
La Cumbre de la ONU echó el cierre con luces y sombras pero la sensación de haber sido otra oportunidad perdida
Epílogo de la Cumbre de la ONU: un fracaso en la lucha contra la pobreza; otro éxito más de Sevilla
La ciudad, pese al engorro causado a gran parte de sus vecinos, anota un triunfo en lo organizativo, pero las delegaciones internacionales se marchan con poco más de buenas palabras ante la falta de medidas concretas
Terminó la Cumbre de la ONU. Entre el lunes 30 de junio, y el jueves 3 de julio, Sevilla ha acogido la IV Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo, que se ha desarrollado con un éxito en lo organizativo y un relativo fracaso en los objetivos.
A pesar del engorro que ha puesto para los vecinos tener parte de la ciudad militarizada para garantizar la seguridad de un evento que reunía a más de 12.000 asistentes y varias decenas de jefes de Estado y de Gobierno, el alcalde de Sevilla hacía un balance bien positivo de estos últimos días: «Se nos da bien organizar grandes eventos internacionales», destacaba José Luis Sanz.
«Esta cumbre ha tenido un impacto económico superior a los 20 millones de euros y ha sido una oportunidad histórica para Sevilla. Pero también ha generado molestias, por eso quiero agradecer la paciencia y el carácter acogedor de los sevillanos. Gracias a ellos, los representantes de los 187 países se han sentido como en casa».
Más allá iba el presidente de la Junta, Juanma Moreno, que propuso al secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que Andalucía se convierta en sede habitual de las conferencias y eventos de la ONU, aplaudiendo la «imagen» que tanto Sevilla como Andalucía han dado al mundo.
Moreno mantuvo una reunión bilateral con Guterres en San Telmo donde el dirigente andaluz le agradeció su apuesta por Sevilla para intentar alcanzar acuerdos en el marco de la cooperación y el desarrollo.
El alcalde sevillano está encantado con esa propuesta: «Sevilla tiene capacidad, experiencia y condiciones para organizar cualquier evento internacional. Así lo demostramos con la Expo 92, y lo hemos vuelto a hacer ahora», aseguró Sanz.
Desinterés de las grandes potencias
Más allá de los éxitos organizativos y de gestión, un tanto que se apunta la ciudad, hay que hablar de una cumbre que ya nació deslucida por el desinterés de las grandes potencias, especialmente de Estados Unidos.
De entre los líderes de las potencias internacionales, solo el presidente francés, Emmanuel Macron, que tuvo un pequeño rifirrafe con su homólogo colombiano, Gustavo Petro, acudió a la capital hispalense a una cita que, si bien se ideó para financiar la ayuda al desarrollo, vino marcada por los recortes de países donantes como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y la propia Francia.
La ausencia de EE.UU. no solo fue de forma, sino también de fondo. La llegada al poder de Donald Trump vino marcada por el desmantelamiento del sistema de financiación estadounidense para la ayuda al desarrollo, USAID, lo que marcó la clausura de programas de ayuda, desde la financiación de vacunas a los planes para luchar contra el hambre.
Frente a ello, los presentes en Sevilla han invocado la receta del multilateralismo, bandera esgrimida por el propio Pedro Sánchez. Guterres, por su parte, intentó reavivar la llama de la razón: «Esta conferencia no iba de caridad, sino de restablecer la justicia y de garantizar las vidas con dignidad».
De todo lo debatido y hablado, polémicas aparte, ha salido el llamado Compromiso de Sevilla, un texto que si bien volverá a quedarse corto ante tantas y tantas emergencias, locales y globales, da forma al intento de la ONU por equilibrar algo la balanza. Un documento que anticipa reformas en la arquitectura financiera global y cooperación multilateral, eso sí, sin entrar en detalle de cómo se debería reestructurar la deuda de los países en desarrollo.
Precisamente, las ONG y las organizaciones sociales se han mostrado muy críticos con las conclusiones de esta cumbre al no apreciar medidas concretas para aliviar la deuda de los llamados países del Sur Global, cuyo pago asfixia su desarrollo.
El epílogo, una vez más, está lleno de compromisos no vinculantes que conllevan los reiterados incumplimientos en materia de financiación.
Impuestazo a los superricos
Una cita en la que el Gobierno socialista no ha desperdiciado la oportunidad de proponer otra de sus recetas clásicas, un impuesto nuevo a los más ricos.
Así, España y Brasil han unido fuerzas para impulsar una tasa global a los que más tienen. So pretexto de «combatir la desigualdad», la iniciativa busca abrir un debate internacional sobre la necesidad de que los grandes patrimonios contribuyan más a las arcas públicas.
Se trata de una iniciativa liderada por la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda de España, María Jesús Montero; el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y el ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad. El foco está puesto en los grandes patrimonios, a los que acusan de contribuir muy por debajo de su capacidad económica real.