Propuesta para Feijóo: se trata de debilitar el sanchismo, no de fortalecerlo
La gran mayoría de españoles de bien, ajenos al sectarismo, queremos que el sanchismo-leninismo pase a ser un mal recuerdo cuanto antes, pero hay que pensar bien las propuestas
Hoy siguen vigentes los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2023, aprobados en diciembre de 2022. El gobierno de Pedro Sánchez acumula dos prórrogas presupuestarias consecutivas.
El proceso de elaboración de los PGE para 2026 ya está iniciado, aunque es difícil su aprobación en tiempo y forma. Eso abocaría a una tercera prórroga presupuestaria, algo que ya ocurrió en tiempos de la pandemia (los últimos PGE de Rajoy rigieron hasta el final de 2020).
En esta ocasión, sin embargo, no hay ninguna emergencia extrapolítica que lo justifique: la tercera prórroga sería consecuencia de la debilidad del Gobierno, que no ha sido capaz de aprobar ningunos PGE en lo que va de legislatura. Otra muestra del deterioro institucional que provoca el sanchismo-leninismo.
No es buena idea forzar elecciones cuando no pueden aprobarse Presupuestos en dos ocasiones
En este contexto, Alberto Núñez Feijóo anunció que el PP prepara una propuesta para forzar la convocatoria de elecciones cuando un Gobierno no pueda aprobar unos PGE dos veces. Una propuesta que intenta evitar situaciones como la presente. La intención es buena; la idea, no.
La Constitución y las leyes parten de un supuesto implícito básico: la lealtad institucional y el patriotismo del gobierno. Lamentablemente, ese no es el caso de Pedro Sánchez, un mentiroso sin escrúpulos cuyo único programa de gobierno es mantenerse en el poder como sea.
Cualquier dirigente íntegro que hubiera sufrido una tercera parte de las sospechas de corrupción que rodean a Pedro Sánchez, incluso a su propia mujer, ya habría dimitido. Mucho más en el caso de Sánchez, que ganó la moción de censura de 2018 con la promesa de combatir la corrupción.
La verdad es que, si se amenazara a Pedro Sánchez con la caída de su Gobierno en caso de no aprobar los PGE, lo único que conseguiríamos sería aumentar el poder de chantaje de Puigdemont, Aitor Esteban, Junqueras, Yolanda Díaz y Otegi, todas personas que trabajan por la disolución nacional. Con el agravante de que Sánchez estaría dispuesto a dar todo lo que le pidieran.
Lejos de forzar la caída del gobierno de Sánchez, la propuesta de Feijóo haría mucho más probable, por ejemplo, la convocatoria de referéndums de autodeterminación en Cataluña y País Vasco, la reducción de la jornada laboral a 37,5 (o incluso a 35) horas por semana, la aprobación de un salario mínimo de 1.300 euros por mes (o tal vez más), la liberación (con homenajes incluidos) de todos los presos de ETA que queden y cualquier otro proyecto disolvente que al lector se le ocurra.
Lo más urgente es cambiar el sistema electoral
Es curioso, por otra parte, que Feijóo anunciara esta propuesta, destinada a adelantar el final de la pesadilla sanchista-leninista, cuando él mismo se ha negado a utilizar el mecanismo constitucional previsto a tal fin: la presentación de una moción de censura.
Curiosidad aparte, lo más urgente, dado que no hay forma de garantizar el patriotismo de los gobiernos, es cambiar el sistema electoral, para que aumente la proporcionalidad, el voto de cada español valga aproximadamente lo mismo y, consecuentemente, se reduzca el poder de veto del que, en la práctica, gozan los separatismos.
Mientras tanto, lo que debe hacerse es una oposición frontal a todas las iniciativas del Gobierno, desde la Hacienda catalana propia, hasta el reparto de Menas por España (reparto del que el PP viene siendo cómplice), pasando por la «condonación» de deuda a las autonomías, la nueva subida del salario mínimo (que castiga a las pymes) y un proyecto de PGE que pretenderá volver a aumentar el gasto del Gobierno, los impuestos y la deuda pública. Además, si el PP dejara de votar lo mismo que el PSOE en el Parlamento Europeo, sería más creíble y visible el cambio propuesto.
La gran mayoría de españoles de bien, ajenos al sectarismo, queremos que el sanchismo-leninismo pase a ser un mal recuerdo cuanto antes. Pero hay que pensar bien las propuestas para lograrlo, no sea que se le acabe fortaleciendo.
Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)