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19 de abril de 2024

José Manuel Cansino

El aceite del Bósforo

Quien quiera atender políticamente a las demandas de los agricultores desvinculándolas de la escasez hídrica muestra ser un osado ignorante

Actualizada 04:30

El pasado día 24 de octubre atracaba en el puerto de Sevilla el buque Orient Tide cargado con más de 13.000 toneladas de semillas de girasol. La eficaz política de comunicación de la autoridad portuaria enfatizaba que era uno de los buques de mayor tonelaje que atracarían durante el año. Lo que no se decía era la procedencia del buque. Con la ayuda de la aplicación Marine Traffic me fue fácil localizar al barco en el puerto rumano de Constanza apenas unos días antes. No resulta forzado imaginar que la procedencia última del cargamento era Ucrania.
Partiendo de Constanza el buque estaba al margen de sistema de inspección de carga por el «Joint Coordination Center» establecido en Estambul fruto del acuerdo entre Turquía, Rusia y Ucrania para permitir la exportación de materias primas agrícolas y fertilizantes. El buque debió atravesar el estrecho del Bósforo sin mayor problema.
España tiene un fuerte déficit comercial con el aceite de girasol obtenido a partir de semillas como las que cargaba el granelero Orient Tide. Este déficit alcanza las 338.000 toneladas anuales. El grado de autosuficiencia de la economía española de este producto medido por el cociente entre la producción y consumo interiores es del 69% a fecha de julio de este año. Nuestro principal proveedor es Ucrania. Tan importante resultan las importaciones de aceite de girasol ucraniano que se le puede catalogar de proveedor sistémico; un papel que está muy por encima de su peso como suministrador de maíz -la otra materia prima agrícola que nos suministra en volúmenes muy elevados-.
A diferencia de lo que las empresas importadoras españolas han hecho con el resto de cereales y también con los fertilizantes, esto es, diversificando la cartera de países suministradores, en el caso del aceite de girasol, la economía española y toda la cadena alimentaria anudada a este producto es muy vulnerable a la guerra en Ucrania. La situación es muy diferente no sólo con el maíz como se ha mencionado sino también con los fertilizantes. En este caso, aún siendo Rusia la principal exportadora mundial seguida muy de cerca por China (ambas concentran el 23% del total), el principal suministrador de fertilizantes a España es Marruecos al que siguen Bélgica y Portugal. No obstante, el grado de autosuficiencia de los fertilizantes de la economía española es del 83 %.
Desde los meses de junio y julio el precio internacional de las materias primas registra una tendencia a la baja. Para el caso de los cereales ese precio lo fija principalmente la Bolsa de Chicago. Sin embargo, el riesgo de ruptura del acuerdo auspiciado por Turquía para la exportación desde Ucrania provocó notables subidas del precio en los mercados de futuro en los días pasados. La Unión Europea (UE) es sensible a esta situación y ya reaccionó en marzo permitiendo la siembra de las tierras que estaban en situación de barbecho obligatorio en aplicación de las normas de la Política Agraria Común. De hecho la previsión de la UE es reducir considerablemente la dependencia de Ucrania y Rusia para el año próximo gracias al incremento de la producción europea.
El principal riesgo está, sin embargo, fuera del control de la propia UE. El principal riesgo es la amenaza de nuevas sequias. Precisamente en junio de este año el Panel Intergubernamental del Cambio Climático hizo público el último de los informes técnicos que, compendiados, integran su sexto informe. En este documento -accesible en línea- se muestra la previsión de las precipitaciones a lo largo y ancho del Planeta.
Los cálculos de este informe en el escenario de aumento de las temperaturas en 2º centígrados señalan que para la mayor parte de España, la caída en las precipitaciones estará entre un 10 y un 20% respecto al valor promedio registrado para el periodo 1850-1900. Para la mayor parte de los agricultores el riesgo de sequía no es una cuestión ideológica como muchos se empeñan. Es una realidad con la que conviven y por eso están dispuestos a invertir en la compra de semillas cada vez más resistentes a situaciones de escasas lluvias. Quien quiera atender políticamente a las demandas de los agricultores desvinculándolas de la escasez hídrica muestra ser un osado ignorante.
Precisamente por eso resulta tan preocupante leer al ingeniero de caminos y experto en cuestiones hidráulicas, José Luis Márquez. Este ingeniero escribe que España se ha convertido en país líder en la demolición de presas en Europa; sólo en 2021 se habían demolido 108, casi la mitad de las 239 eliminadas en todo continente en el mismo año.
Con las obras hidráulicas ocurre igual que con la sequía; ambas cuestiones están contaminadas por prejuicios ideológicos. Para liberarnos de estos últimos estaría bien releer a Márquez cuando señala que las primeras actuaciones hidráulicas ejecutadas por impulso del general Franco no hicieron otra cosa que desarrollar el Plan de la II República. Sin ir más lejos el mismo Plan Badajoz se inició en 1932.
  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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