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26 de abril de 2024

El exministro Eduardo Serra, en su entrevista en El Debate.

El exministro Eduardo Serra, en su entrevista en El DebateMiguel Pérez Sánchez

Entrevista

Eduardo Serra: «El espectáculo del TC ha sido deplorable, y es mucho más grave que la cuestión económica»

El exministro muestra su preocupación por la discordia en nuestro país y la poca vitalidad de la sociedad civil

Eduardo Serra (Madrid, 1946) fue subsecretario de Defensa con UCD, secretario de Defensa con el PSOE entre 1984 y 1987 y ministro de Defensa con el PP entre 1996 y 2000. Durante muchos años ha ocupado diversos cargos en empresas del sector privado y fundaciones. En la actualidad preside la Fundación Transforma España, que surgió en 2013 con la idea de proponer iniciativas de mejora del país y que celebra ahora su décimo aniversario con el mismo propósito.
–Entre las conclusiones que han ido surgiendo de sus estudios está que el Estado perjudica el nivel educativo del país, algo con lo que muchos están de acuerdo.
–En la fundación precursora de Transforma España elaboramos un informe en 2012 en el que se veía que el nivel intelectual del español disminuía conforme avanzaba en el sistema educativo, y solo aumentaba cuando llegaba a la etapa post-universitaria. Cuando el Estado se mete, la educación es peor. La conclusión lógica sería: si funciona bien lo que no regulamos y mal lo que regulamos, vamos a dejar de regular. Entonces entra el pretexto de igualar, pero se equivocan. Hay que dar una educación mínima a todo el mundo, pero si la gente pudiente puede llevar a sus hijos fuera a estudiar idiomas, no podemos pensar que pueden ir todos porque se lo paga el Estado. No hay fondos. Cuando los populistas han llegado al Gobierno han dicho que hay que dar los mismos derechos a todos: que si la Constitución dice que todos tienen derecho a la libertad de expresión, también dice que todo español tiene derecho a una vivienda digna. Mire usted: la libertad de expresión no cuesta nada, pero la vivienda digna cuesta mucho dinero. Dígame usted quién lo paga. Entonces es cuando hablan de los ricos. Si ustedes suben los impuestos a los ricos y les vacían los bolsillos, pagarán dos años la Seguridad Social y luego ya no tendrán ni Seguridad Social ni ricos. Sobre el sofisma de los ricos y el igualar a todos, han conseguido bajar la calidad de la educación y que la gente desconfíe cada vez más del sistema. Hemos intentado muchas veces promocionar nuestras ideas, y este año aprovecharemos nuestro décimo aniversario para intentar que se nos conozca más. El gran problema es la escasez de fondos. Si se nos conoce más, probablemente obtengamos más recursos.

La discordia es también antieconómica. La cercanía con Europa en renta per cápita ha disminuido notoriamente con los dos últimos gobiernos socialistas

–¿Cómo ven España ahora desde su Fundación?
–Lo peor es la ruptura de la concordia. Parece que ahora se vive a gusto en la pelea. Hay un ejemplo que me parece muy significativo: dicen que están muy preocupados por la violencia de género, pero la crean. Estoy seguro de que el Gobierno no quiere hacerlo, pero crea ese caldo de cultivo. Sobre todo manifiestan una gran torpeza: el sí es sí, la sedición, la malversación… En general les interesa ese clima de confrontación que está en las antípodas de la Transición. Los bloques políticos han llegado a tal grado de enemistad que ni siquiera se dirigen la palabra, y eso es muy negativo. El país no avanza. Hay algo llamativo: cómo nuestra cercanía a Europa en renta per cápita ha disminuido notoriamente con los dos últimos gobiernos socialistas. No se nota porque dan subvenciones y ayudas, pero cada vez estamos más lejos de la media europea. La discordia es también antieconómica. La idea que surgió en el Pacto del Tinell, en 2003, de que la derecha no era el adversario sino el enemigo, ha sembrado una semilla de discordia que va a tardar mucho tiempo en quitarse.
–¿Le llama la atención que la sociedad no reaccione ante las nuevas leyes, la actitud política de la que habla, etc.?
–España es uno de los cuatro países en los que se ha multiplicado por cien la renta per cápita en los sesenta últimos años. En los años 30 del siglo pasado no llegábamos a 300 dólares de renta per cápita y ahora hemos alcanzado a los 30.000. Es muy fácil levantarte cuando no tienes dinero para dar de comer a tus hijos. Cuando tienes para una segunda vivienda o para un coche, es más difícil. La gente no se levanta, entre otras cosas, porque, ¿qué va a hacer? ¿Enfrentarse con las fuerzas del orden? No: a la gente no le gusta eso. Los altavoces de la sociedad frente al Gobierno son los medios de comunicación, pero nos hemos encontrado con una sorpresa: muchos están financiados por el Gobierno. En vez de ser altavoces de la sociedad frente al Gobierno se han convertido en repetidores de lo que el Gobierno quiere. Por un lado nos hemos quedado sin altavoces, y por otro el Gobierno pretende la ocupación total de los espacios públicos. Pone sus peones, como por ejemplo se ve en las tertulias de los medios de comunicación.

