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28 de abril de 2024

Pedro Sánchez mira las manos levantadas de los periodistas

Pedro Sánchez mira las manos levantadas de los periodistasEFE

El último desprecio

La gran farsa de la «rueda de prensa» de balance de Sánchez

El presidente solo permite seis turnos de preguntas en su comparecencia de fin de año, todos a medios afines y/o catalanes y a una agencia. Y evita hablar de Bildu y de la amnistía

El presidente del Gobierno despachó en 50 minutos su comparecencia de fin de año en la Moncloa y dejó sin responder a la inmensa mayoría de los más de medio centenar de periodistas acreditados.
La rueda de prensa comenzó, ya de por sí, con más de una hora de retraso sobre la convocatoria enviada por el Gobierno. A partir de ahí, Pedro Sánchez empleó los 30 primeros minutos en loar el trabajo de su Ejecutivo de coalición.
Posteriormente, la Secretaría de Estado de Comunicación abrió un turno de preguntas de apenas 20 minutos, pero solo permitió las de seis medios, elegidos por la propia Secretaría. Que fueron, por este orden, El País, la agencia Servimedia, El Periódico de Catalunya, Infolibre y el diario Ara. Es decir, el rotativo más próximo al Ejecutivo, una agencia, la radio pública, dos periódicos catalanes y un diario digital de línea editorial marcadamente de izquierdas.
Tanto Mariano Rajoy como José Luis Rodríguez Zapatero, que fue quien instauró la costumbre del balance de fin de año en 2004, tenían por norma responder a todos –o a prácticamente todos– los periodistas que acudían a cubrir la rueda de prensa de fin de año a la Moncloa. De hecho, en los tiempos de ambos era la comparecencia del presidente más larga del año. Con mucha diferencia. Y la prensa podía preguntar de todos los temas, sin cortapisas.
Este miércoles, a pesar de la doble representación de la prensa catalana en la ronda de preguntas, la amnistía no salió a colación en ningún momento. Ni en las preguntas, ni en las respuestas. Lo cual no deja de resultar paradójico, tratándose del balance de un año marcado, precisamente, por el borrado penal del procés como pago por la investidura.
Sánchez tampoco hizo la más mínima mención, ni de pasada, a la moción de censura en Pamplona. Aunque su comparecencia tuvo lugar menos de 24 horas antes de que los socialistas entreguen la alcaldía de la capital navarra a Bildu.
Por el contrario, las preguntas versaron sobre la propuesta de Alberto Núñez Feijóo para que la Comisión Europea medie en la renovación del CGPJ, el discurso del Rey de Nochebuena, el mensaje de fin de año de Pere Aragonès, el relevo de Nadia Calviño, el decreto ley aprobado este miércoles, la historia interminable de la ley para la asistencia de los enfermos de ELA y el incidente protagonizado por el concejal de Vox Javier Ortega Smith en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid.
A este último respecto, el presidente recriminó a la prensa que no sea más dura con el PP y Vox. «Creo que, desde el punto de vista social y también mediático, si me permiten el comentario, debería ser absolutamente reprochable, cuando no condenable, el que con un líder de otro partido político se bromee diciendo 'me gusta la fruta'. Me parece absolutamente deleznable y demuestra el bajo nivel al que ha llegado la política por parte de la oposición», se quejó.
Empieza a ser costumbre de Sánchez decir a los periodistas cómo hacer su trabajo, puesto que a Susanna Griso le recriminó durante una entrevista –el 7 de diciembre– que hubiera dejado a José María Aznar mentir en su programa, sin rebatirlo. «No podemos dar por válida la mentira, Susanna. No puede decir un expresidente del Gobierno aquí, y me sorprendió que no le repreguntara, si me permite que se lo diga, que yo no he condenado los atentados de Hamás», le afeó entonces. El día antes, el líder del Ejecutivo había designado presidente de Efe al que fue su primer secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver.
Además, este miércoles el presidente tenía prisa. Puesto que inmediatamente después de su comparecencia se iba a Irak, a visitar a las tropas y entrevistarse con el presidente y el primer ministro del país. Para ese viaje también ha habido polémica con los medios de comunicación, y ya es tónica habitual. La Moncloa eligió de antemano a los pocos periodistas que acompañan a Sánchez en el avión, en lo que llamó un «reducido pool de periodistas», sin dar oportunidad al resto de acreditarse siquiera.
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