La mejora de ingresos no tapa el agujero: el déficit real de la Seguridad Social sigue creciendo
Desde que Pedro Sánchez llegó al poder, la deuda de la Seguridad Social ha pasado de 34.000 millones a 126.000 millones de euros
El Gobierno asegura que la Seguridad Social está cubierta porque los ingresos han crecido un 11,8 %, pero, como mencioné en el artículo de ayer, no podría estar más en desacuerdo con esa afirmación. Como veremos hoy con los datos de gasto del primer trimestre, la este organismo se encuentra en una situación crítica: si no se hubiesen transferido cerca de 10.000 millones de euros mediante transferencias corrientes, el déficit real sería, por decirlo de forma gráfica, «im-presionante».
La Seguridad Social no solo debe hacer frente a las pensiones contributivas —que representan su mayor partida de gasto—, sino también al pago por incapacidad laboral, las pensiones no contributivas, el Ingreso Mínimo Vital (que sigue aumentando de forma acelerada), y otras prestaciones que, conforme pasan los meses, presionan aún más las cuentas.
Los discursos de Elma Saiz y los mensajes enviados a Bruselas intentan afianzar la confianza en un Gobierno desgastado, sin ideas, que, además de recurrir sistemáticamente a la mentira, oculta la realidad tanto a los ciudadanos como a las instituciones europeas. De hecho, la Comisión está visiblemente preocupada: el Banco de España no ha incluido un análisis específico sobre pensiones en su último informe, y la AIReF ha recibido el encargo de elaborar un informe especial sobre el asunto.
El aumento de los ingresos no ha sido suficiente para compensar el crecimiento sostenido del gasto. Por ello, han sido necesarias transferencias por valor de 10.000 millones de euros solo en el primer trimestre, con la particularidad de que en junio y diciembre las necesidades se duplican, debido a las pagas extraordinarias a los pensionistas.
La diferencia entre el saldo oficial y el déficit real debería ponerse sobre la mesa para iniciar un debate serio en busca de soluciones
La diferencia entre el saldo oficial y el déficit real debería ponerse sobre la mesa para iniciar un debate serio en busca de soluciones. De lo contrario —como ya advertí en mi artículo anterior—, esta situación llevará, como muy tarde en 2026, a la quiebra del sistema de Seguridad Social.
El desequilibrio es estructural y se agrava en un contexto de envejecimiento de la población, ampliación de coberturas y aumento de prestaciones. Todo ello genera dudas cada vez más fundadas sobre la sostenibilidad a medio y largo plazo del modelo actual. Tal como está diseñado, el sistema no es viable y corre el riesgo de quebrar, con consecuencias muy graves para millones de españoles.
Para entender mejor el problema, analicemos los datos: con un crecimiento del 7,6 % en cotizaciones sociales, el déficit real ha aumentado un 3,2 %. El supuesto crecimiento del 11,8 % en los ingresos responde en realidad a dos variables: por un lado, las cotizaciones sociales (que suben un 7,6 %) y, por otro, las transferencias corrientes, que se incrementan en un 30 %.
Los gastos totales de la Seguridad Social han aumentado un 7,5 %, alcanzando los 51.348 millones de euros en el primer trimestre. Este dato anticipa que, al cierre del ejercicio y considerando las pagas extraordinarias, el gasto superará los 225.000 millones de euros.
Sorprendentemente, los gastos de personal apenas han crecido un 0,3 %, mientras que los gastos corrientes han subido un 6,5 %, sumando ambas partidas un total de 1.025 millones de euros.
Las pensiones contributivas han aumentado un 6,6 %: la incapacidad permanente se ha disparado un 9,5 %, la partida de orfandad ha crecido un 3,4 %, la de viudedad un 4,2 %, y la jubilación —la más relevante— un 6,8 %.
En el apartado de otras prestaciones, el gasto total ha aumentado un 11 %. Destacan la incapacidad temporal (+13,1 %), el Ingreso Mínimo Vital (+10,6 %) y las pensiones no contributivas (+9,6 %).
Siguiendo la lógica contable del Gobierno, la Seguridad Social estaría en positivo, mejorando su posición respecto a 2024 en un 386,4 %, con un supuesto superávit de 2.672 millones de euros. Pero la realidad es muy distinta: si descontamos los 9.988 millones transferidos desde el Estado, el déficit real asciende a 7.316 millones de euros.
Podemos seguir recurriendo al autoengaño o adoptar la política del avestruz, pero cuanto más se retrase la toma de decisiones, más difícil será la solución. Y esta solución no es ni fácil, ni inmediata, ni indolora para las cuentas públicas. El riesgo de quiebra del sistema se vuelve cada vez más evidente conforme avanzan los trimestres y los años.
No olvidemos que, desde que Pedro Sánchez llegó al poder, la deuda de la Seguridad Social ha pasado de 34.000 millones a 126.000 millones de euros, sin contar los cientos de miles de millones que se han transferido para evitar el colapso.