Soldados ucranianos realizan prácticas de tiro durante la instrucción que reciben en España

Soldados ucranianos realizan prácticas de tiro durante la instrucción que reciben en EspañaDefensa

Defensa Española

La importancia de conocer la capacidad de las municiones para sacarles todo su rendimiento

Ser conscientes de la importancia de conocer la capacidad de las municiones, para con ello saber sacarles todo su rendimiento, es algo de sentido común

La información vertida en el presente ensayo no hace referencia a un tipo específico de tirador de arma larga. Es una simple generalización técnica sin entrar en detalles de especialización técnica, táctica, de arma ni de municiones específicas. Es un compendio básico y general de principios de trabajo y análisis.

Ser conscientes de la importancia de conocer la capacidad de las municiones, para con ello saber sacarles todo su rendimiento, es algo de sentido común. Ya saben, hablo de ese sentido tan poco común.

Aclarado el punto pasemos al «meollo» de trabajo.

Armas de fuego de «mano»

Desde el nacimiento de las armas de fuego «de mano», se ha buscado formas de visualizar y mejorar mediante ensayos previos los efectos de una determinada munición y/o proyectiles. Animales, arcilla, sandías, garrafas o tetrabriks con líquidos coloreados de forma llamativa y, más recientemente, la gelatina balística fueron los medios por los que se ha buscado visualizar previamente esos efectos físicos.

Pero, por muy espectaculares que parezcan en esas masas inermes, el comportamiento de un blanco humano nunca es igual, ni estallan ni se deforman, y sobre todo nunca son cien por cien predecibles ni mucho menos repetibles.

La élite del Ejército del Aire ha ensayado el disparo de precisión desde helicópteros

La élite del Ejército del Aire ha ensayado el disparo de precisión desde helicópterosEjército del Aire

Existen infinidad de expresiones, casi tantas como expertos, en relación con la capacidad más o menos lesiva o incapacitante de una determinada munición. Las más comunes quizás sean killing o stoping power, en inglés, y en español poder de detención, de incapacitación o de parada. Casi todos esos conceptos están basados en la energía que las balas poseen y/o transfieren al impactar en el blanco.

Hasta hace pocos años las pruebas no pasaban de ser simples anécdotas y sucesos aislados, amén de las autopsias posteriores que muchas veces no explicaban nada de lo sucedido en un tiroteo real.

Hoy en día la balística de efectos puede considerarse una rama fuerte y vigorosa de la ciencia balística. Dos grandes, y muy polémicos, expertos actuales en la misma son los autores del magnífico libro 'Stoping Power', Edward Sanow y Evan Marshall, ya con varias ediciones mejoradas y revisadas, y aunque versa básicamente sobre municiones de armas cortas, encontramos datos relevantes sobre munición de arma larga que es el tema que hoy nos ocupa.

Por cierto, debo ser honesto y comentar que discrepo sobre varios puntos de las teorías, hipótesis como mucho para mi, que defienden ambos autores en sus trabajos. Aun con esas discrepancia, todo hay que decirlo, por lo general los utilizo a modo de contraste, referencia y base de trabajo.

Haciendo un poco de historia y con un trabajo mucho más específico, encontramos al doctor Doyen, francés que realizó uno de los estudios sobre balística de efectos de armas largas más relevantes hasta el presente, convirtiéndose en una referencia casi obligada.

Un pionero

Recabando información sobre la Guerra de Crimea y la Guerra Franco-Prusiana, junto con los ensayos realizados sobre el fusil Lebel, el primero diseñado para el empleo de munición con pólvora sin humo a nivel militar, el doctor Doyen publicó en 1901 un estudio detallado y exhaustivo que abarca tres periodos distintos, pero en lo que a este reportaje se refiere nos ceñiremos al último, al periodo de los pequeños calibres.

En él, las mayores presiones de las pólvoras sin humo, así como las mayores velocidades de salida y rotacionales, obligaron a encamisar completamente los proyectiles con un metal más duro que el plomo tradicional, tanto para evitar que el proyectil se saltase el estriado del cañón como que incluso se desintegrase en su vuelo por causa de la enorme fuerza centrífuga desarrollada. En este periodo distinguimos dos épocas: la de las balas romas y la de las agudas.

