La descomposición de Sumar se convierte en una pesada losa para Sánchez
El presidente intenta activa a la izquierda ante el inicio del nuevo ciclo electoral en el primer semestre de 2026, pero lo hace lastrado por sus problemas y los de su socio de Gobierno
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, separados por el escaño vacío de María Jesús Montero
Cualquier periodista que cubre la información del Gobierno sabe que, cuando la Secretaría de Estado de Comunicación (SEC) envía un mensaje antes de las nueve mañana, casi siempre -por no decir siempre- significa una cosa: tenemos nuevo golpe de efecto. O bote de humo, si lo prefieren.
En el último mes ha pasado dos veces. El lunes 8 de septiembre, a las 7.56 horas, la SEC informó de que el presidente iba a hacer una declaración institucional para «anunciar nuevas medidas contra el genocidio en Gaza», que después resultaron ser el real decreto ley del embargo de armas a Israel. Entre el anuncio y su aprobación transcurrieron tres semanas, señal inequívoca de la precipitación con la que se preparó todo en las cocinas de la Moncloa.
El viernes 3 de octubre llegó otro de esos mensajes a las 8.35 horas, en el que el Ejecutivo lanzaba el señuelo de una reforma de la Constitución imposible para blindar el aborto. Un Gobierno que carece de votos incluso para aprobar leyes ordinarias, de las que solo requieren mayoría simple, proponiendo una modificación de la Carta Magna para la que necesitaría 210 votos. Fuera complejos.
Pedro Sánchez ha convertido el inicio del curso en una especie de carrera de relevos, encadenando asuntos con los que intentar controlar la agenda y, a la vez, movilizar a la izquierda. El pacto por la emergencia climática le duró un suspiro. El drama de Gaza le dio vidilla durante unas pocas semanas, hasta que se le empezó a volver en contra por: dejar tirada a la Flotilla, la división en su Gobierno motivada por el plan de paz de Donald Trump y la incertidumbre en torno a la convalidación del decreto ley del embargo, que se votará en el Congreso el martes. Y ahora el aborto, en un guiño al electorado femenino, que según las encuestas está peleado con el PSOE. No les faltan motivos a las mujeres: primero las prostitutas de José Luis Ábalos, alias «soy feminista porque soy socialista», y ahora el escándalo de las pulseras antimaltrato.
A las elecciones en Castilla y León y Andalucía se unen los rumores de adelanto en Aragón y Extremadura
A base de electroshock aplicados desde la Moncloa, la izquierda está saliendo de su letargo, tomando posiciones ante el reinicio del ciclo electoral en el primer semestre de 2026. Como poco habrá comicios en Castilla y León y Andalucía, aunque han empezado a sonar tambores también en Extremadura y Aragón.
El diputado de Sumar por Chunta Aragonesista, Jorge Pueyo
De esta última comunidad es el diputado de Sumar que, el martes, invitó a Sánchez a convocar elecciones si no consigue aprobar los Presupuestos Generales de 2026. Jorge Pueyo, de Chunta Aragonesista, no hizo más que mantener en Madrid el mismo discurso que su partido tiene en Aragón: «Si el presidente no es capaz de aprobar Presupuestos debe convocar elecciones, igual que el señor (Jorge) Azcón en Aragón».
Sus declaraciones provocaron un pequeño terremoto en Sumar, pero la peor noticia para Pedro Sánchez y para Yolanda Díaz es que va a tener réplicas. Sin duda. Sumar es una constelación formada por IU y diversos partidos regionalistas, y conforme se acerquen las elecciones en las diversas autonomías cada uno barrerá para su casa. No solo está en peligro la unidad de discurso del grupo parlamentario socio del PSOE, sino sobre todo la unidad de voto.
Un grupo parlamentario en crisis
En realidad, la descomposición de Sumar en el Congreso ya ha empezado. O mejor dicho, se ha reanudado, puesto que nada más empezar la legislatura ya tuvieron que lidiar con la salida de Podemos. A finales de junio, la diputada de Compromís Àgueda Micó abandonó el grupo parlamentario de Yolanda Díaz y se pasó al Mixto, en protesta por la decisión de Sumar de oponerse a la comparecencia del presidente del Gobierno en la comisión de investigación de la DANA.
Más. En el último Pleno, dos diputados de Sumar desertaron y votaron en contra de la delegación de competencias en materia de inmigración a Cataluña: el propio Pueyo y Alberto Ibáñez, de Compromís. Y pudieron ser seis diputados más, los seis de Izquierda Unida, que estuvieron barajando esa opción hasta el último momento, lo que habría provocado una sacudida mucho mayor en la coalición gubernamental.
Sumar está reteniendo a su diputado Carlos Martín porque, si renuncia, ese escaño irá para Podemos
Pero es que, además, hay un problema interno mayor que Sumar lleva meses tratando de ocultar. Uno con nombre y apellidos: Carlos Martín Urriza, diputado de Sumar por Madrid. Martín fue elegido uno de los dos coordinadores de Movimiento Sumar (el partido al uso en el que se ha constituido Sumar) en la Asamblea de finales de marzo y dimitió de sus responsabilidades orgánicas a principios de agosto. La versión oficial, que como casi siempre no coincide con la real, fue que la salud le había dado un toque de atención.
Sin embargo, Martín no abandonó el escaño. Y no lo hizo porque, si renuncia, la diputada que entraría en su lugar es Isa Serra, de Podemos, que actualmente es eurodiputada. Es decir, que automáticamente Podemos pasaría de cuatro a cinco escaños en el Congreso y Sumar perdería uno (otro, en realidad) y se quedaría con 25. Si los de Ione Belarra ya están provocando bastantes problemas a Sánchez con sus cuatro escaños actuales, con cinco serían una pesadilla. Máxime teniendo en cuenta que el PP, Vox y UPN suman 171 y que la mayoría absoluta son 176. Justo cinco más.
De ahí que la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo no quiera soltar ese escaño ni bajo tortura, mientras el grupo parlamentario de Sumar se deshilacha a sus pies. Entretanto, los morados siguen en su estrategia de oposición total al Gobierno, para enfado de todo el bloque de Sánchez. Si el martes llevan a cabo su amenaza, tumbarán el real decreto ley del embargo de armas a Israel. Los socialistas sostienen que eso haría más daño a Podemos que a ellos, pero esa teoría no tiene base científica. No, tratándose de un electorado como el de Pablo Iglesias.
Con este panorama en la extrema izquierda, dividida y menguante, pero indispensable para Sánchez, ¿es cierto que el presidente está contemplando adelantar las elecciones? «Me cuesta creerlo. Solo haría algo así si pensara que todo va a ir a peor de ahora en adelante, y él nunca da una batalla por perdida», reflexiona uno de los portavoces de sus partidos socios.