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21 de mayo de 2024

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero

La ministra de Hacienda, María Jesús MonteroRicardo Rubio - Europa Press

La presión fiscal sobre las empresas en España es un 31 % superior a la media de la UE

Así lo desvela un informe del Instituto de Estudios Económicos

la presión fiscal sobre las empresas, considerando como tal los impuestos y las cotizaciones sociales que pagan las compañías frente al PIB, «es en España sensiblemente superior a la del conjunto de la Unión Europea». Así lo concluye el Instituto de Estudios Económicos (IEE), que acaba de publicar su Índice de Competitividad Fiscal 2021. Según sus datos, esta presión fiscal efectiva frente a un PIB neto, exento de economía sumergida, «pone de manifiesto la mayor carga que soportan las empresas españolas, donde este indicador es un 31 % superior a la media de la UE». De los treinta países analizados por el IEE en el informe, España presenta la sexta mayor presión fiscal empresarial efectiva, muy por encima de la media. 

Una presión fiscal real mayor para empresas y ciudadanos

El Instituto de Estudios Económicos ha desarrollado su Indicador de presión fiscal normativa. Recoge la carga de gravamen que el diseño del sistema fiscal introduce en las economías al margen de la recaudación que obtengan. En 2021 este indicador se ha situado en 112,8 puntos. La cifra es un 12,8 % más elevada que la media de la UE. También es mayor que los 110,5 puntos del indicador español de 2020.
Si se analiza el parámetro habitual, también se ve que pagamos más impuestos de los que parece. Según el IEE, los datos sugieren que nuestro país recauda con los impuestos solo el 35,4 % del PIB, pero estos impuestos únicamente los paga el 78 % de la actividad producida: el otro 22 % del PIB es economía sumergida. «Por tanto, la presión fiscal efectiva para los que contribuyen es del 44,6 %, similar a la del conjunto de la UE», indican. Si la economía sumergida estuviera en España al nivel de la UE (13 %), pagaría impuestos el 87 % de la actividad, y entonces «la recaudación tributaria podría llegar a aumentar más de cuatro puntos del PIB sin necesidad de subir los impuestos». De ahí lo interesante que sería conseguir reducir la economía sumergida. Algunas comunidades ya lo han logrado. Es el caso de Madrid, que tiene un índice similar al de la media de la UE. «¿Por qué no puede conseguirse lo mismo a nivel nacional?», se pregunta el presidente del IEE, Íñigo Fernández de Mesa.
En cuanto al esfuerzo fiscal que ha de hacer cada español (recaudación fiscal divida por PIB y por la renta per cápita), es un 8,1 % superior al de la UE. El europeo ya es de por sí bastante elevado, muy por encima del de otros países de la OCDE.

Con estas medidas la recuperación será más lenta

Fernández de Mesa tiene claro que el aumento de la presión fiscal hará que la recuperación vaya más lenta. También incide en que los cambios regulatorios en el sector eléctrico o la vivienda reducen la confianza y hacen que el consumo no crezca con la intensidad necesaria.
El informe del Instituto de Estudios Económicos recoge que la reducción de la recaudación tributaria debido al descenso en la actividad económica pretende ser compensada a corto plazo mediante la introducción de nuevos tributos o la reforma de los existentes. Las medidas hacen especial hincapié en la tributación empresarial, al contrario de lo que están haciendo algunas de las principales economías de la OCDE. En ellas «consideran que los ajustes basados en incrementos de ingresos tienden a prolongar las crisis y ralentizan la vuelta al crecimiento y a la senda de reducción y sostenibilidad de la deuda pública, por lo que han procedido a bajar impuestos», explican desde el IEE. Justo lo contrario que nosotros. «Deberíamos mirar a nuestro entorno. Al encontrarnos en una economía globalizada, cualquier reforma tributaria podría deslocalizar inversiones, se podría producir una fuga de contribuyentes o situar en desventaja competitiva a nuestros residentes», añaden.

Campeones en impuestos a las empresas

Los datos de Eurostat indican que la proporción de ingresos tributarios procedentes de empresas es mucho mayor en España que en la media europea. «Los ingresos públicos que aportan las empresas respecto al total son del 31,9 %, mientras que la media de la eurozona es del 25 %», indican en el IEE.
La presión fiscal normativa del Impuesto de Sociedades es un 27,2 % más elevada en España que en la media de la UE y un 22,2 % superior al promedio de la OCDE. Dentro del Índice de Competitividad Fiscal que elabora el IEE, este dato supone «un sensible empeoramiento frente a 2020, cuando España ocupaba la posición 28 de 36 países analizados. En 2021 ha descendido a la posición 32 de un total de 37 países».
En cuanto a los impuestos sobre el patrimonio, la situación es todavía peor. «En la imposición sobre la renta de las personas físicas, su efecto conjunto con las cotizaciones de la Seguridad Social (la llamada cuña fiscal) es del 39,3 % en España en 2020. Significa que el salario neto que finalmente recibe el empleado constituye el 60,7 % del coste laboral. En relación con la cuña fiscal nos situamos claramente por encima de la media de la OCDE, que es del 34,6 %». 
Como se ve, a España le queda mucho para conseguir un sistema fiscal competitivo, y el problema es que lograrlo es clave para no asfixiar el crecimiento económico. 
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