Las primeras provocaban bajas sin causar grandes heridas, llegando a ser denominadas balas humanitarias. Por ello, al ser su poder de incapacitación bastante pobre, lo mejoraron gracias a inventos tales como las balas dum-dum y similares, que, por sus horrorosos efectos explosivos, fueron prohibidas en las convenciones de Ginebra y de La Haya.

En cuanto a las balas agudas o aerodinámicas, al ahusarse perdían masa ganando velocidad traslacional, poseyendo una enorme capacidad de perforación casi a cualquier distancia de empleo. Cedían muy poca energía cinética al impactar, por lo que sus heridas eran relativamente poco graves a largas distancias. Eso sí, a cortas y medias distancias el efecto era muy distinto, observándose daños explosivos en órganos blandos y cavidades grandes en masas musculares, todo ello en muchos casos sin apenas deformación del proyectil.

Recorridos de tiro con fusil.

Recorridos de tiro con fusil.

Hoy, tanto tiempo después de que el doctor Doyen llevase a cabo sus estudios, casi todos los profesionales de las armas saben que, según el tipo de proyectil que se emplee, los efectos serán unos u otros. La distinción básica de blindada, semiblindada y punta hueca es bastante conocida, no siéndolo sus consecuencias, ventajas y defectos.

Recordemos que todo proyectil produce, al impactar, la denominada cavidad permanente, la trayectoria física dentro del objetivo hasta que lo atraviesa o se detiene y, que según el tipo de proyectil del que se trate será más o menos grueso. Dependiendo de la colocación del disparo o lo que es lo mismo, lo que esa cavidad permanente atraviese, podremos deducir el daño sufrido y el periodo de tiempo necesario para lograr la incapacitación total del blanco.

Aquí debemos tener en cuenta la potencia de penetración de la munición, según la distancia y medios a atravesar. Según la norma del FBI, son necesarios al menos 30 centímetros de penetración para lograr abatir un blanco, algo que la munición de arma larga excede sobradamente en condiciones normales.

El segundo efecto, que en el caso de los proyectiles hipersónicos no es producido por el proyectil físico sino por su onda de choque, es la cavidad temporal, la que queda visualmente grabada por la explosión de sandías o las deformaciones en objetos de arcilla. Se trata, básicamente, del resultado de una transferencia de energía en milésimas de segundos de la onda de choque, en un medio relativamente fluido como es la carne humana.

Por desgracia, la mayor parte de los estudios actuales se realizan sobre armas cortas, pistolas y revólveres con características balísticas muy distintas a las de las armas largas, con balas con hasta diez veces más energía que las primeras, y por ello capaces de infligir daños mayores.

Una civil ucraniana aprendiendo a manejar un fusil

Una civil ucraniana aprendiendo a manejar un fusilGTRES

Se considera que para que un proyectil genere una onda de choque consistente debe desarrollar una velocidad superior a 600 m/s (metros por segundo) y tener forma aguzada. Bajo estas condiciones, el efecto de cavitación o de hipervasación puede ser lo suficientemente consistente como para provocar una cavidad temporal gracias a su velocidad, potencia e instantaneidad, causando daños masivos y aparentemente explosivos.

Un buen ejemplo de ello fueron las denuncias formuladas durante la Gran Guerra de 1914-18 contra el Ejército británico, que sustituyó sus balas romas por las aguzadas, principalmente por motivos de ahorro en materiales estratégicos, dando la falsa impresión de que empleaban balas explosivas.

¿Qué es la onda de choque?

Un proyectil blindado aguzado de alta velocidad atravesará el cuerpo impactado cediendo una mínima parte de su energía y perforando los órganos y tejidos que encuentre en su trayectoria. Pero la onda de choque que viaja por delante del proyectil, al ser súbitamente modificada provocará el efecto de cavitación en mayor o menor medida según la densidad de los órganos alcanzados. La onda de choque es la suma de los efectos de la energía remanente, la relación de velocidad rotacional y la masa, y la ruptura brusca de la onda al impactar.

La onda de choque de una bala se comporta como un auténtico proyectil secundario

Con una velocidad de traslación superior a 800 m/s y una rotacional de más de 170.000 revoluciones por minuto (r.p.m.), la onda de choque se presenta como un cono de aire comprimido muy agudo y sumamente denso, que se comporta como un auténtico proyectil secundario (o primario, según se mire).

