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26 de abril de 2024

La política económica del Gobierno ha recibido en las últimas semanas dos banderillas y una estocada.

La política económica del Gobierno ha recibido en las últimas semanas dos banderillas y una estocadaLu Tolstova

La semana económica

La estocada del Banco de España que escuece al Gobierno

El ejecutivo de Pedro Sánchez no está encajando demasiado bien las duras críticas que está recibiendo en las últimas semanas por su política económica

Primero fue la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), después la Comisión Europea y por último el Banco de España. En menos de una semana la política económica del Gobierno ha recibido dos banderillas y una estocada que no han sentado nada bien en La Moncloa, pero ya se ve que estos organismos no aguantaban más y han expuesto lo que pensaban con mucha diplomacia y también con claridad.
Ni AIReF ni el Banco de España han dicho nada que no se supiera, pero en esta ocasión han sido más incisivos. Las abochornantes «graves deficiencias» de las que hablaba la presidenta de Airef para referirse al Programa de Estabilidad enviado por el Gobierno a Bruselas o sus acusaciones de vaguedad en torno a la escasez de medidas para reducir la deuda o impulsar el plan de recuperación fueron la primera banderilla. La rebaja de 1,6 puntos en la previsión de crecimiento de España para este año por parte de la Comisión Europea forjó la segunda.
La estocada la introdujo un informe del año 2021 del Banco de España presentado el jueves que ha sido exquisito en las formas pero demoledor en el contenido. Además de anunciar que va a volver a rebajar la previsión de crecimiento de la economía española después de haberlo hecho en abril, la entidad seguía llamando la atención sobre nuestro inaceptable nivel de deuda, el fracaso del programa de ayudas directas a pymes, reclamaba una reforma tributaria más equilibrada, unas condiciones más lógicas de acceso al salario mínimo vital y una ley de vivienda que no produzca con su intervención en los precios un efecto contrario al que supuestamente se quiere conseguir: que baje el coste.
El informe ha sentado como una bomba a tenor de las reacciones que se están produciendo. El ministro de la Seguridad Social, por ejemplo, acusó al informe de ser «poco sofisticado» porque duda de que su reforma garantice la sostenibilidad de las pensiones, algo que tampoco ven claro entidades como la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, también reaccionó con rapidez cuando el nuevo director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, dijo que, «de las grandes economías, somos la que peor lo ha hecho». Calviño pidió «no sacar citas de contexto» y quedarse con «una visión de conjunto» que, en el caso de la economía española, es de «un crecimiento muy fuerte este año».
La reacción no sorprende, porque desde hace ya mucho tiempo, el Gobierno prefiere desacreditar a las instituciones que dicen lo contrario de lo que sus ministros o el presidente afirma, en lugar de admitir que tienen razón y corregir lo que no va bien.
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