Pedro Sánchez, correspondiendo el aplauso de su bancada
Alivio en la Moncloa
Los socios del Gobierno protegen su negocio y a Sánchez: «Se tiene que quedar»
En el PSOE contaban con que todos ellos apretarían a Sánchez durante el Pleno sobre la corrupción, aunque no lo ahogaran. Pero es que ni eso hicieron. Su actitud fue de lo más benevolente
El rictus serio que María Jesús Montero gastaba a primera hora de la mañana mudó en una sonrisa después de escuchar, uno por uno, a todos los compañeros de viaje del Gobierno perdonar sus pecadillos. La preocupación del presidente, de la vicepresidenta primera y del PSOE en general se transformaron en alivio a media mañana.
Esperaban dureza por parte de sus socios en el Pleno monográfico sobre la corrupción, después de escucharlos durante un mes decir que iban a ser muy exigentes. Contaban con que todos ellos apretarían a Pedro Sánchez, aunque no lo ahogaran. Pero es que ni eso hicieron. Los más contundentes fueron Ione Belarra, de Podemos, y Néstor Rego, del BNG, pero ni la una ni el otro dieron la más mínima señal de pasar de las palabras a los hechos. Al revés. Si cae Sánchez, caen todos. No hay más.
«Aspiro a recuperar la confianza de los grupos parlamentarios», afirmó el presidente en los compases iniciales de su discurso, en el que anunció un plan de 15 medidas. En esa primera intervención mantuvo un tono apocado, hasta afligido. En la segunda, y tras escuchar a sus socios cerrar filas, ya fue él en estado puro, atacando Alberto Núñez Feijóo y, por extensión, a Mariano Rajoy y a José María Aznar, con quienes posó Feijóo en el Congreso nacional del PP el pasado fin de semana.
«Aznar presidió el Gobierno más corrupto de la democracia», proclamó. «Con Rajoy la corrupción se convirtió en la segunda mayor preocupación de los ciudadanos», continuó poco después. También sacó el ático en el que vive Isabel Díaz Ayuso. Se sentía revitalizado por sus socios, y se fue creciendo: «De todos los que están aquí, el único que ha mantenido una relación estrecha con un delincuente condenado es usted», le dijo a Feijóo (se refería al narco Marcial Dorado). Hasta se dedicó a analizar la ponencia política que los populares aprobaron en su Congreso, haciendo oposición a la oposición, que es marca de la casa.
Entre Sánchez y sus partidos aliados agitaron de nuevo el miedo a un Gobierno del PP y Vox, desempolvaron el discurso que movilizó a la izquierda en la campaña de las elecciones generales de hace dos años.
La primera en subir al atril fue Yolanda Díaz, que dio las gracias al presidente por asumir 10 de las 15 medidas contra la corrupción propuestas por Sumar. «Yo sé que usted es honrado, y lo digo aquí», sostuvo. Los diputados del PP y Vox corearon «cómplice, cómplice» y ella respondió encadenándose a su socio: «No voy a permitir que esta luz se apague», continuó, en alusión al Gobierno de coalición.
Después fue el turno de Gabriel Rufián, que también se entregó al presidente. «Si esto se queda aquí, en tres listos que se repartieron cuatro mordidas, usted se tiene que quedar». Aunque añadió: «Pero si esto escala, si nos hace escoger entre los corruptos profesionales o los corruptos cutres, le vamos a obligar a que la gente decida», señaló, refiriéndose a unas elecciones.
La portavoz de Bildu, Mertze Aizpurua, no pudo ser más clara: «Si de Bildu depende -le espetó a Feijóo-, ustedes nunca llegarán al Gobierno». Y la del PNV, Maribel Vaquero, puso sobre la mesa de Sánchez las opciones que tiene: cuestión de confianza, dimisión y dejar a otro socialista que termine la legislatura o adelanto electoral. Pero el quid de la cuestión es que no le dio a elegir entre ninguna. «Nuestra confianza va camino de la UCI», avisó Vaquero. Y hasta ahí.
La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, metió en el mismo saco al PSOE y al PP, a «la corrupción española». Nogueras advirtió al presidente de que está «en prórroga» y que la prórroga «no dura toda la vida», pero sin ningún convencimiento en sus palabras. Y la diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, fue la única que pidió al presidente que se someta a una cuestión de confianza, con votación.
El presidente le contestó en su réplica que no piensa convocarla. Con la sesión de este miércoles da por demostrado que sigue teniendo una mayoría. O mejor dicho: que Feijóo no la tiene.