius estaba tremendo. Es tremendo. Dejó a toda la defensa osasunista tirada en un arranque maravilloso, con dos cambios de ritmo incluidos, que no pudo culminar.
Moi la envió al palo de Courtois tras un recorte. Era el resultado de un nuevo aumento de las revoluciones locales. Salió Asensio por Ceballos en la ausencia ofensiva de un Madrid sin delantero centro. Alaba se había puesto allí arriba para sumar efectivos, subiendo por la izquierda. Por subir, subía hasta Courtois más allá de sus dominios. Lo estaba haciendo todo bien Vinicius, salvo en el remate, cuando parecía quedarse sin memoria, o como si se la quitase Herrera.

Marca Valverde

Pero la tenía Vinicius entre ceja y ceja, si no para marcar, sí para asistir en la buena conducción de Asensio, la habilitación de Modric y la presencia siempre apabullante, cada vez más, del brasileño en las áreas. Una presencia de estrella actoral, un llenar el área como la pantalla para dársela a Valverde, que llegó como un ñu atravesando el Masai Mara. David García se convirtió en cocodrilo y nadie lo vio o más bien quien tenía que verlo. Moreno en tiburón. Un escándalo la falta a Vinicius de García, las faltas a Vinicius (y al titán Camavinga), que siempre se hace daño él solo.
Logró batir al fin el brasileño a Herrera (quien admitió al final del encuentro que se le zurraba bien a Vinicius y sugirió que era merecido) a pase del recién salido Álvaro, pero el gol fue anulado por fuera de juego del chaval. La tranquilidad la dio Asensio en el robo y el gol postrero en el añadido. Solvencia en el clutch time del Madrid ante un equipo serio en el momento en que se empiezan a decidir las cosas, cosas difíciles, pero no imposibles, por la ventaja del líder. Victoria importantísima que impulsó el gran Vinicius.

Ficha técnica:

Osasuna 0: Herrera; Sánchez, García, Pérez, Moncayola; Torró, Moi; Abde, Darko (Aimar, m. 71), Rubén García (Moreno, m. 63); Budimir.

Real Madrid 2: Courtois; Rüdiger, Alaba, Militao, Nacho (Carvajal, m. 75); Modric, Camavinga, Ceballos (Asensio, m. 66); Valverde, Vinicius, Rodrygo (Álvaro, m. 87).

Goles: 0-1 (Valverde, m. 78). 0-2 (Asensio, m. 92).
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