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10 de mayo de 2024

Carles Puigdemont y el secretario de Organización del PSOE (de frente)

Carles Puigdemont y el secretario de Organización del PSOE (de frente)PSOE

Las cuentas finales

Sánchez recorre los últimos metros: quiere ser investido en primera votación con 178 síes

La reunión entre el número tres del PSOE y Puigdemont confirma que es cuestión de días. Pretende tener 11 votos a favor más que en 2020, cuando ERC y Bildu se abstuvieron y necesitó dos votaciones

Pedro Sánchez lo quiere todo. Quiere ser investido presidente la próxima semana –a ser posible–, después de la foto de este lunes entre Carles Puigdemont y el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Quiere ser aclamado por la mayoría absoluta del Congreso y quiere obtener 11 votos a favor más de los que obtuvo en enero de 2020. Es decir, 178 síes: 121 del PSOE, 31 de Sumar, siete de ERC, siete de Junts, seis de Bildu, cinco del PNV y uno del BNG.
Ése es el número al que aspira para poder decir que su «coalición progresista» renace más fuerte y que tiene el respaldo mayoritario de la sociedad española. Cuando la realidad es que el Gobierno arrastrará esta legislatura una precaria mayoría parlamentaria de 152 escaños (121 del PSOE y 31 de Sumar), absolutamente dependiente de independentistas catalanes y vascos, y tendrá enfrente una activa oposición de 171 (137 del PP, 33 de Vox y uno de UPN).
Desde la mayoría absoluta de Mariano Rajoy en el año 2011, ninguna votación de investidura se ha saldado a la primera. El propio Rajoy fue reelegido en octubre de 2016 por 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones (de todos los diputados del PSOE menos 15); y Sánchez resultó investido en enero de 2020 con solo dos votos de margen, 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones. Estas últimas fueron las de ERC y Bildu.
Todas las señales apuntan a un inminente desenlace de la investidura del candidato del PSOE. Máxime después de que el número tres de los socialistas viajara este lunes a Bruselas para reunirse con Carles Puigdemont y constatara que hay «avances», según un comunicado. Solo unas horas antes, el líder de Junts había celebrado sus seis años de «exilio», que es así como llama a su huida a Bruselas en el maletero de un coche. «Seis años de exilio. Seis años de lucha. Seis años aguantando la posición. Persistimos y ganaremos», escribió.
El PSOE lo está preparando y negociando todo para que Sánchez no tenga que someterse a una segunda votación por mayoría simple, como le ocurrió en enero de 2020. En realidad, en esto también hará de la necesidad virtud, parafraseando su discurso del pasado sábado ante el Comité Federal del PSOE.
Cuando Junts anunció a principios de octubre que votaría «sí» o «no» a la investidura, pero que en ningún caso se abstendría, a Sánchez se le cerró de golpe la vía de Coalición Canaria. Esta última consistía en negociar el voto favorable de la única diputada de CC para así solo necesitar la abstención de los siete diputados de Puigdemont. En las cábalas iniciales de los socialistas, esa fórmula le habría dado la investidura en segunda votación por 172 votos a favor, 171 en contra y siete abstenciones. Salvo sorpresa, con los números actuales, Coalición Canaria finalmente se abstendrá.

No se lo puede permitir

Pero todas esas cuentas se fueron al traste y, desde entonces, el PSOE ha buscado el voto favorable de Junts. En realidad, el bloque del «no» que suman el PP, Vox y UPN es tan numeroso –171 escaños– que el candidato a la investidura apenas se puede permitir ninguna baja en la mayoría Frankenstein. Si no son esos 178 votos a favor, las combinaciones son muy limitadas, y todas ellas pasan por el necesario «sí» de los siete diputados de Junts y los siete de ERC. No le conviene especular. Sánchez podría permitirse, como máximo, seis abstenciones: las de los cinco diputados del PNV y el del BNG; o las de los seis diputados de Bildu.

Si no son 178 votos a favor, las combinaciones son muy limitadas. Sánchez se puede permitir solo seis abstenciones

En 2020 Bildu se abstuvo, pero en esta ocasión fue el primero en anunciar su voto a Sánchez, solo dos días después de las elecciones del 23 de julio. Entonces, Arnaldo Otegi adelantó: «El sí a Sánchez está garantizado. No daremos a la derecha la oportunidad de repetir elecciones». La foto del presidente en funciones reunido en el Congreso con los portavoces de Bildu en el Congreso y el Senado, Mertxe Aizpurua y Gorka Elejabarrieta, fue la demostración de que la izquierda abertzale no es solo un socio necesario para el PSOE, sino que es uno imprescindible.
Por lo que respecta al PNV, parece altamente improbable que el partido de Andoni Ortuzar se quede a medias en su apoyo a Sánchez con una abstención, aunque durante estos meses hayan hecho constar a los socialistas su malestar por cómo han llevado las negociaciones. Cuando el PNV rechazó valorar siquiera la posibilidad de abstenerse en la investidura de Alberto Núñez Feijóo dejó muy clara su apuesta por Sánchez.
El BNG, por su parte, aún no ha anunciado que hará. De hecho, su líder, Ana Pontón, señaló el pasado viernes que no hay nada cerrado. En cualquier caso, el voto del diputado Néstor Rego es el único de la mayoría Frankenstein intrascendente en términos numéricos para Sánchez.
Al candidato a la investidura le quedan los últimos metros. Este lunes envió una carta a la militancia en la que definió la amnistía como «el camino correcto», después de los indultos, la supresión del delito de sedición y la rebaja del de malversación.
En el PP también saben que no hay marcha atrás. Su secretaria general, Cuca Gamarra, hizo ayer un último llamamiento al presidente en funciones para que sea «valiente» y convoque nuevas elecciones el 14 de enero. Pero sin ningún convencimiento. De hecho, a renglón seguido la propia Gamarra profetizó que ésta será «la última» legislatura de Sánchez, dando por hecho que ser, será.
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