Al impactar, la bala se desacelera bruscamente provocando que la onda de choque penetre en el cuerpo y que genere la ya mencionada cavidad temporal.

¿Sobre qué blancos se dispara?

Como consecuencia de la educación bien pensante y políticamente correcta es casi impensable utilizar blancos con formas reconocibles como humanas, y mucho menos con marcajes de órganos internos y arterias. No es posible encontrar en las armerías este tipo de blancos siendo necesario la mayor parte de las veces su sustitución por otros artesanales ya que el coste, si se importan, los convierte en algo inalcanzable.

Prácticas de tiro en el campo de entrenamiento de Toledo

Prácticas de tiro en el campo de entrenamiento de ToledoEstado Mayor de la Defensa

En Estados Unidos principalmente, pero cada vez más también en el resto de Europa, agencias policiales y unidades militares comprueban donde dan sus impactos gracias a este tipo de blancos. Algunos sistemas son multicapas lo que permite ir levantando papeles y ver la trayectoria teórica de los proyectiles: desde la ropa exterior hasta la columna vertebral, pasando por la piel, músculos, costillas y órganos internos. Es como a modo de un juego infantil de anatomía. A nosotros con un simple blanco reconociblemente humano con unas tenues líneas que marquen los órganos, arterias y huesos principales nos basta.

¿Es imprescindible un blanco totalmente humano? Mientras que en pruebas puramente deportivas su necesidad es más que dudosa, para quieres entrenan en base a su supervivencia o a la salvaguarda de vidas inocentes si resulta fundamental. Es fundamental entrenar como se trabaja, y trabajar como se entrena. De ahí que el profesional armado, en su adiestramiento, debe prepararse mentalmente para hacer fuego preciso sobre un ser humano si ello fuese necesario alguna vez.

En el caso de un francotirador ésto resulta fundamental ya que bien sea policía o militar, puede estar horas (o días) observando al objetivo, familiarizándose con él, con sus gestos, sus expresiones, en resumidas cuentas, con quien, llegado el caso, puede tener que abatir. Por ello debe habituarse a las sensaciones derivadas de apuntar a blancos claramente humanos. Además, debe saber donde ha impactado exactamente su bala, y si logró la incapacitación instantánea buscada, razón por la cual un blanco con rasgos y marcajes de órganos internos le ayudarán a lograrlo.

Un disparo puede incapacitar de forma rápida, lenta o simplemente no incapacitar en absoluto debido a una infinidad de cuestiones, no todas achacables a la balística ni al tirador. Mientras que en la mayoría de las acciones militares basta con herir para lograr nuestro propósito, en las policiales hay que neutralizar de forma fulminante sin posibilidad de respuesta alguna por parte del objetivo. Y es que la seguridad de nuestros compañeros, civiles o rehenes, depende de ello.

Buscando la incapacitación instantánea

Se da por sabido que un impacto en la cavidad craneal neutraliza al blanco sin remedio y, aún siendo así, ¿es realmente instantánea la neutralización? Analizando el párrafo anterior observamos que hemos hablado de cavidad craneal y no de cráneo, veamos por qué.

Casi dos tercios del cráneo lo constituyen huesos masivos y densos que de ser alcanzados, a pesar de provocar heridas sobrecogedoras, pueden desviar el proyectil fuera de órganos importantes, dándose casos extremos de supervivencia del individuo con los riesgos tácticos que ello comporta.

Entrenamiento rusos

Reclutas rusos se entrenan en un campo de tiro antes de viajar al frente ucranianoTASS

Un impacto en la cavidad craneal raramente deja de provocar efectos instantáneos dado que el tejido cerebral es un medio maleable y casi gelatinoso, perfecto para la transmisión de la onda de choque del proyectil. Además, al estar encerrado en un contenedor sólido puede llegar a provocar los efectos explosivos ya comentados.

Teniendo en cuenta que el bulbo raquídeo se encuentra situado en la cavidad craneal, siendo el verdadero interruptor del sistema nervioso central y por ello blanco a buscar, es evidente que hay que situar la bala en unas zonas muy concretas para obtener una incapacitación instantánea.

