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Pedro Sánchez, durante su comparecencia de este lunes

Pedro Sánchez, durante su comparecencia de este lunesEFE

No habrá elecciones

Sánchez se atrinchera en el Gobierno y reta a Feijóo y a Abascal a que intenten sacarlo de ahí

El presidente activa su plan de supervivencia cinco días después de que el informe Cerdán incendiara el PSOE. Se quita el disfraz de víctima y enseña su verdadero rostro, desafiante

Con el edificio del PSOE en llamas, los socialistas aún paralizados y el incendio descontrolado, Pedro Sánchez compareció este lunes por segunda vez desde que el informe Cerdán provocase el fuego el pasado jueves. Señal de la extrema gravedad del momento, tratándose de un presidente que venía mostrándose cada vez menos dado a exponerse a la prensa, como tampoco a dar explicaciones. Ni siquiera a los suyos.

Acababa de presidir la reunión de una Ejecutiva Federal que salió del Congreso de diciembre y que, en parte, es obra del hasta ahora secretario de Organización. Un encuentro convertido en una especie de terapia de grupo, en el que Sánchez y su cúpula se flagelaron por haber confiado en Cerdán y se dijeron asqueados y dolidos. Duró más de cinco horas y hubo 23 intervenciones, además de la del propio líder.

A las 15.09 horas Cerdán registró su renuncia como diputado, lo que supone el fin de su aforamiento ante el Tribunal Supremo, y a las 16.17 horas el presidente se plantó ante las cámaras y anunció poco más que un par de cubos de agua frente a un incendio descomunal: la expulsión definitiva de José Luis Ábalos después de 16 meses (lo increíble es que llegue tan tarde); una comparecencia en el Congreso para dar explicaciones; una comisión de investigación en la Cámara Baja; y el desmantelamiento de la Secretaría de Organización que hasta ahora dirigía el navarro y su sustitución por una interina con cuatro responsables hasta el Comité Federal del 5 de julio en Madrid, que algunas voces internas ya están pidiendo adelantar.

La primera polémica saltó cuando la formación adelantó los nombres de los integrantes, porque entre ellos se encuentra la gerente del PSOE, Ana María Fuentes, que aparece en el último informe de la UCO. En una llamada de Koldo García al entonces director general de Carreteras, éste le dice que la gerente quiere hablar con él, probablemente para pedirle «el impuesto». Según el PSOE, es la forma coloquial de referirse a la cuota obligada que pagan al partido sus cargos públicos. Estarán también la presidenta del partido, Cristina Narbona; la secretaria de Trabajo, Economía Social y Trabajo Autónomo, Montse Mínguez García; y el secretario de Acción Democrática y Transparencia, Borja Cabezón.

Hasta ahí. Ni cuestión de confianza, ni Congreso extraordinario del PSOE -que solo sería para derrocar a Sánchez-, ni mucho menos adelanto electoral. El presidente y jefe de filas de los socialistas, el que acumula secretarios de Organización corruptos -presuntamente-, dejó claro que su intención pasa por apretar los dientes y aguantar. «Que no haya dudas. El Gobierno de coalición progresista va a continuar con su labor de avances sociales. Y el PSOE mantiene su hoja de ruta y sus compromisos asumidos en el debate de investidura. Las elecciones son cada cuatro años, así ha sido y así seguirá siendo. No vamos a romper para ponernos en manos de la peor oposición que ha tenido nuestro país, en manos del señor Feijóo y del señor Abascal».

Pedro Sánchez, en la Ejecutiva de este lunes

Pedro Sánchez, en la Ejecutiva de este lunesEFE

Sánchez salió a la ofensiva y retó a ambos a presentar una moción de censura. «Si el señor Feijóo y el señor Abascal están tan convencidos de que el Gobierno ha perdido la mayoría parlamentaria que le legitima para gobernar, lo que tienen que hacer es presentar una moción de censura», sostuvo. E insistió: «Entregarle las riendas del país a una coalición del PP con Vox, que están impulsando una agenda reaccionaria, y que actualmente o tiene abiertos 30 casos de corrupción (en alusión al PP) o una organización multada por financiación irregular (Vox) sería una tremenda irresponsabilidad», añadió.

Para su plan de supervivencia, el presidente buscará la complicidad de sus socios, con un argumento tan cuestionable como el que este lunes explicitó el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, a quien también persigue la sombra de la UCO: «¿Queremos que gobierne la ultraderecha en este país?», se preguntó.

Con todos ellos pretendía reunirse Sánchez en las próximas horas y días, buscando indulgencia. Empezando por su socia de coalición, Yolanda Díaz, con quien se verá este lunes por la tarde. Sin embargo, no entraba en sus planes que Podemos rechazara de plano sentarse con él, agravando así sus males. «No queremos elegir entre la corrupción del PP y la del PSOE», señaló su secretaria general, Ione Belarra.

Con el resto, más que una ronda de contactos será una reedición de las negociaciones que mantuvo para la investidura, pero si acaso aún más cara. Y sin Cerdán en el juego, que en 2023 fue pieza clave en las conversaciones con Junts y Bildu, sobre todo.

En el equipo del presidente creen que, si Sánchez consigue superar estas semanas críticas, el verano pondrá sordina al escándalo y el curso empezará de otra manera. Sin embargo, el principal problema para Sánchez no son sus socios, ni siquiera Podemos. Tampoco la oposición, por más que este lunes Santiago Abascal llamara a Alberto Núñez Feijóo a presentar una moción de censura o, en su lugar, a que el PP le ceda dos diputados para presentarla él (para hacerlo se necesitan 35 diputados y en Vox son 33). Su principal problema son sus propios correligionarios.

Eso y lo imprevisible que es la evolución del incendio en el PSOE, puesto que ahora ya nadie pondría la mano en el fuego por que no salieran más nombres. Desde luego, el de la presidenta del Congreso y tercera autoridad del Estado, Francina Armengol, supondría el golpe de gracia por la vía rápida.

Apenas han pasado cinco días desde la caída de Cerdán y en los cenáculos socialistas, especialmente en los de los territorios, se suceden las conversaciones en busca de la manera de precipitar el final de Sánchez. Bien forzando un Congreso extraordinario como el que este lunes pidió en Onda Cero el exlíder del PSOE de Madrid, Juan Lobato. Bien haciendo la presión insoportable para que adelante las elecciones generales lo suficiente como para que no contaminen las municipales y autonómicas de 2027. Algo, eso de proteger a los candidatos territoriales, harto complicado, en cualquier caso. Porque el que se ha quemado no es solo Sánchez, sino todo el PSOE.

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