El absentismo se va hasta los 242 millones de jornadas perdidas en siete meses de 2025
No hablamos de un problema coyuntural o sanitario. Estamos ante una auténtica epidemia económica y social
En siete meses de 2025, España ha perdido 242 millones de jornadas laborales. No hablamos de un problema coyuntural o sanitario. Estamos ante una auténtica epidemia económica y social, el absentismo laboral se ha convertido en uno de los grandes agujeros negros de nuestra productividad y un síntoma claro de la descomposición del esfuerzo como valor central de nuestra sociedad.
Según los datos oficiales del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y del INE para los aspectos económicos, en los siete primeros meses de 2025 se han iniciado más de 5,8 millones de procesos de Incapacidad Laboral Temporal (ILT), con una duración media de 42,7 días.
El resultado, 242 millones de jornadas perdidas y 25.426 millones de euros en pérdidas estimadas, un coste equivalente a más del 1,5 % del PIB nacional.
En solo siete años, el gasto en incapacidad temporal se ha disparado un 171 %, pasando de 4.337 millones en 2018 a 11.742 millones en 2025: Los costes por las bajas se disparan un 171 % desde que llegó Sánchez al poder.
Esta evolución no responde únicamente a una mayor cobertura o a un aumento del empleo. Responde a una falta total de control, a una gestión política permisiva y a un marco normativo que ha eliminado cualquier incentivo a la reincorporación rápida al trabajo.
El sistema de bajas médicas está desbordado, sin capacidad de auditoría ni coordinación real entre la Seguridad Social, las mutuas y las Comunidades Autónomas. Mientras tanto, los costes crecen y las empresas sufren una merma constante de productividad.
España se ha convertido en el país de Europa con una de las mayores tasas de absentismo y una de las menores productividades por hora trabajada. La paradoja es evidente: trabajamos menos, producimos menos y gastamos más.
Para que sepamos donde estamos y que es lo que ha pasado realmente en este año he preparado la siguiente información:
En enero empezamos el año con una media de días de ILT de 33, para empezar a subir sin parar hasta junio donde llegamos a casi 48 días (más de dos meses laborables), en julio de este año, lo cual parece absolutamente increíble y nos lleva a una cifra media de absentismo de casi 43 días.
Por otro lado, el número de procesos iniciados, aunque parece reducirse en volumen mes a mes, no paran de subir en días. El total de procesos iniciados suma en siete meses los 5,8 millones, todo esto nos lleva a que se han perdido 242 millones de jornadas, que, si lo multiplicamos por el salario medio anual que no das el INE en su encuesta de costes laborales, nos vamos a que al no haber estado trabajando y suponiendo que lo que se produce no tiene margen alguno, se han dejado de producir 25.425 millones de euros.
El Gobierno sabe perfectamente lo que ocurre y, sin embargo, no ha tomado ninguna medida estructural, ni ha reforzado las inspecciones médicas, ni ha impulsado protocolos de reincorporación progresiva, ni ha planteado una revisión seria de las causas de baja más frecuentes.
En cambio, ha optado por mirar hacia otro lado, centrado en una agenda política ajena a la realidad económica del país, mientras la Seguridad Social se hunde y el gasto público se dispara, porque cada día de baja médica no controlada cuesta dinero.
El auge del absentismo no es solo una cuestión económica, sino también moral y cultural. España está dejando atrás la ética del trabajo, sustituida por una mentalidad asistencialista donde el esfuerzo ya no se valora y donde la rentabilidad personal pesa más que la responsabilidad colectiva.
Si esta tendencia no se revierte, España se dirige hacia una economía estancada, con una Seguridad Social quebrada y un mercado laboral desvertebrado.
No es un problema de cifras, que también, es un problema de modelo y de valores.
Las soluciones pasan por tres líneas urgentes:
1) Auditoría integral del sistema de bajas médicas, con control real y cruce de datos entre mutuas y Seguridad Social y, sobre todo, garantizar que esto no es un festival de bajas.
2) Incentivos fiscales y de cotización para las empresas con menor absentismo y reincorporación más rápida, para que a su vez estas incentiven la vuelta rápida al trabajo.
3) Campañas de mentalización de los efectos de las bajas temporales, porque quien la necesite, que la obtenga, pero no puedes ser que el primero que pase y sin motivos evidentes obtenga una baja temporal.
Porque cuando un país normaliza que millones de personas dejen de trabajar sin control, mientras el Estado paga y mira hacia otro lado, hablamos de decadencia.
España está perdiendo, sino se ha perdido ya, la cultura del esfuerzo y, con ella, la posibilidad misma de sostener su futuro económico y moral.