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28 de marzo de 2024

Pedro Sánchez y Santiago Abascal en una foto de archivo

Pedro Sánchez y Santiago Abascal en una foto de archivoEFE

La crónica política

Sánchez cambia de estrategia con Vox: la caída de Abascal es lo único que puede salvarlo

En el PSOE han asumido que sus opciones para conservar el Gobierno, aun perdiendo ante Feijóo, pasan por que Yolanda Díaz sea tercera y sumar con ella. Pero ese lugar ahora lo ocupa Vox

Sucedió el miércoles, durante la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso del nuevo curso. Santiago Abascal le había preguntado al presidente si va a seguir empeñado en mantener la Ley de cambio climático aprobada en 2021, que sentencia a muerte a las nucleares y prohíbe el fracking.
Pedro Sánchez se levantó para responderle desde su escaño, como siempre. Pero esta vez su tono para con el líder de Vox era otro. Nada de exabruptos, nada de aspavientos. Ni un gesto de repulsión, sino pura delicadeza. El presidente ni siquiera se refirió a Vox como la ultraderecha en su respuesta, sino que se limitó a decir: «En el sistema político español tenemos claramente dos derechas: una derecha que niega el cambio climático –como usted– y otra derecha que no dice que no exista el cambio climático pero que actúa como si no existiera ese cambio climático, que es el Partido Popular».
No es que Sánchez se hubiera despertado ese día conciliador con Vox. Es que había gato encerrado, una estrategia inconfesable: el PSOE ha decidido perdonar la vida al partido de Abascal. O mejor dicho: dejar de alimentarlo, por la cuenta que le trae.

Pedro Sánchez necesita que Yolanda Díaz quede tercera, no Vox como ahora

Los gurús socialistas saben que la única posibilidad que tiene el presidente del Gobierno para sobrevivir y conservar el colchón de la Moncloa pasa por sumar con Yolanda Díaz. Para ello es necesario, obligatorio, que Vox no vuelva a ser la tercera fuerza política del Parlamento –como ahora–, sino que lo sea la plataforma de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo.
Ergo, los socialistas deben trabajar en una doble dirección: contribuir a desinflar a Vox, mal que les pese ayudar en esa tarea a Feijóo; y, en paralelo, ayudar al reagrupamiento de la izquierda a la izquierda del PSOE en torno a Díaz. Ninguno de los dos retos es menor.

La Ley d'Hont

Son los caminos inescrutables de la Ley electoral d'Hont, que premia con un plus de escaños a la tercera fuerza política, aunque la diferencia en porcentaje de voto respecto a la cuarta sea muy pequeña. Ser tercero supone, en la práctica, abrirse las puertas de una quincena de pequeñas circunscripciones y tener acceso a escaño en ellas. Toledo, Cáceres, León, Jaén, Albacete, Almería… son la tierra prometida, un maná electoral.
En las elecciones de abril de 2019, Ciudadanos disfrutó de las mieles de quedar tercero, con Albert Rivera al frente. Obtuvo 57 escaños con un porcentaje de voto del 15,86 %. Unidas Podemos quedó cuarta, con apenas cinco puntos menos. Pero la diferencia en escaños fue brutal: tuvo 24 menos que Cs. En concreto, 33.
Rivera y los suyos celebrando la tercera posición de Cs en abril de 2019

Rivera y los suyos celebrando la tercera posición de Cs en abril de 2019EFE

En la repetición electoral de noviembre de ese año, Vox fue tercera y Unidas Podemos repitió en la cuarta posición. Separaron a ambos partidos 5,26 puntos y 26 escaños. Demasiado premio para el tercero, demasiado castigo para el cuarto.

El punto de inflexión

El resultado de las elecciones andaluzas supuso un punto de inflexión para el PSOE, el momento a partir del cual se replanteó su estrategia respecto al partido de Abascal. Los socialistas agitaron el espantajo de Vox, el miedo a que Juanma Moreno gobernara con Macarena Olona. Pero, a la vez, juraron y perjuraron a los andaluces que bajo ningún concepto se abstendrían en una investidura para evitar que Moreno dependiera de Vox. «Les decíamos que Vox era el problema pero que el PSOE no era la solución. ¿Conclusión? Hasta los nuestros votaron a Moreno para que gobernara en solitario», rememora un veterano del PSOE curtido en decenas de campañas.
Vox aún no se ha recuperado de aquellas elecciones, ni política ni anímicamente. Las encuestas de este verano muestran un retroceso de la formación de Abascal y una fuga de voto hacia el PP. Hasta el CIS lo subraya. El cambio de percepción del electorado de centro derecha es evidente: «El voto útil solo funciona cuando el votante ve que quien apela al voto útil puede ganar. Por eso a (Pablo) Casado no le funcionó en 2019 y por eso a Feijóo le está funcionando ahora», opina un dirigente popular.
No obstante, a 15 meses de las elecciones generales, Vox sigue siendo tercero en los sondeos, mientras que Yolanda Díaz no despega. Para que el plan de Sánchez funcione, al presidente no le basta con que Vox baje, sino que Díaz tiene que subir. Hay que dar hilo a la cometa de la gallega.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz el pasado martes en el Senado

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el SenadoEva Ercolanese/ PSOE

De ahí que el presidente dejara hacer a su socia de Gobierno cuando ésta propuso una limitar los precios de los productos básicos, en lugar de desautorizarla al instante. Díaz se metió en camisas de once varas y provocó que el ministro de Agricultura, Luis Planas, pusiera el grito en el cielo, pero no hay en la hemeroteca de estos días una sola palabra de desaprobación por parte del líder del Ejecutivo.
En su entrevista del martes en TVE, Sánchez se limitó a decir que los empresarios tienen que «arrimar el hombro», sin polemizar con Díaz. Bastante ha tenido ya ella con poner de acuerdo –en su contra– a todo el sector alimentario salvo Carrefour. Menos mal que una oportuna cumbre de los ministros de Trabajo del G-20 en Indonesia le ha permitido escapar de la polémica y alejarse del ruido durante varios días.

Al traspié de Yolanda Díaz se ha unido un nuevo episodio de la guerra civil de la izquierda en Andalucía

A este traspié de la ministra se ha unido, esta semana, el nuevo episodio de la guerra civil entre Podemos, Izquierda Unida y Más País en Andalucía. Allí, Por Andalucía –así se llamó la coalición electoral– ha expulsado de la Mesa del Parlamento a la diputada de Podemos para colocar en su lugar a una de Más País. Lo que evidencia hasta qué punto va a ser fácil que Díaz aglutine a todas las fuerzas de izquierdas en un único proyecto.
De momento, el PSOE y Unidas Podemos tienen bastante con ir superando pantallas de esta legislatura. Ahora el afán de los segundos pasa por conseguir que Sánchez acceda a incluir en el próximo real decreto ley –el del plan de contingencia– un tope a las hipotecas a tipo variable para los deudores más vulnerables. Eso y desatascar la Ley de Vivienda, que los de Pablo Echenique quieren ahora endurecer (después de haberla pactado íntegra con el PSOE) para lograr el apoyo de los socios parlamentarios del Gobierno y que las cuentan salgan. «Estamos jugando con fuego en algunas votaciones», advierten desde la dirección morada.
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