Un disparo en el corazón incapacita en 10 o 15 segundos en el mejor de los casos. La transmisión de órdenes del cerebro queda cortada en 0,12 segundos a contar desde que el proyectil abandona el cañón hasta que el bulbo raquídeo es seccionado, algo realizable a una distancia normal de 100 metros con un .308 Winchester.

La cavidad craneal normal suele tener unas medidas comprendidas más o menos entre 10 cm de alto por 15 cm de ancho. Habida cuenta, además, que un tirador de tipo medio puede lograr agrupaciones de 15 centímetros a 400 metros, es fácil deducir que la distancia límite para impactar con precisión en esta zona se sitúa sobre los 350 metros. Distancia y agrupación, eso sí, que debe asumirse con posibilidad de fallar. Tratándose esto último de un error que mientras un tirador militar puede permitirse en un momento dado, el policial no puede aceptar en prácticamente ninguna situación.

El tamaño del bulbo raquídeo, sobre 4 centímetros, obligará a los francotiradores de nivel medio a efectuar disparos no más allá de 100 metros, llegando hasta los 150 los de nivel superior. Disparos a 200 metros pondrían en un serio riesgo la misión, al llevar a un límite excesivo las habilidades del tirador y las características del arma.

Incapacitación no tan instantánea

Para todos está claro que la mejor y más sencilla zona de impacto es el tórax, tanto por su tamaño como por la cantidad de órganos y arterias factibles de provocar la incapacitación si les alcanza un proyectil de alta velocidad. Amén de una pérdida de sangre capaz de provocar la inconsciencia y posiblemente la muerte tras quince segundos, cada órgano alcanzado tiene sus particulares reacciones.

Francotirador sujetando un rifle

Francotirador sujetando un riflePixabay

En el corazón provocará la incapacitación tras 10 o 12 segundos. Los pulmones, por ser relativamente huecos y elásticos son capaces de absorber la onda de choque por lo que, aparte del dolor y la dificultad para respirar, sus heridas pueden ser asumibles, al menos temporalmente. En el hígado, tejido blando generador de daños muy graves, se produce una pérdida de sangre masiva incapacitando a los 12 segundos. Los riñones son más sensibles y susceptibles de provocar un shock traumático. La espina dorsal, difícil de alcanzar, permitiría el uso de los brazos si el impacto se produce bajo los omóplatos. En cuanto a las arterias, pueden provocar la incapacitación tras 10 o 15 segundos por la pérdida de sangre. Respecto a esta última cuestión, es importante comentar que si bien la inconsciencia, resultado de la misma, tiene lugar a los 15 segundos más o menos, la degradación de las capacidades visuales y motoras aparecen antes de los 10 segundos.

Los disparos contra el costado del adversario, si bien en calibres de arma corta pueden ser desviados o incluso contenidos por los brazos (por los huesos sobre todo), las balas ligeras y rápidas de los fusiles de asalto modernos y las pesadas de francotirador apenas se verán afectadas, provocando en muchos casos una deformación mayor del proyectil al penetrar en el tórax.

Los impactos en huesos, aunque extremadamente dolorosos y propensos a causar la inmovilidad, son tan impredecibles que no es aconsejable buscarlos de forma intencionada.

Exceso de penetración

Para un francotirador es fundamental que su munición atraviese cuánto se interponga entre su fusil y el objetivo. Vidrios, puertas de vehículo, parapetos ligeros, etc, son factibles de constituir barreras que impidan la actuación con determinados tipos de municiones. Sus municiones deben poseer la suficiente energía para penetrar a través de estos impedimentos y lograr alcanzar con precisión y potencia el objetivo.

Pero esa característica también tiene sus riesgos, la sobrepenetración, ya que el proyectil puede atravesar el blanco y alcanzar con fuerza letal suficiente a una tercera persona (civil, rehén, compañero) situada detrás. Lo mejor, evidentemente, es disparar tan solo cuando tras el objetivo haya una zona segura pero, por desgracia, esto no siempre es posible. De ahí que sea necesario conocer este fenómeno para minimizar o aprovechar sus capacidades, según el caso.

Existen tablas (normalmente militares) sobre capacidades de penetración para cada munición estándar. Con ellas es posible calcular de forma aproximada si los proyectiles pueden alcanzar con eficacia a un objetivo situado tras un obstáculo determinado. Estas tablas solo ofrecen el número de centímetros de penetración de un determinado proyectil pero, ¿permiten calcular correcciones para mejorar la precisión?, y más importante quizás ¿el proyectil posee energía suficiente para neutralizar al objetivo?

