La difícil situación de Murtra en Telefónica
El presidente se mueve entre la amenaza del hombre de Sánchez en la compañía, Carlos Ocaña, que quiere su puesto, y el contratiempo de no haber podido convertir a la 'teleco' en el gran gigante de la defensa en España. Su reto es convencer al mercado de que su plan es el que necesita la empresa
Murtra, escoltado por Carlos Ocaña (a su izda.), que dicen que quiere relevarle, y Ángel Escribano, que preside Indra, la empresa elegida para ser un gigante de la defensa en detrimento de Telefónica
El presidente de Telefónica desde enero de 2025, Marc Murtra, presentó el martes con poco éxito el nuevo plan estratégico de la compañía hasta el año 2030.
En conversación con El Debate, analistas como Iván San Félix, de Renta 4, no dudan en decir que «ha decepcionado», entre otras cosas porque «la compañía no va a generar tanta caja como estaba previsto», «no va reducir la deuda como se esperaba», y «sigue sin concretarse la operación de fusión o adquisición que está esperando el mercado» para que Telefónica lidere la concentración de empresas de telecomunicaciones en Europa, el gran objetivo que Murtra dice hace tiempo que persigue.
Murtra habrá de andarse con ojo con Carlos Ocaña, con quien apenas tiene ni relación ni afinidad
Los analistas están decepcionados, y los periodistas también, por una comunicación del plan poco clara que se tradujo el primer y segundo día en una caída brusca del precio de la acción.
No parece un buen paso para un Marc Murtra que tiene una situación difícil en Teléfonica. Como consejero representando a la SEPI y vicepresidente de la compañía está Carlos Ocaña, que aguarda con la guadaña el momento de quitarle el puesto. El hombre de Pedro Sánchez en el consejo de administración de Telefónica, el economista que escribió un libro sobre su tesis, el que informa puntualmente al jefe de la oficina económica de Moncloa, Manuel de la Rocha, sobre cómo van los números y qué se comenta en el consejo, va diciendo por los pasillos de la compañía que él quiere ser el presidente, según fuentes conocedoras. Parece que está creciendo la desconfianza hacia él.
Ocaña ha tomado el relevo de Javier de Paz. De Paz fue el hombre de Zapatero que mandaba en Telefónica, pero ya está amortizado. Estará triste por haber perdido poder al salir del consejo de administración, pero feliz al haber sido nombrado director adjunto y pasar a ser empleado de la compañía. En su nuevo puesto no tendrá atribuciones, pero cuando quiera jubilarse, se irá con todas las de la ley: con su jugoso plan de pensiones que corresponde a su sueldo de más de un millón de euros.
Murtra habrá de andarse con ojo con Ocaña, con quien apenas tiene relación, más allá de la de presidente y consejero, y con quien no tiene ninguna afinidad. También tendrá que ver cómo resuelve la decepción acaecida tras la presentación de su plan estratégico. Quizá tendrá que hacer una ronda por todas las Bolsas donde cotiza para explicarlo mejor.
El nuevo presidente se encontró al llegar que su predecesor en el cargo, José María Álvarez-Pallete, le dejó una situación peor de la esperada: una deuda neta sobre EBITDA de casi tres veces, una situación financiera insostenible. Podría haber hecho sangre sobre este tema, pero sorprendentemente no lo ha hecho. Las telecos comparables a Telefónica en Europa -Deutsche Telekom, Orange y Vodafone- tienen una deuda neta sobre EBITDA de 2,5 veces. Parecen solo unas décimas, pero en cantidades de dinero tan grandes, la diferencia alcanza cifras importantes.
De la compañía saldrán un mínimo de 2.000 personas, incluida la actual directora financiera, Laura Abasolo
Esta circunstancia, y la realidad de que las proyecciones de crecimiento de ingresos y ebitda de las grandes operadoras europeas –Deutsche Telekom, Orange y Vodafone– son similares a la anunciada por Telefónica, podrían haberle servido para justificar sus números -los analistas hablaron de proyección de crecimento pobre- y la reducción que anunció del dividendo, una de las grandes claves del estacazo que la compañía se dio en Bolsa en los primeros días. Pallete mantuvo su política de dividendos para contentar a sus accionistas, bastante descontentos por el desplome del precio de la acción.
Murtra no ha explicado bien su plan, y ahora tiene mucho trabajo por delante para volver a convencer al mercado. Lo que más se espera es el anuncio de una fusión o adquisición. El Economista habló de Digi, una operación que podría tener sentido. Está presente en varios países (Italia, Bélgica, Portugal) y no saldría muy cara: su capitalización bursátil es muy baja (en torno a 9.400 millones de euros, frente a los 20.600 de Telefónica). No se sabe si está en venta.
También se sigue hablando de Vodafone, pero comprar solo la parte de España no resolvería mucho a Telefónica. Adquirir el operador alemán 1&1 o alguna compañía en Reino Unido son otras de las posibilidades que se han comentado.
La apuesta por la defensa, como se habló al principio, hubiera dado a Telefónica un fuerte espaldarazo en su negocio y en la Bolsa. A Murtra le hubiera gustado fusionar Telefónica con Indra para convertirla en el gran gigante de la defensa que se está buscando tener en España, pero el Gobierno ha elegido a Indra, y todos los grandes proyectos y posibles adquisiciones van a ella.
Con Telefónica hubiera sido más factible tener un campeón nacional como Thales (gigante francés de defensa) o Leonardo (gigante italiano), pero sus posibilidades se evaporaron por obra del Gobierno, a pesar de llevar más de cien años en el negocio de la defensa y contar con despliegues tan potentes como la red de combate de 5G en la nube que utiliza la OTAN. Telefónica gestiona la parte más importante de la Defensa, las transmisiones y telecomunicaciones, pero en buena medida se ha paralizado por la primacía de Indra. Aún así, el consejero delegado de Telefónica, Emilio Gayo, comentaba en la presentación del plan estratégico que la defensa, y en concreto la ciberdefensa, son consideradas vías de crecimiento por la compañía. Habrá que ver qué les deja hacer el Gobierno, que en principio favorecerá que quien coja tamaño sea Indra, aunque Telefónica ya lo tenga.
Limitada esta posibilidad de crecimiento, Murtra tendrá que seguir saneando la compañía y creciendo al mismo tiempo. Si va cumpliendo hitos que se traducen en un crecimiento y mejora de la compañía, convencerá al mercado. Gran parte del saneamiento tendrá que ver con la reducción de personal, que será como mínimo de 2.000 personas y podría llegar a 6.000. Dentro de esas salidas estará la de Laura Abasolo, la directora financiera, para quien el presidente busca sustituto, como adelantó El Debate.