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29 de abril de 2024

Teresa Ribera.

Teresa Ribera.EFE

España paga con dependencia energética su viraje diplomático respecto al Sáhara

Nuestro país es el mayor comprador de gas natural licuado (GNL) ruso de toda la UE y Teresa Ribera pide su prohibición

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Energética, Teresa Ribera, instaba el pasado lunes –tras la reunión de ministros de Energía– a eliminar la compra de gas natural licuado ruso (GNL). Todo correcto sobre el papel, si no fuera porque desde que comenzó la invasión de Ucrania, nuestro país se ha convertido en el mayor comprador de toda la UE de este combustible.
La propuesta, por supuesto, no tenía más recorrido ya que requiere la unanimidad de los Veintisiete para aprobar un paquete de sanciones y varios países –con Alemania a la cabeza–han mostrado sus dudas, pero el Gobierno se curaba así en salud de cara a la galería con una declaración tan bondadosa como insustancial.
Lo cierto es que, desde el comienzo de la invasión de Ucrania, España ha multiplicado las importaciones de GNL procedente de Rusia. Según el informe de Enagás correspondiente al pasado mes de febrero, en lo que llevamos de año el Kremlin ha suministrado a nuestro país un tercio de este combustible, solo superado por Estados Unidos. Hay que matizar que el gas argelino, nuestro principal proveedor, llega a España principalmente a través de gasoductos y sus importaciones de GNL son anecdóticas.
Las importaciones rusas, de hecho, comenzaron a aumentar a partir de la invasión de Ucrania, a finales de febrero de 2022, y se dispararon en 2023. En los dos primeros meses de este año, estas alcanzaron el equivalente a 14.024 gigavatios-hora (GWh), un 18 % más que en el mismo periodo de 2023, lo que apunta a un año de récord.
De hecho, España se convirtió en el mayor comprador de GNL ruso de toda la Unión Europea en el periodo 2022-2023, representando casi una quinta parte del volumen total de exportaciones, como bien recordó el embajador ruso en Madrid, Yuri Klimenko. «Desde el punto de vista económico, para España simplemente no es rentable romper un importante contrato a largo plazo firmado con Rusia», señaló al respecto a la agencia TASS.
No le falta razón al diplomático porque, además del importante volumen de importaciones, las seis regasificadoras españolas aglutinan el 40 % de las reexportaciones mundiales.
Otra cuestión es que a Ribera le preocupe la dependencia energética de nuestro país con el Kremlin. Si en 2018 el gas ruso suponía el 2,5 % de la cuota total, en 2023 era del 18,3 %. En ese mismo periodo, las importaciones argelinas pasaron del 51,2 % al 29,2 %, consecuencia del cierre del gasoducto del Magreb por las tensiones en la región tras el viraje diplomático de España respecto al Sáhara. Quizá la ministra debería recordarlo en la próxima visita a Bruselas.
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