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19 de mayo de 2024

El juicio que se celebró contra Joaquín Ferrándiz en la Audiencia Provincial de Castellón

El juicio que se celebró contra Joaquín Ferrándiz en la Audiencia Provincial de CastellónEFE

Sucesos

Joaquín Ferrándiz, uno de los asesinos en serie más peligrosos de nuestro país, a punto de quedar libre

El asesino terminará de cumplir su pena a finales de julio y la cárcel tendrá que dejarle salir en libertad

Un criminal sanguinario va a quedar libre antes de que comience el mes de agosto. No se sabe muy bien si su condena termina el 27 o el 29 de julio, pero en torno a esa fecha dejará a su espalda los barrotes de la cárcel en los que ha vivido los últimos 25 años de su vida. Tiene 60 años y capacidad de seguir matando. Su pasado asusta.
La primera vez que salió de caza (que se sepa) arrolló con su coche a una chica que iba en moto. El golpe fue pequeño. Sólo quiso desestabilizarla y que se cayera al suelo. Era agosto de 1989. Joaquín, aparentemente atribulado, le ofreció a la joven llevarla en su coche al hospital para que le curasen la herida de una pierna. Sólo quería que ella entrase en el coche por propia voluntad. La llevó a un lugar oscuro y sin testigos y allí la agredió sexualmente con mucha violencia. No la mató.
La mujer lo identificó y fue condenado a 14 años de prisión. Quizá era otra época, porque lo dejaron salir en libertad provisional cuando sólo había cumplido 6 años, ni la mitad de la condena. Engañó a todos los responsables de tomar la decisión. En la cárcel se contenía, era educado, parecía estable y mentalmente equilibrado. Se equivocaron.
Al dejarlo salir, pusieron a un depredador en las calles y los depredadores cazan. Su primera presa fue Sonia Rubio de 25 años. Esta joven salió de marcha por Benicàssim. Cuando estaba con un grupo de amigos Joaquín, al que conocía de vista, se ofreció a llevarla a casa en coche. Era una trampa. La trasladó a un paraje apartado, la ató, la amordazó y mientras con el sujetador de ella la estrangulaba, abusó de ella.
Su desaparición llamó la atención de los medios de comunicación, que no dejaron de hablar del asunto hasta que se localizó su cadáver dos meses después. Después de Sonia, siguió cazando, pero esta vez se decidió por prostitutas. A ellas las podía meter en el coche sin violencia: Natalia, 24 años, Mercedes, 29 años, y Francisca, 24 años. Una a una todas fueron apareciendo muertas.
Joaquín sabía que la Policía buscaba a un asesino y fue prudente. Controló sus instintos y durante una año tuvo a la bestia enjaulada y cuando se sintió seguro volvió a actuar. El 14 de septiembre de 1996 se acercó a una joven en la discoteca «Ahí me quedo». Se llamaba Amelia Sandra García. Le ofreció llevarla a casa en coche, como con Sonia: la violó y la mató.
Sospecharon de él y lo pusieron bajo vigilancia. Lo acabaron deteniendo cuando estaba a punto de repetir su comportamiento con una sexta joven. La chica había acudido a una discoteca con su propio coche. Él le desinfló la rueda y la siguió. Cuando tuvo un accidente, tenía previsto se ofrecerle a llevarla a un hospital, pero el plan no le salió bien. Ella acabó maltrecha y acabaron apareciendo testigos.
La escena la presenciaron guardias civiles de paisano que le detuvieron días después en su oficina: concretamente el 29 de julio de 1998. Le condenaron a 163 años de prisión, pero su pena se refundió en 25 años: esos son los que tendría que cumplir verdaderamente. Día arriba, día abajo, el 29 de julio de 2023 habrá cumplido 25 años de prisión y saldrá en libertad.
Hay un cierto consenso entre algunos especialistas en criminología y psiquiatría: no está rehabilitado y probablemente volverá a violar y a matar. Es lo que temen también los familiares de las víctimas. «Yo quiero que se le reconozca a él cuando salga de la cárcel porque va a cumplir 25 años y no va a salir con ninguna vigilancia, se va a ir de rositas. Espero que se le vea la cara y se tenga visto por toda España», pide Jaime, el hermano de Sonia, su última víctima.
«Si cuando salga de la cárcel, le veo en la calle no sé si quedarme quieto o matarlo», duda Jaime. «Ese hombre mató a mi hermana y a toda mi familia. Mis padres cayeron en una depresión y murieron. Mi vida ha sido muy mala también. Me quedé en la calle, tengo estrés postraumático, llevo desde los 18 años con medicación. Me siento muy solo a nivel familiar, estuve un año sin salir de la habitación».

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