Fundado en 1910

01 de mayo de 2024

Mario de las Heras

La España indignada con Rafael Nadal e inerte con Josu Ternera

Una de las características de los señalamientos encubiertos detrás de las «nuevas sensibilidades» es que son inequívoca e ineludiblemente sectarios

Actualizada 04:30

No es nada raro que la decepción cunda alrededor de la figura de Rafael Nadal. Basta con que un patriarca opinativo y sus acólitos, de mayor y menor altura, emitan sus juicios farisaicos consensuados, en el fondo y en la forma, para que todos los que no hicieron lo mismo alrededor de otras figuras monten la gorda.
«Montar la gorda» no es una expresión apta para las sensibilidades de hoy, del mismo modo que no lo es que Rafael Nadal se haga embajador del deporte de Arabia Saudí. Ese régimen dictatorial del que Xavi Hernández (de Qatar más concretamente), entrenador del FC Barcelona, dijo que no era un país democrático, pero que funcionaba mejor que España, y por ello no se escribieron artículos para forrar todas las carpetas de los adolescentes que son tantos adultos.
No se recuerda ninguna crucifixión en este ni en otros muchos casos similares, pasados y presentes, como ha sucedido con Nadal. Una de las características de los señalamientos encubiertos detrás de las «nuevas sensibilidades» es que son inequívoca e ineludiblemente sectarios. Es decir, todo depende de quién cometa la iniquidad y de quién decida denunciarla.
Rafael Nadal, el deportista español más importante de la historia y uno de los más importantes de la historia mundial, sea embajador del deporte de Arabia o del de Tombuctú, no ha sido señalado ahora por los que no señalaron nunca a Xavi Hernández (apologeta no del deporte saudí como el mallorquín, sino de todo su sistema político y social). Rafael Nadal es señalado desde hace mucho tiempo a modo de siembra, y lo que ahora resulta es la cosecha.
De Nadal molestan sus valores de sacrificio, mayormente, que son un problema para los ingenieros ideológicos que tratan de darle la vuelta a la sociedad occidental con la fuerza de la confusión y de la mentira. Además, resulta que Nadal es rico. Y eso sí que es un problema para esa izquierda indignada solo por lo que quiere indignarse, y que quiere ser rica sin dar un palo al agua.
Es un problema lo de ser rico para muchos. Es un motivo de señalamiento. Que se lo digan a Amancio Ortega o a Florentino Pérez. Otros favoritos. Lo de Nadal es lo mismo. El mallorquín ha entrado en la diana de los de siempre y su propaganda poderosa se centra ahora en el derribo del símbolo: el irredento cainismo español al que se suma toda la «politiquería» a la que se refería el ínclito Urtasun en una de sus cumbres del cinismo o de su propia ignorancia.
Irredento y sectario el cainismo del XXI hasta la desfachatez más descarada porque Rafael Nadal, la persona, el hombre, puede hacer lo que quiera con su vida (incluso ganar más dinero del que ya tiene, anatema que critican y comparten los guardianes de la moral caprichosa), igual que los demás pueden criticarle si lo desean, no faltaría más.
Lo que ocurre es que quienes mayormente lo hacen, quienes le critican por ser imagen de un régimen que no respeta los derechos humanos, quienes invitan a la decepción del ídolo deportivo, son los mismos que transigen y justifican a un Gobierno propio que les avergüenza blanqueando a sus autóctonos asesinos, quienes se mofan de las víctimas y de los ciudadanos ensoberbecidos por Rafael Nadal e inertes por Josu Ternera. El igualitarismo de los ideólogos doctrinarios no alcanza a su hipocresía.

Temas

Comentarios
tracking