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Carlos Alcaraz, en los cuartos de final de Wimbledon

Carlos Alcaraz, en los cuartos de final de WimbledonAFP

El desastre de Wimbledon con el arbitraje electrónico que tiene en pie de guerra a los tenistas

Wimbledon está llegando a su fin y pese a la caída masiva de cabezas de serie en los primeros días de torneo, al final los mejores del mundo están en las últimas rondas y, tanto en categoría femenina como en masculina, se prevé un desenlace de lo más emocionante. Sinner, Alcaraz o Djokovic para el título de hombres y Sabalenka y Swiatek en la corona de mujeres. Los nombres son inmejorables.

De esta forma podemos decir sin miedo a equivocarnos que el torneo en el plano estrictamente deportivo no está fallando. El espectáculo está gustando, y mucho, a los aficionados, pues Wimbledon, por el hecho de jugarse en hierba, es siempre un evento especial. Apenas hay torneos en césped y exige lo máximo de los tenistas, sobre todo porque tienen que adaptar su estilo de juego. En cambio, los jugadores en esta edición se han quejado mucho por el uso de la tecnología en el arbitraje.

Es raro que esto haya sucedido en Wimbledon, donde normalmente las quejas vienen por lo arcaico que es el torneo. Todos vestidos de blanco, sin publicidad en las pistas, sin luz artificial, con unos horarios muy estrictos para que no se perturbe el descanso de los vecinos de la zona y sin aceptar cambios. Sin embargo, la pasada edición fue la última con jueces de línea y este año se pasaron al canto electrónico, lo que está siendo un desastre.

Han sido numerosos los fallos a la hora de cantar bolas, algunos muy sonados como el que sufrió la rusa Anastasia Pavlyuchenkova ante Sonay Kartal. Al final ganó el partido y la cosa se quedó en una anécdota, pero la bola, que fue mala por más de un palmo, le costó un juego a la tenista rusa y las consecuencias pudieron ser mayores. Eso deja en muy mal lugar al canto electrónico del torneo, que además lo han criticado varios tenistas.

La tenista Pavlyuchenkova sufre un atropello por culpa del fallo en el canto de línea

La tenista Pavlyuchenkova sufre un atropello por culpa del fallo en el canto de líneaMovistar +

Wimbledon utiliza un sistema electrónico, una IA, que utiliza un método, mediante sensores y un grito grabado que marca cuando la pelota ha sido mala. Funciona así en muchos torneos, pero en el Grand Slam inglés es donde más polémica está levantando. Un «error del operador» provocó en el partido antes mencionado que la tecnología se desactivara por un juego y únicamente hubiese un árbitro, el juez de silla, para mirar cada pelota.

«Gané, y está olvidado, pero creo que es bueno plantear este tema para el futuro, porque si algo así ocurre en un momento crucial del partido, creo que deberíamos tener un sistema de revisión como el que tienen en el fútbol o algo similar para que todos lo tengan claro y podamos avanzar de inmediato en lugar de solo hacer conjeturas», comentó la jugadora rusa, unas palabras a las que se han sumado varios tenistas.

División en los jugadores

Este error, sumado a otras quejas menos sonadas que ha habido, ha provocado que muchos tenistas se pronuncien. Por ejemplo Novak Djokovic y Alex de Miñaur se muestran conformes con el nuevo arbitraje, tal y como dijeron al ser preguntas. El serbio admitió el error en el duelo de Pavlyuchenkova, pero apuesta por el sistema. «Fue un error gravísimo. Supongo que desde que introdujimos esta tecnología para el arbitraje, hay que depender mucho de ella. Creo que la tecnología probablemente sea más precisa y cometa menos errores que, supongo, un juez de línea», aseguró para después afirmar que él no se siente perjudicado: «No tengo ninguna queja».

Por su parte el australiano, de origen español, también apostó por el canto electrónico. «Es una máquina. Juegas hasta que te la cantan mala, y eso es todo. No creo que haya habido muchas decisiones incorrectas. Obviamente, hay muchas decisiones que están cerca de la línea. Pero, repito, creo que si juegas con árbitros de línea, aún existe la posibilidad de un error humano», afirmó.

Novak Djokovic en la tercera ronda de Wimbledon

Novak Djokovic en la tercera ronda de WimbledonEFE

En otra línea van jugadores como Carlos Alcaraz, que protestó al árbitro en su partido ante Jan Lennard-Struff. «No es la primera vez que pasa esto. No estoy seguro de algunas decisiones», le reprochó al juez de silla. Después otras tenistas, como Sabalenka, también han cargado duramente por los errores: «Es decepcionante que en el torneo haya decisiones que sean incorrectas. En mis partidos ha habido algunas que han sido fallos por mucho, así que espero que eso lo solucionen».

Sea como sea, parece claro que la tecnología ha llegado para quedarse y en 2026 Roland Garros meterá el arbitraje electrónico, siendo el único torneo que faltaba en sumarse. Aun así, hay espacio para el error y Wimbledon ha admitido algunos hasta el punto de tener que emitir un comunicado: «Tras nuestra revisión, hemos eliminado la posibilidad de que los operadores de Hawk-Eye desactiven manualmente el seguimiento de la pelota».

La polémica está servida, pero la tecnología es el futuro del tenis y errores contados no van a cambiar el rumbo del deporte. Guste o no, esto es lo que hay.

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