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24 de abril de 2024

José María Rotellar

El empobrecimiento generado por una inflación resistente

La subida constante de precios desde noviembre de 2020 puede que haya tenido algún falso llano, pero la tendencia sigue siendo alcista, cobrando este mes especial intensidad

Actualizada 04:30

El IPC de febrero confirmó que la inflación no se frena, en contra de lo que el Gobierno viene publicitando desde hace meses, sino que el período inflacionista continúa. La tensión en los precios sigue siendo muy importante, no se ha relajado y encierra elementos muy preocupantes, aunque el Ejecutivo se empeñe en ir contra la realidad.
La subida constante de precios desde noviembre de 2020 puede que haya tenido algún falso llano, pero la tendencia sigue siendo alcista, cobrando este mes especial intensidad. De esa forma, en febrero, el IPC general se situó en el 6 % interanual, una décima más que en enero, pese a partir de una comparación con un mes en el que había ya elevada inflación, como era febrero del pasado año. Sin embargo, lo más preocupante es la evolución de la subyacente, que sube décima y crece hasta el 7,6 % interanual, de manera que la inflación más preocupante, la más estructural, que es la subyacente, sigue creciendo, tras cruzarse con el índice general, que muestra cómo el alza de precios se ha enroscado de manera muy importante en toda la cadena de valor.
Los alimentos siguen liderando la subida importante de los precios un mes más. Ya en enero crecían un 15,4 % interanual en la cesta del IPC, pero es que en febrero se ha incrementado más la subida y llega al 16,6 %.
El pescado aumentó un 9,9 % interanual; los cereales, un 23,2 %; el pan, un 13,2 %; la leche, un 33,1 %; el aceite, un 32,9 %; los huevos, un 28 %; las legumbres, un 23,6 %; las patatas, un 21,2 %; y el azúcar, un 52,6 %, por poner unos ejemplos. la carne, un 13,7 %; y la carne, un 0,6 %.
Si el IPC está subiendo un 6 % interanual, con un 7,6 % de subyacente, y los alimentos están por encima de un 16 % de incremento, los productos básicos del día a día, en los supermercados, como ya mencioné en febrero en El Debate, han subido mucho más desde el verano que lo que refleja la propia cesta del IPC, con incrementos en el precio de la leche de hasta el 61 %; un 14,3 % en las naranjas; un 44 % en los tomates; un 36 % en los huevos; un 11 % en el pan; un 20 % en la carne; hasta un 40 % en el pescado; o un 84 % en el aceite de oliva, por poner unos ejemplos.
Todo ello, lleva a un empobrecimiento de la economía, que intensifica mes tras mes, con las empresas que no soportan ya más aumento de costes y con las familias asfixiadas por el incremento de la cesta de la compra y la subida de las cuotas hipotecarias variables.
Cuánto mejor habría ido si los bancos centrales no hubiesen tardado tanto en reaccionar, generando con su amplio retardo interno lo que está siendo un larguísimo retardo externo de su política monetaria.
Y cuánto mejor nos iría si los gobiernos dejasen de presionar al alza los precios, alimentando los cuellos de botella de manera artificial, que es lo que hacen con su política fiscal tremendamente expansiva por el lado del gasto público, que dificulta y retrasa la aplicación de la política monetaria.
El Gobierno, en lugar de vivir alejado de la realidad, debe poner de su parte y reducir el gasto, eliminando todo el innecesario, para permitir una más rápida transmisión de la política monetaria del BCE y lograr, así, atajar cuanto antes el crecimiento de los precios.
  • José María Rotellar es profesor y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria
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