Se declara en quiebra la empresa que quiso plantar cara a Coca-Cola y Pepsi

La aventura de Kombucha Town, la pequeña marca que soñó con desafiar a los gigantes Coca-Cola y Pepsi, ha terminado en los tribunales. La compañía estadounidense, con sede en Bellingham (Washington), se ha declarado en bancarrota voluntaria bajo el capítulo 11 del Código de Quiebras de Estados Unidos, con una deuda que supera los 2,6 millones de dólares.

Su fundador y consejero delegado, Chris McCoy, había convertido su pasión por las bebidas fermentadas en un proyecto con vocación de cambio. Inspirado por la enfermedad de su madre, lanzó en 2011 una kombucha artesanal –un té fermentado con bacterias y levaduras– con la que pretendía llevar la bebida «funcional» al gran público. En 2018, llegó a rechazar una oferta de compra y, en 2020, planeaba distribuir en 800 supermercados de la costa oeste.

Pero la pandemia truncó los planes. «Todo se vino abajo en 90 días», reconoció el empresario. Las ventas se hundieron, hubo despidos y la muerte repentina del responsable financiero agravó la situación. Ni los créditos de emergencia del Gobierno estadounidense ni una campaña de micromecenazgo lograron evitar la caída.

Pese a todo, McCoy asegura que la bancarrota podría ser «una oportunidad para recomenzar». «Me merezco la posibilidad de un perdón financiero. Quiero que esta sea una gran historia de regreso», declaró.

La industria de la kombucha, valorada en 4.500 millones de dólares en 2024, sigue creciendo con fuerza y podría duplicarse para 2030. Sin embargo, el nicho de las bebidas saludables y funcionales –que prometen beneficios digestivos o antioxidantes– continúa lejos de amenazar el dominio mundial de los gigantes del refresco.

Mientras algunos usuarios celebraban en redes el fin del «refresco de bacterias y vinagre», otros lamentaban la desaparición de una de las pocas marcas independientes que habían intentado romper el duopolio de Coca-Cola y Pepsi.