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05 de mayo de 2024

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el Senado

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el SenadoEuropa Press

Análisis

Pactos de investidura, la pregunta no estaba bien formulada

Entre los dos candidatos hay una primera diferencia: uno, Alberto Núñez, lo es porque ganó las elecciones y el otro, Pedro Sánchez, porque confía en que obtendrá, gracias a los pactos, la confianza de la Cámara

Hasta ahora enfocábamos la cuestión de los pactos de investidura desde la óptica de Pedro Sánchez y nos preguntábamos que por qué es capaz de pactar con quien sea, aunque origine la nefasta mayoría Frankenstein. Y la respuesta era siempre la misma: porque es un ególatra que tiene una enfermiza obsesión por alcanzar el poder o mantenerse en él. Bien. Pero en los pactos hay dos partes: el que pide y los que los dan. Por eso creo que una reflexión completa sobre los pactos de investidura no puede dejar fuera las motivaciones de los que pactan con Sánchez.
La pregunta no es solo, por tanto, por qué Sánchez busca desesperadamente escaños de otros partidos para lograr la mayoría absoluta y ser investido presidente, sino también la contraria: por qué hay partidos que, teniendo idearios muy diferentes, y hasta contrarios entre sí, están dispuestos a utilizar sus escaños para que Sánchez obtenga la confianza de la Cámara.
El planteamiento en el momento presente tiene que adoptar como punto de partida el resultado de las últimas elecciones generales. Hay dos candidatos que pueden optar a la investidura: Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular y Pedro Sánchez Pérez-Castejón, líder del Partido Socialista. El primero porque fue el cabeza de lista del partido ganador, el Partido Popular, que obtuvo 137 escaños de diputado gracias a los sufragios de 8.091.840 electores y 103 escaños de senador como consecuencia de los 8.068.370 votos obtuvo para en el Senado. El otro candidato es Sánchez, porque lo fue del PSOE, que quedó en segundo lugar, consiguiendo 7.760.970 votos para el congreso con 121 escaños de diputados, y 7.711.815 votos para el Senado por los que se le asignaron 72 senadores.
Entre los dos candidatos hay, pues, una primera diferencia: uno, Alberto Núñez, lo es porque ganó las elecciones y el otro, Pedro Sánchez, porque confía en que obtendrá, gracias a los pactos, la confianza de la Cámara. Esa diferencia no es irrelevante. Porque Núñez Feijóo parte de una certeza: haber ganado las elecciones, y Pedro Sánchez, de una expectativa: llegar a obtener mediante pactos la confianza del Congreso.
Al contrario de lo que pueden pensar algunos, no se diferencian, en cambio, en su postura frente a la Constitución: tanto el PP como el PSOE acatan que la soberanía nacional reside en el pueblo español, que la forma política del Estado es la Monarquía Parlamentaria, que la unidad de la Nación española es indisoluble y que es patria común e indivisible de todos los españoles, y que se reconoce y garantiza el derecho a la autonomía y la solidaridad entre todas ellas.
Pues bien, ¿cuál es el ideario de los partidos que pueden apoyar a Sánchez? Centrémonos en los más relevantes.
Sumar, acepta sumisamente que la forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria, aunque se declara un partido republicano y considera que España es un Estado plurinacional, punto que es inconstitucional. Esquerra Republicana de Cataluña y Junts son indubitadamente contrarios a la Constitución, hasta el punto de que no hace mucho que efectuaron una declaración unilateral de independencia, constituyéndose en la República Independiente de Cataluña. Lo que implica, entre otras cosas, que no aceptan la soberanía del pueblo español, la monarquía parlamentaria, la indisoluble unidad de la nación española, las autonomías y la solidaridad entre todas ellas.
El PNV aspira a la independencia del País Vasco de España, por lo que su posición se sensiblemente similar a las dos formaciones catalanas mencionadas. Y por último, EH-Bildu es una formación vasca independentista desde una posición de extrema izquierda. Es la formación que prosigue políticamente la actividad terrorista que ejercitó ETA y que asesinó a más de 800 españoles.

Núñez Feijóo parte de una certeza: haber ganado las elecciones, y Pedro Sánchez, de una expectativa: llegar a obtener mediante pactos la confianza del Congreso

Y llegamos al punto central de esta reflexión: ¿Sumar, ERC, Junts, PNV y EH-Bildu están dispuestos a votar la investidura de Alberto Núñez Feijóo a pesar de ser el ganador de las elecciones? Nunca se sabe lo que puede pasar hasta que no sucede. Pero todas estas formaciones han declarado que no. Y ¿apoyarán a Sánchez? Parece que sí, a pesar de haber perdido las elecciones. ¿Es por una pura cuestión de ideología? No, porque el PNV y Junts son formaciones de derecha, que pertenecen a un rango ideológico similar al del PP. Situar en el ámbito del progreso a los que apoyan Sánchez es una grosera inexactitud.
¿Cuál es entonces la razón? Pues simple y llanamente que mientras el PP marca como líneas rojas los reseñados pilares de la Constitución y en el momento presente parece que se pedirán a cambio contrapartidas anticonstitucionales, el PSOE no tiene reparos ideológicos en mercadear con las distintas aspiraciones de estas formaciones, unas puramente económicas y otras, además, políticas y vinculadas a su aspiración independentista.
La conclusión que cabe obtener de lo que antecede es que el ideario constitucional está más firmemente anclado a los principios políticos del PP que en el caso del PSOE actual. Lo cual revela que entre los partidos que pactan con Sánchez y el PSOE forman una comunidad de interesados en la que un partido a cambio de la investidura concede a los demás una serie de contrapartidas en las que «hay muy poca idea de España».
¿Todo esto es legal? Para responder afirmativamente habría que conocer con luz y taquígrafos los pactos. Lo que sí se puede afirmar ahora es que hay un partido, que es el perdedor de las elecciones, que si finalmente logra pactar la investidura habrá sido porque se comprometió a dar como contrapartida a los otros implicados algo que figura en la zona que el PP considera prohibida. Nos lo pintarán como una «investidura de progreso»: para Sánchez desde luego, cuatro años más de chollo habiendo perdido las elecciones y para los otros, también porque progresan adecuadamente en la destrucción de la España de 1978.
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