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10 de mayo de 2024

Fernando Rayón
Crónica deFernando Rayón

«Aupa Athletic», el grito de guerra de 'Alechu', el empresario que sabía escuchar

Yo no era nadie y él el presidente de un imperio mediático. Pero de Bilbao y del Athletic

Actualizada 19:47

Alejandro Echevarría

Alejandro EchevarríaEp

Conocí a Alejandro Echevarría en Taller de Editores, empresa editora de El Semanal –hoy XLSemanal– y Semanal TV. El Grupo Correo, como entonces se llamaba, acababa de aterrizar en la empresa al comprar El Diario Montañés de Santander, periódico que hasta entonces formaba parte del accionariado propietario de aquel grupo. Nada más llegar a la presidencia, que era rotatoria, quiso tener una reunión con los trabajadores, algo poco frecuente entonces.
No hubo muchos discursos. Nos fuimos presentando uno a uno, desde las que trabajaban en el archivo a los que trabajaban en publicidad, pasando por los fotógrafos y redactores. Preguntaba a cada uno por su trabajo, por lo que hacía y por las necesidades que había. Cuando me tocó el turno y dije mi nombre me dijo que ya sabía lo que hacía y pasó al siguiente. A la salida de la reunión tuve que repetir una y otra vez que no nos conocíamos de Bilbao y que yo había trabajado como becario en la competencia, entonces La Gaceta del Norte. Si recuerdo aquella anécdota es porque, como luego me dijeron otros, Alechu, que era como le llamaban todos (había sido también el apodo de su padre), hacía dos cosas: escuchar y generar confianza.
Echevarría (derecha) junto a Paolo Vasile

Echevarría (derecha) junto a Paolo VasileEFE

La pena es que estuvo poco tiempo en Taller. En los años noventa el Grupo Correo entró en el accionariado de Telecinco, y Alejandro Echevarría fue nombrado primero consejero y poco tiempo después presidente. No le volví a ver hasta la entrega de unos premios no recuerdo bien de qué. Estaba con un grupo de periodistas y se acercó sin más a saludarme con un «Aupa Athletic» fue lo único que me dijo y tuve que volver a explicar a los que estaban conmigo que nos conocíamos poco sin que ellos me creyeran del todo. Yo no era nadie y él el presidente de un imperio mediático. Pero de Bilbao y del Athletic.
Es justo recordar que, en aquella época, a algunas personas que trabajábamos en el Grupo nos hicieron un seguro de vida pues ETA había matado a algunos de nuestros compañeros. Me tocó asistir a algún funeral en Madrid y coincidí de nuevo con él. Recuerdo su dolor cuando saludó a alguno de los familiares del asesinado. Son cosas que no se olvidan fácilmente. También volvimos a coincidir en algunos de los premios que entonces daba el Grupo, ya rebautizado como Vocento. Y repetía el grito de guerra: «Aupa Athletic».
Cuando dejó Tele 5 pregunté por él. Me dijeron que había vuelto a sus números, a su gerencia del Grupo. Tenía tal simpatía que no me extrañó que sobreviviera tanto tiempo en un cargo tan complejo como aquel. Fue un gran gestor, pero tenía toque y olfato de periodista, de empatía con la profesión. De casta le venía: padre y abuelo.
Y poco a poco fue dejando la escena hasta ahora su fallecimiento. Fue un gran profesional, pero sobre todo una gran persona. Descanse en paz.
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