
Pedro Sánchez, tras la presentación del plan de ayudas por los aranceles de EE.UU.
El muro de China frena a las empresas españolas: «Allí no se opera en igualdad de condiciones»
El presidente llega al gigante asiático con el objetivo de reducir el desequilibrio comercial y diversificar el mercado
Pedro Sánchez, tocado por la varita de la oportunidad, emprenderá esta semana un viaje a China que coincide con la reciente cumbre de ministros de Comercio de la UE en Luxemburgo para buscar un acercamiento al gigante asiático. Aunque en principio no está previsto que se aborden las conclusiones de la Comisión, el azar ha querido que el español se convierta en el primer dirigente europeo en pisar Pekín tras dicha reunión. Pero no es solo la foto: el presidente del Gobierno tendrá que lidiar con las exigencias de un régimen que todavía impone muchas barreras comerciales.
Acompañado por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y el de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, Sánchez llegará el 9 de abril a Hanói donde se reunirá con el primer ministro vietnamita, Pham Minh Chinh, antes de participar en un foro empresarial en Ciudad Ho Chi Minh, la antigua Saigón. Posteriormente, el día 11, visitará Pekín, donde será recibido por el presidente Xi Jinping. Aunque se trata de dos países muy distintos, el objetivo común es diversificar mercados y reducir el enorme desequilibrio comercial que España mantiene con ambos.
En el caso de China, no es un asunto baladí. En 2024, las exportaciones españolas alcanzaron los 7.467 millones de euros, frente a unas importaciones de 45.173 millones, lo que deja un saldo negativo de 37.707 millones, equivalente al 93,6 % del déficit comercial total del país. Con Vietnam también existe un importante déficit, aunque de menor magnitud. Era además —hasta la reciente subida arancelaria del pasado miércoles— una vía relevante para canalizar flujos comerciales hacia Estados Unidos y otros destinos.
Con Pekín, el Gobierno tratará de reforzar la exportación de carne española, principalmente de cerdo, cuyas ventas han descendido preocupantemente desde los 3.134 millones de euros en 2020 a apenas 1.097 millones en 2024. También destacan los envíos de cobre y medicamentos, que el pasado año alcanzaron los 1.558 y 1.036 millones de euros, respectivamente.
La gran pregunta es cómo logrará España reducir estos desequilibrios. Las importaciones chinas de material eléctrico —que abarcan desde teléfonos hasta semiconductores— elevaron la factura a 10.213 millones de euros en 2024, seguidas de maquinaria mecánica (7.143 millones) y vehículos (3.345 millones); estas últimas se han multiplicado por 5,5 en los últimos cinco años a pesar de las barreras impuestas al coche eléctrico.
«En el caso de China, se acentúa la dependencia económica, no tanto por el volumen del comercio como por la naturaleza de los productos que se importan», señala Jorge Díaz Lanchas, profesor de Economía en Comillas ICADE. «Ese es el punto preocupante, especialmente en un contexto en el que no sabemos cómo puede reorientar China su estrategia comercial. Es ahí donde puede penalizarse la producción de empresas españolas. Que el volumen de importaciones sea alto y genere déficit no es necesariamente malo, siempre que se pueda diversificar», añade.
Díaz Lanchas subraya que, durante este viaje, Sánchez intentará abordar lo que la UE denomina de-risking: la reducción de riesgos sin llegar a un desacoplamiento total de los flujos comerciales, mediante una diversificación hacia otros mercados. También está previsto que se traten acuerdos comerciales para fomentar la inversión, prácticamente inexistente en ambos sentidos.
«Seguimos por debajo de otros países europeos como Holanda o Alemania, y es probable que esa inversión no crezca mucho más», comenta el economista. En su opinión, parte de esta situación se debe al mecanismo de monitorización implantado por la UE para controlar la inversión extranjera, especialmente en sectores considerados estratégicos. En este nuevo escenario, donde Estados Unidos parece replegarse, se abre la posibilidad de un acercamiento entre China y Europa, lo que podría beneficiar a España. «El problema ha sido que las empresas europeas o estadounidenses en China no operaban bajo las mismas condiciones que las chinas en Europa o EE. UU. Ahora se busca igualar las reglas del juego», concluye.
Y es que las empresas españolas, al igual que sus homólogas europeas, se enfrentan a importantes barreras de acceso en numerosos sectores del mercado chino. Estas dificultades persisten a pesar de la adhesión de China a la OMC en 2001, que teóricamente abrió muchos sectores a la inversión extranjera. En la práctica, como advierte el Icex, no todas las actividades empresariales están disponibles para el capital foráneo en igualdad de condiciones con respecto a los nacionales.
Barreras comerciales
En primer lugar, existe una Lista Negativa que restringe o prohíbe directamente la inversión extranjera en determinadas industrias. Algunos sectores solo permiten la entrada de capital mediante acuerdos de joint venture con socios locales; en otros, la inversión extranjera está completamente vetada. Pero no son las únicas barreras.
En el ámbito fitosanitario, la UE permite el acceso de productos chinos mediante el procedimiento de prelistado, una opción que China no aplica a las empresas comunitarias. Además, la UE exige que los protocolos SPS (sanitarios y fitosanitarios) negociados con un Estado miembro se extiendan a los demás, siempre que exista una situación equivalente.
Para obtener la certificación China Compulsory Certification (CCC), Pekín obliga a que los productos industriales pasen por una inspección física realizada por un técnico chino, incluso si cumplen los estándares internacionales. Asimismo, las compras públicas siguen estando restringidas, a pesar del compromiso chino de aplicar los principios de la OMC desde 2001.
Por otra parte, y pese a algunos avances, el acceso al mercado chino continúa presentando graves obstáculos en cuanto a la obtención de licencias y autorizaciones, así como en la protección efectiva de los derechos de propiedad intelectual.
En el juego de intereses comerciales que mantiene China con el resto del mundo, el azar ha brindado a Sánchez un hueco en el tablero. Ahora tendrá que ser el presidente el que demuestre si está a la altura de su buena fortuna.