La financiación del Gobierno ha hecho que los medios de comunicación dejen de ser altavoces de la sociedad y se conviertan en repetidores de las ideas del Gobierno

–¿Qué le parece más preocupante en la situación actual de nuestro país?
–Lo que más me preocupa es la vitalidad de la sociedad civil. En la clase política ha habido una degradación, salvo en honrosas excepciones. El nivel ha descendido notoriamente entre los ministros, y aún más si bajamos un poco. En cuanto a la economía, nuestra deuda está en récords históricos y va a ser una losa difícil de esquivar. Si las autoridades europeas deciden de verdad meter en vereda a los países, posiblemente no podremos seguir endeudándonos. Pueden decir que ya no nos prestan más, y que el sur de Europa se enfrente a una recesión importante. Además hay otros riesgos. Me preocupa especialmente lo que está pasando con las instituciones. Hemos visto el espectáculo deplorable del Tribunal Constitucional. Es un ejemplo malísimo de la falta de acuerdo. Vemos que una institución que es nada menos que garante del cumplimiento constitucional, que era reflejo del consenso, se rompe a pedazos. Es mucho más grave que la cuestión económica. La situación es preocupante, más aún en un año electoral. De ahí el intento de revitalizar la sociedad civil: que la gente hable, se junte, se reúna y diga qué le parece bien y qué no le parece bien. En un momento en el que están en el Gobierno los enemigos de España y de la Constitución, los medios de comunicación y la sociedad civil están en una mala situación, y su importancia es crítica.

En veinte años veremos las consecuencias de igualar la educación por abajo

–¿Y la educación?
–No hay suficiente contenido de nuevas tecnologías para que nuestros jóvenes compitan con los alemanes, ingleses, coreanos, japoneses o americanos. Hemos pedido muchas veces a los partidos que lleguen a un acuerdo. No van a coincidir en religión o educación para la ciudadanía, pero pueden aproximarse en formar digitalmente a los jóvenes. La riqueza de las naciones depende hoy en día del talento, y el talento es la suma de biología y sistema educativo. La biología es bastante equitativa, por norma general, pero aquí el sistema educativo, con ese deseo terrible de igualitarismo, lo lleva todo a la mínima expresión. Que nadie se quede atrás se traduce en que todo el mundo recibe el mínimo común denominador. Recientemente ha dicho un profesor en Andalucía que estaban engañando a los estudiantes al dejarles que pasaran de curso sin conocer las materias. Es un engaño porque luego no van a servir para la vida pública. Es un drama que, como ocurre con la educación, se notará dentro de veinte años.
–A nivel geoestratégico, ¿cómo ve que está actuando España?
–Siempre se ha hablado de las amenazas particulares del norte de África y de las amenazas conjuntas, como ocurría en la Guerra Fría. Lo mejor que puede hacer España es tener un esquema de seguridad en el que haga frente a las dos amenazas. En ese sentido, la pertenencia a la Alianza Atlántica ha sido absolutamente fundamental. En cuanto a nuestra amenaza particular, hay que estar suficientemente preparados. La mejor preparación en el norte de África es tener buenas relaciones. En esa amenaza España está en la vanguardia, mientras que en la Guerra Fría con la Unión Soviética estaba en la retaguardia. Nuestra estrategia debe ser retrasar la frontera y llevarla al Sahara en lugar de tenerla en el Mediterráneo. No podemos tener a nuestro enemigo a once kilómetros. Debemos ayudar a un desarrollo más rápido de los países del norte de África y llevarnos la amenaza más lejos. Todavía no he entendido el giro copernicano en la cuestión del Sahara, pero me parece que con Marruecos debemos llevarnos bien, lo cual no quiere decir que no haya que cumplir las resoluciones de Naciones Unidas. Por otra parte, creo que en los últimos cincuenta años no lo hemos hecho mal. Hemos gastado poco en Defensa, pero hemos mejorado la capacidad de nuestros ejércitos. Ahora tenemos unas fuerzas armadas escasas, pequeñas, pero muy bien equipadas.

Debemos retrasar nuestra frontera y llevarla más cerca del Sahara que del Mediterráneo. Nuestro enemigo no puede estar a once kilómetros

–¿Le parece bien el incremento del gasto en Defensa y el interés del Gobierno por tener una mayor presencia en Indra?
–Me da mucho gusto que por fin se destine más dinero a Defensa. Teníamos una posición vergonzosa. Éramos el país de la OTAN que menos gastaba en relación con el PIB, exceptuando a Luxemburgo. La Defensa es un gasto absolutamente esencial. Con Ucrania la gente se ha dado cuenta de que hay que defenderse. A veces se plantea, ¿qué prefiere: construir un hospital o comprar un helicóptero? Ante esa disyuntiva, todo el mundo dice un hospital, pero a lo mejor si no tienes un helicóptero, te quitan todos los hospitales. Espero que continuemos en esta senda de invertir en Defensa. Estados Unidos lo pedía desde hace muchos años. Por otro lado, en cuanto a Indra y el Gobierno, Indra tiene la virtud de que puede abarcar todos los campos, el de la electrónica y el de la informática; que el Estado tenga una presencia importante o sea propietaria de una empresa de Defensa, no debe extrañarnos. Por otra parte, España no podrá hacer nada si no es en conjunto con otras naciones europeas. Eurofighter ha sido un buen ejemplo.
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