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01 de mayo de 2024

José María Rotellar

El capitalismo de amiguetes y el principio del final del sanchismo

El Consejo de Ministros, presidido por Pedro Sánchez, concedió ayudas y créditos a Air Europa por importe de cientos de millones de euros, sin inhibirse él en la decisión pese al potencial conflicto de intereses por el papel de su mujer

Actualizada 04:30

La economía de mercado es la que mueve el desarrollo del mundo. Esta política basada en el liberalismo clásico, que cuando se aplica demuestra que funciona de manera más eficiente. Esta política de gasto limitado y esencial, impuestos bajos y apertura exterior en un mundo global, es la política económica que la experiencia muestra como más eficiente. Es obvio que lleva unida una redistribución de la renta y la riqueza, pero para poder redistribuirlas hay que crearlas, y para crearlas la mejor política económica es la basada en la mencionada economía de mercado.
Los intervencionistas, por su parte, siempre quieren limitarla, con un intervencionismo asfixiante, que termina por generar pobreza, a base de gasto público, déficit, deuda y retroceso económico, que empobrece a la sociedad.
Ahora bien, en algunos casos, esos intervencionistas que tanto parecen detestar la economía de mercado o que, al menos, quieren limitarla de manera intensa, tratan de aprovecharse de ella, pervirtiendo la verdadera economía de mercado, derivando a una reedición del mercantilismo, en el que tratan de proteger sus intereses, que, en su extremo y adaptado a los tiempos actuales deriva en un capitalismo de amiguetes.
Ese capitalismo de amiguetes es muy peligroso, pues, además de contraproducente para la marcha de la economía, puede ser el germen de corrupción y, en el menos malo de los casos, de intereses y relaciones poco estéticos.
La trama supuestamente corrupta del negocio de las mascarillas, que ha supuesto un quebranto para las arcas públicas, es decir, para los contribuyentes, no deja de ser capitalismo de amiguetes, donde a través de las distintas relaciones de los investigados en la trama con otras personas que ostentaban puestos de responsabilidad o influencia política supuestamente habrían obtenido contratos millonarios para vender mascarillas a las administraciones, muchas de ellas defectuosas.
Además, ese capitalismo de amiguetes pudo ser más amplio todavía –la Justicia dirá–, ya que hubo determinadas ayudas a algunas empresas, como Air Europa, otorgadas desde gobiernos dirigidos por los socialistas, comenzando por el Gobierno de la nación y siguiendo por los entonces ejecutivos socialistas de Baleares y Canarias.
Por otra parte, la esposa del presidente del Gobierno se reunió con el dueño de la aerolínea y con otro miembro investigado en la trama de las mascarillas de quien fuera hombre de confianza de Sánchez para custodiar sus avales en las primarias socialistas. Adicionalmente, el Consejo de Ministros, presidido por su marido, concedió ayudas y créditos a la compañía por importe de cientos de millones de euros, sin inhibirse él en la decisión pese al potencial conflicto de intereses, al menos, estético, por mucho que María Jesús Montero diga que es normal este tipo de reuniones en una persona que trabaja «en un instituto de empresa» (sic) –no sé cuántos Institutos de Empresa cree que hay–.
El problema no es que mantenga reuniones con empresarios, sino que no parece cuando menos estético que la mujer del presidente del Gobierno se reúna con una empresa que al tiempo financia una cátedra que ella dirige y que su marido, el presidente del Gobierno, presida el Consejo de Ministros en el que, sin inhibirse, conceda ayudas a dicha compañía. Desde luego, estético no es. Si a ello le unimos que uno de los representantes de la empresa está investigado en la supuesta trama de corrupción de las mascarillas que salpica a muchos ministerios, el asunto se afea por momentos.
El capitalismo de amiguetes es un grave problema, que hay que erradicar. La estética es esencial, además de la ética, y de la legalidad y no parece muy estética esta actuación de la mujer del presidente del Gobierno.
Todo este capitalismo de amiguetes, que puede haber derivado en corrupción –al menos, supuestamente parece que la trama de las mascarillas puede ser un grave caso de corrupción, y veremos sus ramificaciones–, la Justicia dirá, parece que puede ser el principio del final del sanchismo. Un capitalismo de amiguetes que ha abierto un melón que, como dice el refranero, una vez abierto puede ir una raja detrás de otra, en esto que parece ser los estertores del sanchismo, pues si este caso tiene la intensidad que parece, ni siquiera alguien como Sánchez puede aferrarse al cargo mucho tiempo.
Hay que apostar por la economía de mercado, evitar el intervencionismo y erradicar el peligroso capitalismo de amiguetes. La economía de mercado hace prosperar a la sociedad; el intervencionismo, la empobrece; el capitalismo de amiguetes, puede llegar a corromperla y saquearla.
  • José María Rotellar es profesor y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria
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