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18 de abril de 2024

Valla de Ceuta vista desde Marruecos

Valla de Ceuta vista desde MarruecosXemenendura

Análisis El Debate

La zona gris y el vecino marroquí

La zona gris es un conflicto híbrido, organizado por actores políticos con tres características: conciencia del conflicto, objetivos y poder. Tiene fines similares a los de una guerra, pero la evita amparándose en la confusión de sus acciones. Los agresores son conscientes de que perderían mucho en una guerra convencional. Los costes asociados son más reducidos que los derivados de una guerra abierta. La paz no es sinónimo de armonía en las relaciones entre Estados. La zona gris ocupa el espacio situado entre una paz cordial y una guerra abierta.
La zona gris plantea fines radicales con medios que no lo son. La manipulación encubierta es una táctica en la que hay mucho que ganar y poco que perder. Es más agresiva en el fondo que en la forma. Sus acciones son ambiguas y graduales. Esa ambigüedad con la que se desarrollan los conflictos convierte a esas operaciones de influencia en un instrumento para modificar la realidad, entorpeciendo la identificación legal de la autoría de la agresión.
Estas intervenciones son habituales de los servicios de inteligencia, que asumen como una de sus misiones erosionar al adversario a través de acciones encubiertas sobre la opinión pública. La intoxicación informativa es obra de profesionales que planifican a largo plazo; sus acciones están pergeñadas como parte de una estrategia global en la que intervienen todos los recursos del poder estatal. Instrumentaliza medios civiles y militares; legales e ilegales; políticos y económicos en distintas dosis. Es la definición del profesor Josep Baqués.

La zona gris fabrica su relato. No es preciso que sea verídico, sino que sea atractivo para su público objetivo

La importancia de la zona gris la da su objetivo. La soberanía sobre un territorio determinado es un clásico. Entre sus fines está debilitar a otro país promocionando la independencia de una parte del territorio, caso de Cataluña, o la anexión de una región de otro Estado, como vemos en Ceuta y Melilla. Otros objetivos son provocar cambios de régimen o de gobierno, como en el 11-M, en ocasiones induce a un cambio de alianzas, alterando el equilibrio mundial de fuerzas.
La zona gris usa medios de presión para debilitar el territorio objetivo, buscando que los residentes y el Estado crean inviable mantener la situación. Una de esos medios es la coerción económica para debilitar a los protectores del statu quo: desde boicots a bloqueos comerciales, desde presiones a vendedores y consumidores a actos de sabotaje contra cadenas de suministro. Pretende la asfixia económica de un territorio.
La zona gris fabrica su relato. No es preciso que sea verídico, sino que sea atractivo para su público objetivo. El relato se divulga tanto por medios formales, como los comunicados oficiales, como por los informales: internet, medios de comunicación, etc. Internet ha dotado de un impulso antes desconocido a cualquier iniciativa de este tipo por su factor multiplicador.

La zona gris pretende fomentar la polarización, ahondando las brechas y los conflictos existentes

La zona gris pone en el epicentro del conflicto a la población civil, en muchas ocasiones, la propia. Busca movilizarla para sus fines, convertirla en la punta de lanza de sus reivindicaciones, incluso sin su connivencia. Las democracias son el objetivo frecuente de estas campañas, porque los regímenes autoritarios gobiernan sin necesidad del respaldo de la población. Eso explica que sean, con asiduidad, los autores de estas manipulaciones para desgastar la legitimidad de sus adversarios. El despotismo no busca la atracción o la persuasión, pretende fomentar la polarización, ahondando las brechas y los conflictos existentes, intoxicando los entornos políticos e informativos de los países objetivo.

Marruecos y la zona gris

Las amenazas híbridas con mayor proximidad a nuestras fronteras e intereses están en las relaciones entre Marruecos y España, dado que el primero desafía la integridad del territorio español. Una vulnerabilidad evidente es que ni Ceuta ni Melilla están bajo la cobertura del Artículo 5 de la OTAN. Si el conflicto se agrava, hay serias dudas en el lado español sobre la viabilidad política y militar de defender Ceuta y Melilla de manera efectiva.
Rabat influye sobre la acción exterior española usando el control del flujo migratorio, la cooperación antiterrorista y los acuerdos pesqueros.
Hay tres maniobras históricas principales en esta zona gris. La más evidente fue la Marcha Verde en 1975. Otra fue la crisis del islote Perejil en julio de 2002. La tercera ha sido incentivar la entrada de miles de personas en Ceuta en mayo de 2021. Pero no son las únicas:
En 2007 Rabat protestó por la visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla. En 2010 emitió pasaportes marroquíes a personas nacidas en esas ciudades atribuyéndose su soberanía. Desde 2010 ha acrecentado la inmigración ilegal. Al mismo tiempo, generó una imagen negativa poniendo el foco de la prensa en las alambradas de las vallas fronterizas y en la saturación de los centros de acogida. En 2018 las autoridades marroquíes cerraron la frontera comercial con Melilla. En 2019 Rabat notificó a sus funcionarios la prohibición de entrar en Ceuta o Melilla y negó el paso a los marroquíes con cédula de viaje emitida por la Delegación del Gobierno de Ceuta. En 2019 la Administración marroquí ralentizó el paso por la frontera y en febrero de 2020 vetó la entrada de pescado fresco en Ceuta. En diciembre de 2020, el primer ministro Saadeddine El Othmani afirmó que, una vez resuelto el conflicto del Sáhara Occidental, irán por Ceuta y Melilla. El empleo de una avalancha de menores engañados entrando ilegalmente a Ceuta, el pasado mes de mayo, como represalia a la hospitalización en España del líder polisario Brahim Ghali, tiene esos tintes.
Rabat también sabe que señalar una causa exterior irredenta sirve bien para que la población propia olvide sus penurias y mire a otro lado.
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