De comienzo en comienzoElena Murillo

Oro líquido

Lo mismo ahora, quien más quien menos está acumulando aceite en su despensa, quizá con el deseo de parafrasear a Machado si así se hicieran realidad sus versos

Actualizada 05:00

Desde tiempos antiguos se ha denominado oro líquido al aceite de oliva, siendo considerado uno de los productos más apreciados en nuestro país, sobre todo en Andalucía, principal productor y consumidor del mismo. Ya lo cantaba Lorca: el río Guadalquivir / va entre naranjos y olivos…
El hecho de que forme parte de nuestra alimentación supone gozar de un hábito saludable, un bien principal que se incluye en la dieta mediterránea hasta ir más allá de lo gastronómico, espacio en el que el aove (aceite de oliva virgen extra) ocupa un lugar de excepción. Pero claro, a precio de oro está llegando el litro de este líquido elemento ante la fatal previsión de la próxima cosecha, lo que al mismo tiempo provoca buscar otros tipos de aceite más asequibles por parte de un amplio sector de la población que no tiene los medios necesarios para permitirse semejante exquisitez.
Ahora más que nunca, en cierta forma, se puede llegar a entender la ley de la oferta y la demanda, aunque lejos de alcanzar en este caso un precio de equilibrio ante la subida imparable que se está produciendo. Venía a mi memoria la imagen de la compra desmedida de papel higiénico los días previos al confinamiento o el acopio que hacían otros, ante la previsión de un apagón, de infiernillos o lámparas que no necesitaban electricidad. Lo mismo ahora, quien más quien menos está acumulando aceite en su despensa, quizá con el deseo de parafrasear a Machado si así se hicieran realidad sus versos: ¡Viejos olivos sedientos / bajo el claro sol del día, / olivares polvorientos / del campo de Andalucía! (…) Olivares, Dios os dé / los eneros / de aguaceros, / los agostos de agua al pie, / los vientos primaverales, / vuestras flores racimadas; / y las lluvias otoñales / vuestras olivas moradas.
La lluvia que se ansía y que solamente ha quedado en un espejismo en estos últimos días, se hace aún más necesaria en una tierra agotada, en los árboles centenarios que ven desgajadas sus ramas ante la falta de agua; condiciones climatológicas extremas que afectan de manera directa al campo, a la fuente básica de nuestros recursos. A propósito, ayer se daban cita en nuestra ciudad agricultores y ganaderos pidiendo un cambio en la política agraria europea. A todos ellos hago extensivos los versos que Miguel Hernández dedicara a los andaluces de Jaén: Andaluces de Jaén, / aceituneros altivos, / decidme en el alma, ¿quién, / quién levantó los olivos? (…) ¡Cuántos siglos de aceituna, / los pies y las manos presos, / sol a sol y luna a luna, / pesan sobre vuestros huesos!
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