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cuadrángulo central de la Universidad de Stanford, con la Iglesia Memorial en el centro

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Educación

La Universidad de Stanford eliminará más de 360 puestos tras los recortes de la Administración Trump

Según se detalla en una nota interna firmada por el presidente y la decana del centro, estas «medidas difíciles» responden a «un contexto fiscal complejo, determinado en gran medida por los cambios en la política federal que afectan a la educación superior»

La Universidad de Stanford, una de las instituciones académicas más reconocidas de Estados Unidos, ha comunicado su decisión de eliminar más de 360 puestos de trabajo como consecuencia de los recortes presupuestarios impulsados por la Administración de Donald Trump. Esta medida se enmarca en un contexto de tensión creciente entre el Ejecutivo republicano y las universidades que, a su juicio, mantienen una orientación ideológica excesivamente progresista.

Documentos oficiales consultados por la agencia AFP confirman que a finales de julio la dirección del centro universitario informó a las autoridades del estado de California sobre su intención de suprimir 363 empleos. Con ello, Stanford se suma a la lista de grandes universidades estadounidenses –entre ellas Harvard, Columbia y Johns Hopkins– que han optado por reducir su plantilla como resultado directo de las decisiones tomadas por la Casa Blanca.

Según se detalla en una nota interna publicada en el sitio web institucional y firmada por el presidente y la decana del centro, estas «medidas difíciles» responden a «un contexto fiscal complejo, determinado en gran medida por los cambios en la política federal que afectan a la educación superior». La universidad, añaden, se ve obligada a hacer frente a una disminución de 140 millones de dólares en su presupuesto general para el próximo año académico.

Stanford, ubicada en California, da empleo actualmente a más de 18.000 personas, de acuerdo con la información disponible en su portal institucional. El impacto de estas decisiones se percibe como un nuevo episodio en el deterioro de las relaciones entre la administración republicana y el sector universitario estadounidense, especialmente aquellas instituciones que son percibidas como bastiones del pensamiento liberal o progresista.

La ofensiva de la Administración Trump contra estos centros de enseñanza superior se ha traducido en una serie de recortes que comprometen la financiación pública de la que dependen muchas de sus investigaciones y programas educativos. En este sentido, los ajustes presupuestarios no solo afectan al personal, sino también al conjunto de la oferta académica y a la capacidad investigadora de las universidades.

Aunque desde la institución se insiste en que la prioridad es garantizar la continuidad y calidad de la formación, los recortes representan un desafío significativo para su funcionamiento. Los responsables académicos confían, no obstante, en poder afrontar esta etapa con medidas responsables y apelan al compromiso de toda la comunidad universitaria para adaptarse a las nuevas circunstancias.

El anuncio de Stanford refleja el clima de incertidumbre que atraviesa el mundo universitario en Estados Unidos ante un panorama político que ha dejado de ver a la educación superior como un ámbito neutral y ha pasado a considerarlo un campo de batalla ideológico.

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