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Ábalos comparece en el Supremo

Ábalos comparece en el SupremoEFE

Tocado y hundido

Sánchez llega al final de la escapada con su mentor en la cárcel y en minoría menguante

El círculo de la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa en 2018 se cerró este jueves con la entrada en la cárcel de quien la defendió en la tribuna del Congreso

Leídas hoy, las preguntas que Mariano Rajoy le hizo a José Luis Ábalos aquel 31 de mayo de 2018 en el Congreso parecen una profecía. «¿Acaso el Partido Socialista, árbitro de la limpieza en esta moción de censura, está limpio? Señor Ábalos, ¿pueden ustedes presumir de incorruptos?».

El círculo de aquella moción de censura que el entonces secretario de Organización del PSOE defendió sobre la tribuna de la Cámara Baja se cerró este jueves a las puertas de Soto de Real. La cárcel donde el también exministro y su exasesor, Koldo García, durmieron por primera vez por decisión del juez Leopoldo Puente ante el altísimo riesgo de fuga.

El sanchismo es una criatura de José Luis Ábalos, de Koldo García y de Santos Cerdán. Y el sanchismo llegó ayer al final de la escapada, en un jueves que bien podría titularse El hundimiento. Demasiadas vías de agua y demasiado profundas. El Gobierno no puede gobernar porque no tiene mayoría en el Congreso; tampoco posibilidad de aprobar los Presupuestos de 2026; el fiscal general del Estado es condenado e inhabilitado por intrigar contra una rival de Sánchez; la Audiencia Nacional está investigando la contabilidad del PSOE; sale un exsecretario de Organización del partido de la cárcel y a los ocho días entra otro; el empresario Víctor de Aldama sigue lanzando bombas de racimo; la Fiscalía Anticorrupción tienta a Ábalos y a García con un pacto; y el juez del caso Leire Díez ha citado a declarar al exdirector adjunto del Gabinete del presidente para desentrañar el nexo entre la cloaca del PSOE y la Moncloa.

Pero Sánchez no dijo ni palabra en todo el día, empeñado como sigue en no asumir ninguna responsabilidad política por, cuanto menos, haber dejado que la trama de corrupción operara en su Gobierno y en su partido. Por haber recuperado a Ábalos para las listas de las generales del 2023 y por haber reelegido a Cerdán como número tres de su formación en diciembre de 2024, cuando ya había rumores sobre él.

Pedro Sánchez y el ministro Óscar López, ayer por la tarde

Pedro Sánchez y el ministro Óscar López, ayer por la tardeBorja Puig de la Bellacasa

Por el contrario, el presidente limitó a mostrar la mejor de sus sonrisas por la tarde en la firma del acuerdo entre su Gobierno y los sindicatos para subir el sueldo a 3,5 millones de funcionarios, un 11 % hasta 2028. Un acuerdo que es visto como otra señal por quienes sostienen, como Podemos, Junts y el PNV, que el presidente está abonando el terreno para un adelanto electoral.

La legislatura solo puede terminar de esa manera o con una moción de censura que este jueves Alberto Núñez Feijóo volvió a descartar, porque sigue sin tener los votos. El líder del PP compareció en la sede del partido para llamar a los españoles a una gran manifestación el domingo al mediodía, sin siglas, «contra los corruptos y contra aquellos que los sostienen». Desde la Moncloa criticaron la «sobreactuación» del presidente de los populares.

Aunque, para sobreactuación, el mensaje que envió el PSOE a la prensa una vez conocida la investidura de Juanfran Pérez Llorca como presidente de la Comunidad Valenciana, intentando desviar el foco de Soto del Real. «Con tal de no ir a elecciones, Alberto Núñez Feijóo ha entregado el futuro de la Comunitat Valenciana a Abascal. Él es el responsable de esta degradación democrática», según los socialistas.

En la Comunidad Valenciana hay unos Presupuestos en vigor que Carlos Mazón pactó con Vox en marzo. En España, por el contrario, el Congreso pinchó también ayer el globo de los Presupuestos Generales de 2026 al tumbar los objetivos de deuda y déficit presentados por la vicepresidenta María Jesús Montero. El Gobierno sigue manteniendo que el Consejo de Ministros aprobará las cuentas públicas y las llevará a la Cámara Baja en febrero. Nadar para morir en la orilla, puesto que no tiene a Junts ni a Podemos.

Al golpe anímico que supone para el PSOE ver al «tronco» de Montero entrando en la cárcel se une el golpe parlamentario: Ábalos no va a renunciar a su escaño, pero perderá su derecho a votar (y el resto de los derechos de un diputado), lo que deja al Gobierno sin un voto clave: el número 172, con el que pierde cualquier opción de mayoría de las pocas que le quedaban. Como ha venido explicando El Debate, en las votaciones que se deciden por mayoría simple de más síes que noes (son las de leyes ordinarias y convalidaciones de reales decretos leyes), cuando Junts se abstiene el Gobierno necesita 172 escaños para superar el bloque del no de 171 escaños que suman el PP, Vox y UPN. Sin el exministro y con Junts no votando a favor de nada, los socialistas no tienen números.

«Creo que esto es durísimo para el presidente, no solamente por cómo queda la aritmética parlamentaria, sino por lo que representa», señaló Pablo Iglesias, que formó parte como vicepresidente segundo de aquel Gobierno de la pandemia. Su sinceridad contrastó con los paños calientes que intentaron poner los socialistas en público: desde «era lo previsible» al clásico, «desde el primer minuto se tomaron medidas», pasando por «que la Justicia actúe».

Para rematar, antes de entrar en prisión, Ábalos dejó un mensaje en El Mundo: «Investigar a Air Europa sería abrir el melón, ahí podemos llegar a Begoña. Podemos llegar bien llegados». El ahora preso sabía bien dónde apuntaba: hacia la mayor debilidad de Sánchez.

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