Fusil de asalto HKG36E

Fusil de asalto HKG36E

Respecto a la primera cuestión, las leyes de probabilidad son concluyentes: es imposible repetir exactamente un disparo preciso cuando se interponen distintos medios en su trayectoria. Únicamente será posible conseguir aproximaciones más o menos exactas.

La segunda cuestión es quizás más difícil de contestar. A las distancias normales de tiro, a través vidrios u obstáculos ligeros, un proyectil pesado y rápido de precisión no suele tener problema con la incapacitación más o menos rápida del objetivo. Ahora bien, las dudas surgen cuando las distancias son mayores o el objetivo se encuentra mejor protegido. Hoy en día no se ha podido establecer de forma fiable la energía remanente que posee un proyectil tras un vuelo largo o después de atravesar un obstáculo más o menos sólido, cabiendo la posibilidad de que lo haga sin capacidad de lesionar, ni siquiera levemente, al objetivo. Algo a tener en consideración cuando existen vidas de terceros en juego.

Munición «Match»

Haciendo uso de la gelatina balística, cámaras de alta velocidad y de unos pocos cálculos matemáticos podemos reproducir y estudiar de manera sumamente fidedigna, y sobre todo contrastable, la actuación de las balas en el cuerpo humano, así como algunos de sus efectos.

Veamos como se comporta un proyectil Match de .308 Winchester:

A una velocidad inicial de 850 m/s en un cañón de 61 centímetros y un paso de estrías de 1:10, la bala abandona la boca de fuego rotando a más de 190.000 r.p.m.

Durante el registro, los agentes encontraron diez armas de fuego y 700 cartuchos

Armas incautadas por la Policía NacionalEFE

Con esa velocidad rotacional y con la de traslación que supone varias veces la del sonido, alcanza el objetivo. En ese momento su camisa exterior comienza a frenar lo que le provoca inestabilidad, haciendo que el proyectil acabe girando sobre su eje longitudinal a más de 3000 r.p.s., por lo que se parte en dos trozos que al chocar entre si salen despedidos en sentidos divergentes.

Incluso partiéndose, se recuperan los fragmentos principales a más de 50 centímetros de profundidad y el más ligero a 40 centímetros. Como puede verse posee la capacidad de penetración suficiente según la norma del FBI.

A modo de conclusiones

Los efectos debilitadores de un proyectil no pueden ser calibrados con total exactitud, pero sí es posible extraer algunas conclusiones importantes.

Las heridas más graves suelen ser las que menos dolor generan, quizás como medio defensivo interno del organismo, pero sí reducen las capacidades motoras de manera sensible.

Las heridas más graves suelen ser las que menos dolor generan

Cualquier herida de fusil de precisión provoca una merma sustancial en las capacidades del objetivo. Algo a tener en cuenta cuando sólo interesa reducir las de tipo ofensivo.

El impacto de un arma corta en el torso es raramente incapacitante pero en una extremidad, por lo general, resulta masivo y destructor. Por el contrario, con un proyectil de alta velocidad de precisión un impacto en el tórax neutraliza de forma casi instantánea al sujeto, mientras en un miembro es posible que apenas logre mermar sus movimientos.

Por desgracia, la capacidad de resistencia psíquica y física del sujeto, su posible enajenación, drogadicción o protección balística, son imponderables a tener en cuenta. Imponderables que, como la propia palabra indica, son algo imposible de evaluar pero que no por ello dejarán de estar presentes.

Dos individuos sanos, sin rastros de droga en su organismo, ni cuadros de enajenación mental, ni protecciones físicas, pueden reaccionar de forma tan distinta como que uno caiga de un solo disparo en el hombro, y el otro necesite ser abatido de un disparo en la cabeza tras recibir varios en el tórax.

Dentro de la Física Balística, con todas sus subramas y apartados, solo la Balística de Efectos jamás será 100 por cien repetible, calculable y contrastable siendo el ser humano quien tenga la última palabra, tanto en un lado como al otro de un arma de fuego

El poder de la mente no entiende muchas veces de leyes físicas, como la historia se encarga de recordarnos y el profesional armado debe conocer.

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