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La educación en la encrucijadaJorge Sainz

Orgullos y prejuicios en el programa educativo del PSOE

Lo que más curioso me resulta es, sin duda, la contradicción que existe entre el programa electoral y los últimos cinco años de gobierno que hemos vivido

Actualizada 12:13

Tengo la suerte de ser fellow (investigador visitante) del Instituto de Investigación en Políticas Públicas de la Universidad de Bath. Entre las ventajas de ser miembro de tan selecta institución está, sin duda, la de visitar varias veces al año una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad, que cuenta con unas bellísimas termas romanas y que ha contado entre sus más ilustres ciudadanos, al comienzo del siglo XIX, con la escritora británica Jane Austen, siendo la ciudad reconocible en parte de su obra.

Como romántico empedernido he de advertir que he leído todos sus libros, que he visto gran parte de las películas e, incluso, que he devorado alguna versión de dudosa originalidad de sus obras como Orgullo y prejuicio y zombis. Volviendo al original, Orgullo y prejuicio es, sin duda, una de las novelas románticas más relevantes de la historia y uno de los orígenes de la novela moderna, mostrando con ironía, pero sin edulcorar, la vida diaria de la sociedad de su tiempo, la época georgiana británica.

Estoy seguro de que muchos de ustedes han leído la obra o, al menos, han visto alguna de las adaptaciones cinematográficas que se han realizado de la misma. Los protagonistas de la novela se debaten para abandonar su orgullo y sus prejuicios para encontrar, finalmente, el amor verdadero. Como escribió la propia Austen, «donde en verdad prevalece la superioridad intelectual, el orgullo siempre será moderado».

Las anteriores palabras se aplican perfectamente a los cinco años que acabamos de sufrir de gestión educativa por parte del Gobierno de Sánchez. Todo el orgullo y todos los prejuicios acumulados por la izquierda española en educación se han visto volcados en una ley orgánica, la LOMLOE; desde las asignaturas con visión de género a titular sin aprobar todas las asignaturas, relativizar el concepto de excelencia, atacar cualquier cosa que huela concertada, etcétera.

Pero parece que, en el programa electoral del PSOE, como la señorita Bennet y el señor Darcy, los socialistas han decidido abandonar, por momentos, sus prejuicios y, lo que es más importante, su orgullo, para abrazar un pequeño grupo de medidas que lleva reclamando la oposición y el sector educativo desde que se aprobó la ley Celaá.

Efectivamente, en el largo programa electoral del PSOE podemos encontrar medidas reclamadas en esta columna a lo largo de los meses, como un mayor gasto en tutorías para aquellos estudiantes que necesitan apoyo escolar para aprobar y no repetir, un mayor peso de las matemáticas dentro de los currículos educativos, un apoyo a la lectura como forma de comprensión del idioma (probablemente incluida después del desastre de la última evaluación de PIRLS), el impulso de la educación de idiomas, recompensar la excelencia con becas para aquellos que aprueben a la primera, etcétera. Y no se para ahí la cosa. El partido del presidente del Gobierno se compromete a actualizar los módulos de pagos de la concertada para acercarse al coste real de la misma. El apoyo a la formación profesional dual o las mejoras fiscales a las empresas que hoy se encargan de la formación de estudiantes son otra de las medidas fruto de esa conversión a lo Pablo de Tarso.

Sin embargo, estos titulares no pueden disimular el peso que tienen los mismos asesores y técnicos que construyeron la LOMLOE en el programa. Hoy siguen apostando por una educación inclusiva, entendida esta como aquella que no permite a los padres de los chicos que se encuentra en educación especial elegir la formación que ellos desean, sino que se remite directamente a una educación pública genérica y no especializada. Lo mismo sucede con el aprendizaje de idiomas. A pesar de los resultados positivos de algunas comunidades del Partido Popular con la educación en inglés en las aulas, hoy los socialistas siguen hablando de cursos en el extranjero, una barrera para rentas bajas por muchas subvenciones que se reciban. Por supuesto, también siguen apareciendo mantras como la educación afectivo sexual y similares.

Lo que más curioso me resulta es, sin duda, la contradicción que existe entre el programa electoral y los últimos cinco años de gobierno que hemos vivido. Parece, si solo se ven las intenciones programáticas, que en ese tiempo el apoyo a la educación concertada ha sido generalizado por parte del Ministerio de Educación, que el esfuerzo se ha recompensado de forma sistemática y que no ha habido ninguna medida para propiciar y facilitar el aprobado, que no se han trivializado los currículos, que no se han creado amalgamas de contenidos sectarios en asignaturas como las matemáticas. Por supuesto, no se dice nada de la normativa vinculada a los pagos de la Seguridad Social por parte de las empresas que recogen estudiantes en prácticas. Dicho de otra forma, en el último lustro no ha gobernado el Partido Socialista, sino unas señoras que pasaban por ahí y que han realizado una normativa que no está de acuerdo con el planteamiento educativo del PSOE.

Después de leer detenidamente el programa del PSOE creo que, como Ms, Bennet y Mrs. Darcy, en el PSOE se están viendo cambios de opinión (ahora se dice así) o en la calle de Alcalá 34 se ha aprendido de su jefe y no se distingue entre la verdad y la mentira.

  • Jorge Sainz es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).

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